Cuando recibí una invitación de Julio Igualador para participar en la actividad paralela de las 10 Jornadas del Fesabid dedica a las bitácoras, Los blogs en la biblioteca 2.0. – La blogosfera bibliotecaria, documentalista y archivera: quién, para qué, para quién, a principios de marzo de este año no tomé la decisión inmediatamente. En primer lugar reflexioné mucho sobre si quería plantarme en una mesa y tratar de contar mis experiencias. No soy un comunicador y hablar en público me aterra, tanto es así que escasos minutos de comenzar la charla le pregunté a Jorge Serrano, impulsor junto a Francisco Tosete de aquel acto, si tenía algún consejo para un neófito como yo en estas lindes. Ante los nervios, todo lo que me pudo decir de buen agrado no fue procesado por mi mente en su momento, así que simplemente lo obvié.
Tuve tiempo para el humor, claro, ya que he de decir que bromeé con él sobre la posibilidad de que la sala no se llenase, disponía de una capacidad de unas 70 personas, pero el hecho es que la habitación se llenó y creo que por las caras que vi después de finalizado el acto, pudimos aportar algo de luz al fenómeno blog. Unas reflexiones desde la propia experiencia que era de lo que se trataba. Debo de señalar que ha sido una lástima que Javier Leiva no participase en la mesa, aunque estaba en la sala tomando notas como buen bloguer, ya que creo que Javier ha desarrollado una actividad admirable que pocos habrían seguido.
Pero, volvamos a mis nervios, mientras que uno a uno los ponentes iban desgranando sus experiencias, sentía que el tiempo se acababa. Aparentemente, todos aquellos profesionales de la información portaban un guión con sus ideas expuestas, algo que me había planteado tener frente a mí, pero creía que personalmente me habría restado frescura y capacidad de racionalizar algunas cosas que quería decir. Sin embargo Fernando Juárez no tenía ninguno preparado y pensé: Este es de los míos, un kamikaze. Lo cierto es que previamente a la mesa, tomando un café junto a Fernando, me había tranquilizado. Se trata de un tipo simpático y sincero, con carácter; y me aconsejó que no me preocupase nadie podía contar mejor que yo lo que había vivido con mi bitácora y sólo yo podía defenderla.