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Mes: julio 2004

La ¿crisis? de la profesión del Documentalista / Bibliotecario en España (2)

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El completo desarrollo de la informática en las organizaciones y el comienzo de la instalación de la telemática en España, que se produce en los centros de información a lo largo de la década de los años 90, coincide con la implantación de las carreras universitarias en España. Las nuevas tecnologías comienzan a generalizarse en todas las facultades ya se trate de facultades dedicadas a la investigación tecnológica como a las denominadas genéricamente de Humanidades. A mediados de la década de los 90, tímidamente, se comienzan a impartir en las carreras universitarias Nuevas Tecnologías aplicadas a la Documentación que exceden el cómo realizar una buena ecuación de búsqueda sobre una base de datos.

En un breve lapso de tiempo, la informática comienza a tomar posiciones en la toma de decisiones dentro de los centros de información. Sin embargo, son muy pocos los documentalistas y los bibliotecarios que están capacitados para realizar consejos sobre la implementación de las nuevas tecnologías en sus propios centros puesto que desconocen la disciplina Informática y sus fundamentos.

Esta situación de indefensión del profesional de la información no provoca un vuelco en las universidades sobre los contenidos a impartir y se prosigue aportando una educación más humanista que tecnológica. Este factor también tiene un impacto importante sobre el hecho de que la mayoría de los estudiantes que acceden a las carreras de Documentación provienen de opciones de bachillerato de letras o se trata de titulados carreras universitarias de Humanidades y se muestran inseguros y, en ocasiones, incapaces sobre asignaturas de corte más técnico.

Mientras tanto, Internet y sus protocolos se adueñan de la información apoderándose al mismo tiempo de los procesos productivos de la sociedad, reconvirtiéndola en la denominada Sociedad de la Información. Este hecho provoca un giro dentro de la disciplina de Documentación, se comienza a teorizar lentamente sobre el surgimiento de las nuevas organizaciones basadas en estructuras matriciales, sobre las necesidades informativas de estas nuevas organizaciones, sobre la gestión de los recursos de información de éstas, además de los nuevos contenidos de la web y su estructuración, la usabilidad de las páginas que la constituyen, etc.

Y, sin embargo, en algunos casos estas nuevas vías abiertas no se exportan de forma significativa hacia los planes de estudio que se mantienen de forma similar en las clásicas biblioteconomía, fuentes de información, literatura gris, bibliografía, documentación administrativa, catalogación y clasificación, lenguajes documentales y la citada archivística junto con sus asignaturas complementarias. Es durante el segundo ciclo universitario cuando comienzan a impartirse materias que marcarán de forma significativa la evolución de los profesionales de la información durante el siglo XXI. Se trata de materias como evaluación y calidad de servicios, bibliotecas digitales, gestión de la información en las organizaciones (GIO), diseño de documentos multimedia, etc.

Continuará el martes, 3 de agosto

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La ¿crisis? de la profesión del Documentalista / Bibliotecario en España (1)

Dentro de esta profesión, como imagino que en el resto de profesiones, hay ocasiones para los encuentros y, claro, para los desencuentros. Sin embargo, para los profesionales de la información, el primer conflicto puede nacer con tan sólo leer el título de este artículo que me dispongo a escribir y cuya publicación prolongaré durante algunas semanas de verano. Mi interés fluye hacia otros derroteros, puesto que el conflicto sobre la dualidad «Bibliotecario – Documentalista» ya está claramente superada.

Así, diré que se trata de dos puestos laborales distintos y complementarios, que se encuentran unidos por un fino hilo que se resiste a ser roto. Por ejemplo, la educación universitaria en España tiene como objetivo la formación de bibliotecarios y documentalistas a lo largo de una diplomatura (tres años), mientras que la categoría de documentalista se amplía durante dos años más con la licenciatura, dando un total de ciclo formativo de cinco años.

Por otro lado, los que yo considero otros profesionales de la información, los archiveros, han tratado de desvincularse de estas dos profesiones con cierto desdén que nunca he alcanzado a comprender. A pesar de que es obvio que las tres especialidades disponen de materiales y métodos distintos, los objetivos son similares, si no próximos, y consisten en la descripción, almacenamiento y recuperación de la información. Y si bien en las distintas diplomaturas de Biblioteconomía ofrecidas por las universidades españolas se imparte archivística, paleografía, diplomática y numismática; los archiveros se resisten a ser englobados dentro de los Colegios Profesionales de Bibliotecarios y Documentalistas, reservándose así una cierta exclusividad de élite.

