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Dark mode, ¿y si lo estamos leyendo todo mal?

Tradicionalmente, no existen muchos libros editados con las páginas negras, aunque es cierto que no es difícil encontrar alguna excepción que no sabría si definir como rareza. Por si tenéis curiosidad, uno de ellos es Ex-Libris de Sandra Andrés Belenguer, aunque tengo que confesar que no he leído la novela, por lo que más allá del color negro de las páginas no tengo una opinión creada sobre ella. Otra de las curiosidades que podeís encontrar sobre los libros negros es Farhenheit 451 de Ray Bradbury (de este libro sí que podréis encontrar infinidad de ediciones) que, en el caso que nos ocupa, es una edición especial sobre la que hay que aplicar calor o fuego directamente para poder leerla.

Pero más allá de anécdotas, tradicionalmente, las páginas de los libros han sido blancas. Tendemos a identificar la lectura bajo este color contrastado sobre el negro de las letras. Aunque no hay que olvidar que el hecho de que identifiquemos la lectura sobre el papel blanco, realmente es un cliché, puesto que las páginas de los libros pueden variar en su gama tonal dependiendo de las calidades de los materiales mediante la que está hecha la pulpa de papel.

Sobre la lectura digital, mucho se ha debatido y a buen seguro la discusión se prolongará en el tiempo. Sólo hay que recordar que el libro es el soporte que mejor ha aguantado la marea digital y la digitalización de la cultura. Pero es cierto que la larga lectura no soporta dispositivos digitales. Es cierto, el Kindle y todos los libros electrónicos han realizado una proposición de valor muy interesante respecto a la lectura. Estos aparatos han sido capaces de sustituir a muchos libros voluminosos, sin embargo la escasa versatilidad de estos dispositivos respecto a composiciones y tamaños, dan al usuario la sensación de estar leyendo el mismo libro una y otra vez lo que produce a buen seguro un poco de hartazgo.

Sin embargo, la lectura larga y reposada no se identifica con un ordenador ni mucho menos, ni siquiera con un teléfono móvil o una tablet (aunque alguna excepción también existirá para algún usuario). Pero también es posible que estemos leyendo mal. Es cierto, el fondo blanco es un buen sustento a muchas webs (incluyendo esta por supuesto) porque se debe de dar un buen contraste a los visitantes, pero ¿realmente se hace un buen uso cuando los textos son largos?

Personalmente, prefiero leer con un fondo contrastado y limpio respecto a lo que leo. Sí, prefiero huir de artificios y me gusta leer artículos en la web con el suficiente contraste… Si tienen el fondo oscuro, mejor. Personalmente, me suelo saltar la decisión de los expertos de UX de los sitios web y utilizo add-ons en mi navegador (por ejemplo, Minimal Reading Mode en Chrome, pero Firefox ya dispone de este modo de lectura de serie en su navegador) que eliminan los elementos complementarios de los textos en web y permiten al lector centrarse en sólo el texto. El fondo oscuro es, para mí, la forma más relajada de leer en dispositivos electrónicos, reduciéndose la luz que mis ojos deben de soportar a la hora de realizar una lectura continua. Y ¿si hubiésemos estado leyendo mal hasta el momento en la Web?

A esto se añade otro elemento, con Google asegurando que el Dark Mode supone un ahorro importante en las baterías de los dispositivos. Es decir que si en vez de haber utilizado fondos claros o blancos en sus diseños, se hubiesen utilizado fondos más oscuros la vida de nuestras baterías se habría haber prolongado hasta un 60% más. El blanco se impuso de forma notable puesto que era más barato utilizar tinta negra sobre un fondo limpio, pero y ¿si ahora descubriésemos que en el entorno digital es más barato destacar las letras en blanco sobre un fondo negro? ¿Cambiaría nuestra manera de entender la lectura?

Publicado en Libros