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Año: 2016

El fotógrafo Steve McCurry homenajea a la lectura en su último libro

© Steve McCurry
© Steve McCurry

La joven afgana de ojos verdes (Afghan Girl) es una de las imágenes icónicas del siglo XX. Puede que el lector recuerde la publicación en la que apareció publicada por primera vez (National Geographic), aunque es posible que le cueste un poco más identificar a su fotógrafo (Steve McCurry), aunque pertenezca a la prestigiosa agencia Magnum Photos.

El fotógrafo americano comenzó su carrera durante la guerra de Afganistán en la que estuvo involucrada la Unión Soviética (1979-1989), incluso atravesó la frontera con los carretes cosidos y escondidos en sus ropas, aunque no se le conoce por su trabajo fotoperiodístico, sino por su carácter fotodocumental y por ser un maestro de la fotografía en color. Una carrera impecable que se ha visto empañada recientemente por un escándalo por el uso excesivo del Photoshop y por la evidente preparación de sus escenas, un articulista del New York Times las definió como demasiado perfectas, y que ha arrastrado en sus recientes entrevistas en los medios españoles (El Español o El Mundo) durante la presentación del libro Sobre la lectura.

Un libro que tal como ha señalado el propio autor es un homenaje a André Kertész, uno de los maestros clásicos de la fotografía, que ya publicó un libro de temática similar en 1971 con el título “El íntimo placer de leer ”. La confección de este libro, según admite McCurry, se ha visto facilitado enormemente a su sistema de clasificación y organización de su archivo fotográfico “un sistema de clasificación riguroso, con todas las fotos escaneadas y etiquetadas con palabras clave ” que abarca unos 40 años. Sobre la lectura reúne 62 fotografías de distintas personas absortas en la lectura de un periódico, libro o revista a lo largo de treinta países. Según su autor, este libro es una mirada poética a esta actividad común que todos compartimos, la lectura; una mirada lírica a gente que disfruta de la lectura en el mundo.

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Conferencia Visio 2016 en tres frases y una palabra

Consolidación

Habiendo asistido ya a cuatro ediciones de la conferencia Visio (2007, 2011 y 2014), puedo afirmar sin ninguna duda de que la conferencia ha alcanzado el suficiente empaque como considerarse como un referente en España respecto a la Vigilancia Tecnológica e Inteligencia Competitiva. Transmitir mi enhorabuena a los organizadores y en especial a Unai Cadierno que estuvo muy pendiente de los asistentes y al feedback que iba recibiendo durante el desarrollo de las jornadas.

Ya es tradición que durante los días previos a su celebración, esta conferencia provoque el intercambio de mensajes y correos entre las personas más veteranas y entre otras personas que desean desvirtualizarse, que siguen sus trayectorias a través de las redes sociales, y puedan estrecharse las manos. Esto transmite el gran ambiente general que se produce durante estos días ante una organización que no falló en ningún momento y que nos obsequió con una visita a la impresionante catedral vieja de Vitoria.

Lo que no mejora, empeora

Desde mi punto de vista, el contenido en general del Visio ha cambiado de forma significativa y de forma positiva. Baste decir que ya no se hablaba de herramientas, es decir, no se realizaban presentaciones “comerciales” de herramientas para realizar Vigilancia Tecnológica, sino que eran los propios usuarios los que las presentaban sus propios procesos de adopción y las nombraban con absoluta tranquilidad. Por supuesto que hubo presentaciones sobre desarrollos tecnológicos, pero la organización consideró más pertinente dejar la última mesa para estos desarrollos (con acierto), ya que resguardaba el resto de ponencias y evitaba que la conferencia adoptase un tono demasiado comercial.

También hubo momentos para el desarrollo teórico de ideas como la presentación que realizó Juan Carlos Vergara del CDE sobre la Inteligencia Colaborativa puede que más interesante desde un punto de vista de una administración pública enfocada hacia la colaboración entre las PYMEs de un sector económico regional concreto que en el de las grandes empresas, pero interesante para generar un debate interesante respecto en los corrillos posteriores sobre el alcance de esa propuesta.