Estos colegios, los existentes como el de Cataluña y los que se encuentran en proyecto de ser constituidos como el de la Comunidad Valencia o Galicia, reafirman los lazos de las profesiones del bibliotecario y del documentalista, mientras prosiguen en sus intentos de tender puentes hacia la figura del archivero.

Pero, respecto a las tres, permitidme añadir algo novedoso, un nexo que reafirma mi convencimiento de que son diferentes, mas, como ya señalé, complementarias. Me refiero al hecho fehaciente consistente en que las tres profesiones se deben reinventar y reciclar constantemente, derivándose la necesidad de que la formación de un profesional de la información no puede acabar tras cinco años de estancia universitaria.

La explicación al reciclaje es bastante sencilla. El pilar fundamental se halla en la elaboración y desarrollo de nuevos procesos de tratamiento informativo y documental que se derivan de la informatización, primero durante la década de los 80, y de la generalización de la telemática y los nuevos protocolos de compartición de la información.

Ante esta nueva situación, son el bibliotecario y el documentalista los que descubren lentamente y en un primer momento, mas sin duda maravillados, las nuevas posibilidades que Internet y las nuevas redes de información les ofrecen. Ante las numerosas fuentes de información que se hacen accesibles, comprenden la necesidad de integración de sus profesiones dentro de un nuevo marco en los que abandonan progresivamente el rol de ser intermediarios entre los usuarios de los centros y la información, pasando a ser recolectores, gestores y asesores de la misma. Este proceso de digitalización provoca el comienzo de la aparición de nuevas especializaciones dentro del complejo mundo de la Documentación, dando mayor relevancia a la información en sí que al soporte. Me estoy refiriendo a los infonomistas, gestores del conocimiento, gestores de la información y de contenidos, arquitectos de la información, etc.

Mientras tanto, el archivero parece permanecer ajeno, casi agazapado, a este cambio pensando quizá que tal vez Internet no vaya a producir un impacto efectivo en su modo de trabajo y, sin embargo, lo hace de forma irremediable a partir de la primera década del siglo XXI.

Las administraciones públicas comienzan a utilizar la nueva vía de comunicación que ofrece la Red, arrinconando lentamente pero de forma imparable, algunas gestiones que antes se realizaban con formularios sobre el soporte de papel. El desarrollo informático comienza a desarrollar y presentar soluciones fiables para el papel electrónico (e-paper), acompañándolo de la firma digital y nuevos recursos que conducen hacia la nueva administración digital. Por otro lado, los propios archivos históricos, que gestionaban los archiveros mayoritariamente, comienzan a salir del ostracismo bajo el que estaban sometidos por criterios de seguridad y conservación haciendo accesibles sus fondos a través de Internet. El proceso de digitalización también les alcanza y el papel de intermediario entre el investigador y el documento que realizaban los archiveros se ve cuestionado como les sucedió a sus primos hermanos, los bibliotecarios y documentalistas.

Continuará el martes, 27 de julio

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El software que no puede faltar en mi ordenador

A lo largo de mi experiencia como internauta, me he ido encontrando con pequeñas aplicaciones que aunque gratuitas o semigratuitas, me solucionaban pequeños problemas con los que me iba encontrando, a la vez que cubrían algunos que yo desconocía poseer. Incluso diré más, puesto que una vez que ocupaban una pequeña parte de mi disco duro, lo hacían también en una pequeña parte de mis necesidades como usuario.

Por ello, quiero realizar y ofrecer una pequeña recopilación del software gratuito, o en su defecto shareware, que yo considero una necesidad poseer y tener instalado en mi ordenador, en este caso un PC que corre en Windows. Por supuesto que se admiten reproches, pero la pregunta que me viene a la mente es: ¿Podríamos afirmar que se trata de software que todo Documentalista debería tener instalado en su ordenador?

No me aventuraría tanto, pero sí que lo considero como el software necesario para el internauta medio.

Navegador de Internet

Aunque debería promover aquí la utilización del navegador de Mozilla o del navegador Firefox, por cierto que cada vez que publican una nueva versión se superan a sí mismos, no lo voy a hacer. La razón es que si consideras que el Internet Explorer cubre tus necesidades, a pesar de ser un poco lento a la hora de cargar las páginas, puedo recomendarte la utilización de la aplicación de Avant Browser para sustituirlo.

