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Mes: agosto 2006

Definiciones relativas al «Documento»

documento.
(Del lat. documentum).
1. m. Diploma, carta, relación u otro escrito que ilustra acerca de algún hecho, principalmente de los históricos.
2. m. Escrito en que constan datos fidedignos o susceptibles de ser empleados como tales para probar algo.
3. m. desus. Instrucción que se da a alguien en cualquier materia, y particularmente aviso y consejo para apartarle de obrar mal.

~ auténtico.
1. m. Der. El que está autorizado o legalizado.

~ privado.
1. m. Der. El que, autorizado por las partes interesadas, pero no por funcionario competente, prueba contra quien lo escribe o sus herederos.

~ público.
1. m. Der. El que, autorizado por funcionario para ello competente, acredita los hechos que refiere y su fecha.

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¡Dejad de comprar libros!

Esta semana me he comprado una estantería para tratar de achicar el espacio, cada vez más escaso, del que disponía en otras dos. Es bastante probable que se trate de la última que adquiera hasta que me cambie de casa, si es que algún día las condiciones económicas son más favorables que las actuales, lo que me produce cierta desazón al ser consciente de que una vez se rellenen de nuevo, y lo harán porque tiempo y empeño no les faltará, no habrá espacio para nada más… Si es que lo hay actualmente.

Por un precio de 100 euros, he adquirido una estantería de pino macizo (nada de conglomerado que después las baldas se doblan hacia abajo por el peso) de similares características y color de las que ya disponía con una altura de 1’83 metros y una anchura de 50 centímetros. Sinceramente, hubiese preferido haber comprado una de 80 centímetros de ancho, porque la que finalmente compré ya está llena sin estar montada, pero es que tampoco tendría dónde ponerla.

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Definiciones relativas a la «Biblioteca»

biblioteca.
(Del lat. bibliothēca, y este del gr. βιβλιοθήκη).
1. f. Institución cuya finalidad consiste en la adquisición, conservación, estudio y exposición de libros y documentos.
2. f. Local donde se tiene considerable número de libros ordenados para la lectura.
3. f. Mueble, estantería, etc., donde se colocan libros.
4. f. Conjunto de estos libros.
5. f. Obra en que se da cuenta de los escritores de una nación o de un ramo del saber y de las obras que han escrito. La biblioteca de don Nicolás Antonio.
6. f. Colección de libros o tratados análogos o semejantes entre sí, ya por las materias de que tratan, ya por la época y nación o autores a que pertenecen. Biblioteca de Jurisprudencia y Legislación. Biblioteca de Escritores Clásicos Españoles.

~ circulante.
1. f. Aquella cuyos libros pueden prestarse a los lectores bajo determinadas condiciones.
? V.

Ratón de biblioteca.
1. m. Erudito que con asiduidad escudriña muchos libros. U. m. en sent. peyor.

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El autor no lo hizo para mí

El autor no lo hizo para mí / yo tampoco
lo leo para él / yo y el libro
nos precisamos mutuamente / somos
una pareja despareja /

el libro tiene ojos tacto olfato
hace preguntas y hace señas
puede ser una esponja que me absorbe
o un interlocutor vacío de prejuicios

el libro y yo tenemos un pasado
en común / con frutales seducciones
yo a veces le confisco a madame bovary
y él me despoja de ana karenina /
si nos empalagamos de esos amores yertos
ya somos otros y nos reconciliamos

el libro me provoca / me arranca confesiones
y yo le escribo notas en los márgenes
es una relación casi incestuosa
nos conocemos tanto que no nos aburrimos
él me describe cielos incendiados
y yo se los extingo con lágrimas marinas

no lo hizo para mí / ¿será por eso
que el rostro no me importa? / es un enigma /
yo sólo quiero descifrar el libro
y quedarme en su vida hasta mañana

Mario Benedetti en su libro El olvido está lleno de memoria

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Bloguear en agosto

A finales de este mes, los medios de comunicación destacarán que las vacaciones se acaban para la mayoría de los españoles, mientras que el síndrome post-vacacional (nótese que seguramente habrá uno vacacional aunque será el de menor incidencia, los adictos del trabajo son minoría) hace su presencia en la psique de alguno de los sufridos trabajadores que retornan a la esclavitud de la jornada de las ocho horas diarias. Se trata de noticias cíclicas, que se repiten año a año y que no tienen mayor misterio, pero que el sufrido periodista acabará adornando con frases como “Hay algunos que todavía no se han ido (de vacaciones)” o el más dramático “Habrá quien no disponga de ellas” (Si cuela, cuela). Y si es que la meseta de la Península Ibérica sufre una drástica despoblación a favor de la socorrida costa, se deberá a que la mayoría de los habitantes de este país acuden, de forma automática no necesariamente racional, a bañarse al agua salada sin importarles que ésta se encuentre a la temperatura de la sopa a estas alturas del estío. Ya que de todos es sabido que en agosto es menester ponerse moreno, color morcilla, aunque sea convirtiéndose durante unos días en una gamba de 70 kilos (60, porque antes debemos habernos puesto a dieta, tiranía del bikini lo llaman).

Pero volvamos a los sufridos trabajadores que velan oficinas, y poco más, durante esta época del año y es el asunto que nos ocupa. Es posible que se consuelen con la idea de que al menos están fresquitos, ¡lo importante es el número de frigorías!, y libres de arena, pero lo cierto es que pasar 8 o 6 horas a la sombra con unos días que se prolongan casi hasta las nueve de la noche puede considerarse autoengaño. Además, se encuentran prisioneros de una forma psicológica porque no pueden (podemos) evadirnos. Por ejemplo, no reciben esos correos electrónicos hilarantes de sus familiares o conocidos, la mitad de los compañeros de oficina están fuera (Adiós a la media hora del café), los medios de comunicación entran en un letargo debido a la inexistente actividad política, la televisión se pudre un poco más en verano e incluso Internet se abandona en la obsolescencia.

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