Por supuesto que se mostraron implementaciones de sistemas de vigilancia tecnológica en empresas y se nos volvió a recordar el ciclo de vigilancia que tan machaconamente se mostraron en anteriores conferencias Visio. Pero ante todo ello, me quedo ante la pregunta que lanzó el propio Vergara y que surgió durante la presentación de Patricia Rodríguez de la empresa ETRA sobre la utilidad real de la norma 166006 y la necesidad de revisarla y actualizarla.

Es mejor tener una estrategia que no tener ninguna

Hubieron conferencias muy interesantes, pudiendo destacar a Eneko Izquierdo de Ulma Packaging – estupenda conferencia sobre patentes -, Nicolás Troncoso de Kaleido – transformación de la estrategia empresarial en el sector de la logística y el transporte – y Julen Iturbe de Mondragon Ikerketa Kudeaketa (MIK) – utilización de foros y social media para el desarrollo de producto -. También podríamos señalar a Xabier García de Kortazar de Vicometech-IK4, que siempre cuenta cosas interesantes, que nos hizo una reflexión sobre el análisis de tendencias para el desarrollo de herramientas de contenido multimedia.

Fue en estas conferencias donde se vislumbró hacia dónde debería ir la conferencia Visio en los próximos años, en la aplicación de técnicas y el desarrollo de estrategias para el desarrollo de productos y servicios. Soy consciente de que este extremo es en ocasiones complicado puesto que las empresas no desean difundir sus avances o sus técnicas, pero desde luego que es ahí donde reside la Inteligencia Competitiva y es ahí desde donde se debería trabajar.

Lo importante es cómo se hacen las preguntas

Finalmente, destacar que durante la conferencia sólo se realzó la figura del ingeniero. Las frases “Ingeniero por” o soy “Ingeniero de” fueron las más repetidas dentro de una profesión que destaca por su multidisciplinariedad. Mucho STEM y poco Ars se señaló en un corrillo. Desde luego que en la sala habría ingenieros por las distintas ramas, desde luego, pero también habría economistas, abogados, historiadores y documentalistas a buen seguro. Como afirmó Pablo López de Thinking Business, lo importante en esta profesión es cómo se hacen las preguntas no el título que posees.

Además, en distintas charlas, se recalcaron fallos que son muy propios de las unidades de información y que cualquier gestor de la información conoce. Si se implementa un servicio de la información como puede ser una unidad de Inteligencia Competitiva, el trabajo bien puede desarrollarlo un documentalista, aunque las empresas se encuentren más cómodas contratando a ingenieros. Aunque éste, parece ser un debate baldío.

Otra reflexión sobre la conferencia:

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La venture capital que tenía una biblioteca en su entrada

© Drew Kelly
© Drew Kelly

Hace unos meses que hablábamos por aquí de Marc Andreessen, una de las principales personalidades de Silicon Valley. De forma muy resumida, recordaremos que fue uno de los creadores del primer buscador para la Web (MOSAIC). Actualmente, Andreessen gestiona una Venture Capital (VC), Andreessen Horowitz, que es una de las más relevantes de California. Una editora de Wired, Drew Kelly, visitó las oficinas de la VC y se sorprendió que el vestíbulo estuviese lleno de estanterías con libros.

Interesada en esa particular forma de dar la bienvenida a los visitantes y clientes de la empresa, estuvo indagando sobre la biblioteca dispuesta y accesible para todos. Intentando hacer un paralelismo con la cuna de las grandes empresas tecnológicas de hoy en día, se sorprendía de la cantidad de libros dedicados a los inicios de Hollywood (aunque también había libros de Sherlock Holmes y de Peanuts), cuando la industria cinematográfica estaba dando sus primeros pasos y donde había oportunidades para todos como parecía suceder hasta hacía poco en Silicon Valley.