Esta aplicación utiliza el núcleo del programa Internet Explorer, pero te ofrece una serie de ventajas añadidas que hicieron que yo no saltase a Mozilla a la hora de navegar por Internet. La principal es la navegación tabulada que todavía no incorpora Explorer, pero además una serie de opciones como un bloqueador de anuncios publicitarios, de pop-ups, la posibilidad de no cargar las imágenes y/o las animaciones en flash de los sitios que visites, de no reproducir los sonidos si tú no se lo permites, etc. Además, posibilita la realización de traducciones a distintos idiomas utilizando el traductor de Google. Por supuesto que está en español.

FTP

Otra de las herramientas que son completamente inherentes al internauta medio son los clientes FTP (File Transfer Protocol). Si posees una página web personal, creo que sentirás la necesidad de subir y bajar documentos a tu sitio web, incluso querrás poder administrarlo de una forma sencilla a la hora de crear y borrar directorios, por ejemplo. Desde que comencé a utilizar internet cuando fui administrador de la Revista Lletraferits, el programa WS_FTP había sido mi cliente preferido, sin embargo no me satisfacía completamente por la deficiente navegación entre los directorios de mi ordenador y de mi servidor.

La solución la encontré en Filezilla, que no tiene nada que ver con la fundación Mozilla, que es una solución de código abierto que supera a muchos clientes FTP que he probado. Este programa sólo se encuentra en inglés.

Firewall

Cuando nació el virus Blaster el verano de 2003, aquellos que ya teníamos una línea ADSL o nos conectábamos a través de una IP fija, descubrimos que éramos unos incautos. Claro que Microsoft también demostró que lo era dando tantas facilidades a los programadores de virus y tuvo que someter a sus usuarios a una reeducación intensiva. Afortunadamente, la solución ante este problema era relativamente sencilla y tan sólo teníamos que configurar el WXP para que protegiese nuestra conexión a Internet cerrando los puertos que no utilizasen los programas que estuviesen en ejecución.

Sin embargo, algunos quisimos dar un paso más y nos planteamos la instalación de un firewall para controlar los programas que accedían a Internet y la información que recibía nuestro ordenador. Uno de los mejores, y de los más sencillos de utilizar, es ZoneAlarm que dispone de una versión gratuita contanto sólo con el firewall y otra de pago con más soluciones como un bloqueador publicitario.

Zip y los archivos comprimidos

Cuando Microsoft publicó su nuevo sistema operativo Windows XP , instaló de forma predeterminada un sencillo compresor de archivos Zip para su explorador de sistema. De esta forma, el archiconocido Winzip descubría que su mercado se constreñía una vez más. Por supuesto que estos métodos de compresión no son los únicos. Existen una completa amalgama de programas que tratan de comprimir archivos y a la vez demostrar que su algoritmo de compresión es superior, como por ejemplo Winrar.

Ante tamaño caos de opciones, yo sólo deseaba un programa gratuito que lo comprimiese y descomprimiese todo a la vez. Los anteriormente citados ni son gratuitos ni comprimen y descompriment todo, por lo que la solución que descubrí fue IzArc que se integra perfectamente en el sistema operativo y es completamente gratuito.

Blogs y alimentador de RSS

Ya nombré a w.bloggar en un anterior envío en este blog y, por lo tanto, no creo que haga falta que lo vuelva a recomendar, así que paso directamente a los alimentadores de feeds.

He probado algunos con concepciones diferentes (Abilon y Pluck) pero, definitivamente, me quedo con Sauce Reader. Éste utiliza la tecnología Framework .NET de Microsoft, sin embargo es el único que todavía no me ha dado ningún problema, incluso se ha demostrado más ágil a la hora de mostrar los últimos envíos en mi ordenador. La única pega, si puede considerarse de este modo, consiste en que es un poco lento a la hora de ejecutarse y cerrarse, en cualquier caso todavía no le he encontrado ninguna más.

