Saltar al contenido →

Los Guerreros de Xian, la Gran Muralla y el emperador biblioclasta Qin Shi Huang

En ocasiones, nos maravillamos ante lo que nos quedó construido, o supuestamente legado, lo que sobrevivió a lo largo de la Historia y se nos revela como un retrotraimiento a un pasado lejano. Sin embargo, ante todo esto, tendemos a olvidar lo que se perdió o se destruyó, por acción o por omisión, durante el camino. Un ejemplo de aquello que se nos dejó y que al mismo tiempo se destruyó, lo podemos encontrar con el Primer Emperador de la China, Qin Shi Huang, que empezó la construcción de la Gran Muralla y adornó su mausoleo con el ejército de arcilla más famoso del mundo, el de Xian; pero que al mismo tiempo que construyó decidió destruir todos los libros de su imperio.

Shi Huang tenía tan sólo 13 años cuando se convirtió en el líder de la dinastía Qin (246 a.C.), que era una de tantas que componían la antigua China. Su corta edad a la hora de acceder al trono, estimuló a muchos de sus enemigos para atacarle, sin mucho éxito puesto que provocaron el efecto contrario. Shi Huang no pudo ejercer su mandato como rey hasta el año 236 a.C. fecha en la que mató al amante de su madre y exilió a su tutor regente. Inmediatamente a su ascenso al poder, comenzó una campaña contra los feudos más próximos y comenzó a someterlos uno a uno.

El éxito de sus campañas militares hizo que sus enemigos cambiasen de táctica, tratando de asesinarlo en varias ocasiones, pero en vez de amedentrarlo le animaron a proseguir con sus campañas militares. No vaciló en matar, sobornar y destruir a sus opositores conviertiéndose en un monarca rico y poderoso. En el año 215 a.C. ya disponía de un territorio bajo su mando que podía considerarse un verdadero imperio y consciente de ello ordenó colocar en Atizan la inscripción: “He reunido todo el mundo por vez primera”.

Sus miras hacia la uniformización no se detuvieron en las meramente geográficas y trató de unificar las medidas, las pesas, el ancho de los caminos, las vestimentas, las opiniones, los modos de lucha y los idiomas en la escritura. Centralizó el ejército, controló numerosas actividades económicas que implicaban la conversión de los comerciantes en agricultores y creó 36 distritos dentro de sus dominios a los que sometía a un control feroz.

En cuanto a la persona, Qin Shi Huang nunca se dejaba ver y era bastante difícil saber en cuál de sus 260 palacios se encontraba en un determinado momento. En realidad, lo que quería era poner las cosas difíciles a sus enemigos que una y otra vez trataban de asesinarle. Viajaba mucho, ya que su única obsesión era encontrar el elixir de la inmortalidad.

Finalmente, en el año 213 a.C., ordenó quemar todos los libros excepto los que versasen sobre agricultura, medicina o profecías. Entusiasmado por sus acciones contra la casta de los letrados, creó una biblioteca imperial dedicada a vindicar los escritos de los legalistas, defensores de su régimen, y ordenó confiscar el resto de los textos. De hogar en hogar, los funcionarios se apoderaron de los libros y los hicieron arder en una gran pira.

En el Imperio de Qin Shi Huang, el peor delito era la ocultación de un libro, sancionado con el envío del infractor a trabajar en la construcción de la Gran Muralla. Centenares de letrados murieron y sus familias sufrieron múltiples humillaciones por la posesión de un sólo escrito. Esta medida acabó con cientos de escritos recogidos en distintos soportes, incluyendo huesos, conchas de tortuga y tablillas de madera. Sin embargo, la resistencia existía y una anécdota sobre esto es que el emperador odiaba los escritos de Confuncio especialmente, sin embargo años más tarde cuando los sirvientes limpiaban la Biblioteca Imperial encontraron una copia escondida por algún bibliotecario reacio.

La Biblioteca Central fue arrasada en 206 a.C. después de una guerra civil que destruyó su imperio y sólo durante el año 191 a.C. pudo ser restituido su contenido gracias a que numerosos eruditos habían conservado en la memoria obras enteras que pudieron ser restituidas en su mayor parte.

En torno a los guerreros de Xian y la Gran Muralla

Por supuesto que no podemos olvidar lo que nos legó este emperador aunque se tratase de un destructor de la memoria. Lo que más nos puede llegar a sorprender es la magnitud de estas dos grandes obras que supusieron un gran coste económico y humano para su imperio. La primera de ellas fue su tumba junto a su ejército virtual y la segunda es la Gran Muralla de China.

El famoso ejército de guerreros de terracota de Xi’an (o Xian) se descubrió de forma fortuita en 1974, muy próximo a la tumba del primer emperador de China. Las estatuas son de tamaño natural y simbolizaban la guardia personal de Qin Shi Huang, por otro lado, se encuentran dispuestas dentro de tres cámaras situadas junto al panteón del Emperador. En cuanto a la magnitu de éste, se calcula que el ejército está compuesto por 8.000 estatuas en formación de combate. En un principio estaban armadas con arcos, espadas, lanzas y ballestas de madera, de las que nos han llegado los restos de 10,000 de estos objetos. En su construcción trabajaron 700.000 hombres a lo largo de 36 años.

Sobre la Gran Muralla China, Qin Shi Huang hizo que un general junto con 300.000 soldados enlazara las antiguas murallas en las tierras de la frontera del norte para consolidar una sola muralla destinada a contener las invasiones de los Xiongnu. En la construcción de esta fortificación militar murieron miles de hombres y nunca fue terminada. Fue reparada en el siglo IV y completada durante los siglos XV y XVI, posee una extensión total de más de 6,700 kilómetros y cruza distintas provincias chinas: Hebei, Beijing, Shanxi, Mongolia interior, Ningxia, Shaanxi y Gansu. La muralla está compuesta de muros, pasos, atalayas y torres.

Más información

BAEZ, Fernando. Historia Universal de la Destrucción de Libros Barcelona: Destino, 2004

Publicado en Libros

6 comentarios

  1. […] de lo nuevoBitácora: la definición imperfectaNominados a la mejor bitácora temática de 2004 […]

  2. […] No sé si os habréis percatado pero no dispongo de un patrón de comportamiento a la hora de seleccionar los temas. A veces, escribo porque me gustan, otros porque tengo la necesidad de dar mi opinión sobre algo, otros construyo un texto sobre una frase o sobre una palabra, otras porque siento la necesidad de que cierto conocimiento sea fijado de alguna forma exclusiva para que pueda ser difundido… En ocasiones, también funciono como un periodista, pero prefiero ser un periodista frustrado que un frustrado periodista que aunque no lo parezca no es el mismo caso. Creedme, sé lo que digo. […]

  3. marco marco

    me parece muy bueno aunque podrian ampliar el tema

  4. sebastian galindo sebastian galindo

    la verdad es q todos estos temas sobre todos estos asuntos antiguos me provocan mucha curiosidad son super interesantes creo q si hubiera mas gente interesada en cosas como estas se podria realizar mas excabaciones y hacer algo q nos ayude a entender como vivian lo q hacian las personas q vivieron antes q nosotros hace muchos años ya q esto nos ayudaria a descubrir muchos misterios de lka humanidad. gracias por darnos a conocer toda esta informacion si tienen mas deseo q me la envien al ghtjv@hotmail.com

Los comentarios están cerrados.