Los libros que se encuentran en el hall pertenecen a Marc Andreessen y la periodista opina que para poder entender el personaje hay que detenerse a comprobar qué tipo de libros se encuentran en esas estanterías. Lo cierto es que Andreessen mostró cierta irritación cuando le hicieron llegar las preguntas sobre los libros, asegurando que, en realidad, lo que no quería era que su empresa pareciese un consultora cualquiera con una entrada fría e impersonal. A pesar que, cuando fue instalada, la librería disponía de cierto orden, Andreessen afirma desconocer el estado actual de esa particular biblioteca puesto que la gente coge lo que considera más adecuado e incluso algún consultor ha dejado caer algún ejemplar de su propia cosecha, así como algún autor esperanzado de que alguien descubra su libro. En cualquier caso, es una curiosa manera de vestir una empresa muy próxima a las nuevas tecnologías con algo tan obsoleto como podría parecer un libro de papel.

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El futuro de la biblioteca según los bibliotecarios del MIT

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Los bibliotecarios del MIT (Massachusetts Institute of Technology) celebraron unas jornadas en las reflexionaron sobre los distintos desafíos a los que se enfrentan las bibliotecas en este siglo XXI. Al contrario de lo que podría pensarse, no existe una versión pesimista del futuro de las bibliotecas. Ya que éstas todavía tienen una función preeminente en la sociedad en la que se sitúan. El objetivo de la biblioteca se fundamenta en “ahorrar el tiempo al usuario”, algo que podría parecer disuelto cuando todo el mundo lleva una conexión a internet en el bolsillo. Sin embargo, ese acceso inmediato también debe ser alimentado. En el caso del MIT, cuando se anunció el descubrimiento de las ondas gravitacionales, los servidores de la biblioteca debieron ser reforzados, mientras se habilitaba un sitio web con materiales de apoyo para que los medios y los ciudadanos de a pié pudiesen consultar con profundidad ese tema.

Por lo tanto, si creemos que tras la digitalización la biblioteca, tal y como está concebida, está acabada. Lo más probable es que nos equivoquemos, ya que no debemos olvidar que la biblioteca como ente se ha adaptado durante siglos tratando siempre de mantenerse como el lugar donde las personas y la información interactúan.

Ni la sociedad ni la información son entes estáticos. Evolucionan durante el tiempo atendiendo a los desarrollos propios de la Humanidad. Así, durante su existencia, las bibliotecas acogieron a tabletas de arcilla, a rollos de papiro, códices de pergamino y hasta a las nuevas formas de transmitir información como fueron los discos compactos. La sociedad también evolucionó gracias a la lucha contra el analfabetismo y la educación obligatoria, a que las universidades se alejasen de su carácter elitista para hacerse más inclusivas, a que los hábitos de lectura evolucionasen y a que la comunicación se transformó para adecuarse al ámbito electrónico.

Y, a pesar de ello, uno de los mayores problemas a los que se enfrentan las bibliotecas actualmente es la conservación de los objetos digitales debido a su obsolescencia. Sin embargo, también se debe tener presente que no todo se encuentra ni va a poder ser digitalizado, es por ello que los profesionales de la información no deben olvidar que también deben dedicarle recursos a los materiales impresos. Qué se debe almacenar y qué no, qué debe ser restaurado y cómo, tratando de ser lo más respetuoso con los materiales y que sea sostenible medioambientalmente.

Además, no todas las ramas del conocimiento se enfocan en los mismos materiales. Así, por ejemplo, las ciencias suelen preferir la difusión digital, mientras que las artes todavía prefieren los materiales impresos. También se debe considerar que algunos documentos, como en el caso de las publicaciones periódicas, ocupan mucho espacio y finalmente pesan mucho, lo que hace resentirse tanto a las estructuras de los edificios como a los cimientos.

Otro de los problemas es transmitir los fondos digitales que puede llegar a poseer una biblioteca. Aunque las colecciones digitales puedan ser inmensas, no pueden ser visualizadas y el cómo se transmite al usuario y cómo se puede representar la profundidad del conocimiento también es importante.