Otras necesidades a título personal

Si queremos rizar aún más el rizo, podemos añadir unas funciones más funciones a nuestro sistema. El sistema operativo de Apple, Mac-OS, dispone de un software instalado por defecto que consiste en pegar post-it digitales en el escritorio del usuario. Lo cierto es que un documentalista siempre está realizando tareas sobre el ordenador mientras que sigilosamente se le acumulan otras, ¿por qué no pegar unos recordatorios en el escritorio por si la memoria nos falla? El software que yo utilizo es el ATnotes disponible en castellano.

Otra de las funciones que no están disponibles en MS Windows es el de la agenda. No todos disponemos de los recursos necesarios para poder disponer de un MS-Outlook para poder disfrutar de un calendario a modo de agenda y señalar los días más importantes del mes, además de poder acceder sin el menor esfuerzo a los meses que vinieron y se fueron. Rainlendar dispone de un gran estilo visual que puede cubrir las necesidades de aquellos que no disponemos de un estilo de vida de ejecutivo. Muy recomendable.

Y una función más, ¿cansado de que el programa de correo te ocupe espacio en la barra de tareas? Necesitas enviar un programa al Systray o área de notificación? 4t Tray es el programa que me solucionó poder disponer del iTunes, otro programa recomendable, en un espacio mínimo, además de tener el programa de correo siempre activo dispuesto a recibir e-mails en cualquier momento.

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Urs Hozle (Google) y los documentalistas

De vez en cuando, cuando el tiempo y mi humor me lo permite, arreglo los muchos papeles que se van amontonando en mi mesa. Es curioso la cantidad de papel que uno puede coleccionar durante un año, que piensa que no podría tirar, pero finalmente siente que debe de hacerlo para salvaguardar una parte. ¿A qué me suena esto…?

En cualquier caso, de lo que nunca me desprendería es de mis viejas revistas del Ciberpaís. Para aquel que lo desconozca, a finales de 1999 y principios de 2000, el Diario El País decidió relanzar su suplemento Ciberpaís como una revista de tirada mensual. En un principio, aquella revista estaba impresa en lo que se conoce en el argot periodístico como formato tabloide. Es decir, que cuando la abrías tenía el tamaño de un periódico, pero era una revista con sus páginas satinadas y con un precio de 300 pesetas de las de entonces, 1’8 € de los de ahora. Obviamente, las primeras cartas al Director fueron para elogiar la apuesta editorial del grupo editorial del Diario y para criticar el tamaño tan poco manejable de la revista.

Yo me compré los tres primeros, pero al cuarto me negué a seguir comprándolo hasta que no le redujesen el tamaño. Algo que finalmente hicieron, aunque por lo visto, no fue suficiente para poder remontar la crisis publicitaria y aumentar las ventas. Hay que indicar que la publicidad se resintió tanto en los medios de comunicación como en las aventuras puntocom a lo largo de los años 2000-2002 y la revista, finalmente, desapareció de los kioscos. Sin embargo, los redactores tuvieron tiempo de dejarnos algunas perlas. Y una de ellas me la encontré hace algunos sábados, echando un vistazo a un artículo especial sobre Google.

«[…]

Tras recibir premios y laureles en la Universidad de Michigan, (Larry) Page emigró a Stanford para seguir un doctorado en Ciencias de la Computación. Sergey Brin nació en Moscú, pero se ganó los laureles matemáticos en la Universidad de Maryland. Para su doctorado también eligió Stanford. Allí se encontraron los dos. Finales de 1995. Page de 22 años; Brin, de 21. Larry me pareció detestable, recordó posteriormente Brin. No paraba de hacer bobadas. Pero los dos coincidían en una cosa, recuerda Brin: Los buscadores de Internet de entonces eran absurdos. Clasificaban las páginas según las veces que se repetía en el texto la palabra que querías buscar. Su doctorado versaba sobre el abstracto tema de Nuevas vías de buscar información en Internet. Por entonces, Yahoo! (1994) era un directorio de páginas editado manualmente. Altavista (1995) había abierto camino con la búsqeuda automática, pero era tan exhaustiva como poco práctica.

Los buscadores bajaban todas las páginas. Miles. Entonces se elegía entre las que contenían todas las palabras de la consulta, las que iban en el titular o las que se repetían mucho. Altavista era interesante para los documentalistas, pero no para los internautas. El que habla es […] el vicepresidente Urs Hozle […]. El problema es que Internet crece cada vez más y la elección es difícil.

[…]»

MARTÍN, Javier. Googlandia. Ciberpaís nº 17, Diciembre 2000. p. 26

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