Por otro lado, y como ya señalamos en un artículo anterior, los edificios se convierten en lugares centros comunales, de intercambio y de encuentro cultural. Deben ser lugares donde la gente quiera pasar mucho tiempo. Cada vez hay más necesidad de crear pequeños espacios de colaboración, donde se debata, sin olvidar que sigue siendo un refugio para los estudiantes donde buscan la tranquilidad y el silencio que no encuentran en otros espacios. Aunque la figura del bibliotecario gruñón que manda callar es un tanto ofensiva, todavía es necesaria y justo lo que algunos usuarios necesitan.

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Sci-Hub, la mayor (e ilegal) biblioteca de investigación de Open-Access del mundo

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En los últimos años, la batalla sobre el acceso al conocimiento científico-técnico se ha recrudecido. El movimiento sobre el acceso libre, universal y gratuito al conocimiento se ha visto espoleado principalmente por la página web Sci-Hub que ofrece material descargable que hasta ahora sólo podía ser accesible mediante pago. Actualmente, los servidores de Sci-Hub almacenan cerca de 50 millones de documentos a los que se añaden más cada día, según los usuarios hacen uso de su buscador. Hay que señalar que estos contenidos se agregan sin el permiso pertinente de los que poseen su copyright. El crecimiento de esta página web ha provocado que los grandes medios de comunicación ya hayan comenzando a hacerse eco de esta página y The Washington Post ha tratado de ofrecer un poco de luz sobre quién está haciendo uso de la misma: todo el mundo.

Debajo de esta piratería de la propiedad intelectual, se encuentra una lucha más compleja y profunda que nos debe llevar a la década de los años 70. En esta década se produjo un incremento importante de las publicaciones seriadas científicas, pero que derivó en algo mucho más relevante con la popularización de Internet que debería hacer mucho más sencillo el conseguir rebajar los costes.

Como nota aclaratoria, debemos tener presente que los científicos que publican en estas revistas no son retribuidos por los artículos que finalmente acaban siendo publicados, sino que lo que realmente buscan es el prestigio para obtener financiación para las instituciones para las que trabajan y para sus propios equipos. Sin embargo, las editoriales pueden llegar a cobrar hasta $10.000 por suscripción para alguna de estas revistas, mientras que los científicos obtienen sus ingresos gracias a las administraciones públicas que todos mantenemos gracias a los impuestos. La pregunta es evidente si los científicos trabajan por el bien común, financiados por las administraciones públicas, ¿por qué esa información no es libre y gratuita?

Tal y como señalábamos, desde los años 70, los precios de las revistas académicas comenzaron a subir más que la inflación. Peter Suber, en su libro Open Access, afirmaba que «en el año 2000, Harvard tenía suscritas 98.900 revistas, mientras que Yale tenía 73.900.» La mejor biblioteca de investigación de la India, Indian Institute of Science, tenía suscritas 10.600 revistas, mientras que muchas bibliotecas subsaharianas no disponían de ninguna. Pero no es que las universidades pobres no puedan permitirse una suscripción o un acceso a los papers de su interés, es que las propias universidades de los países desarrollados han tenido que acometer planes de recortes en las mismas por la continua alza de los precios. Empezando por Harvard.

Para contrarrestar esa continua barrera que suponía el continuo incremento de las revistas, surgió el movimiento Open-Access en 1990. Los propulsores del mismo eran conscientes de que Internet podría reducir los costes de producción y distribución, a la vez que ofrecían una solución a esas diferencias de acceso a la información. Por ello, surgieron iniciativas como PLOS ONE como una forma de facilitar ese acceso. Sci-Hub se la contempla como un ala radical de este movimiento y es que su máxima responsable Alexandra Elbakyan espera poder acelerar la adopción del Open Access.

Las publicaciones científicas contemplan el movimiento con consternación y denuncias. La revista Science publicó recientemente una editorial (My love-hate of Sci-Hub) defendiendo el modelo de negocio de las revistas. Entre otras, las editoriales se defienden afirmando que la publicación on-line es tan cara como la impresa (se necesita contratar a ilustradores, comunicadores, editores y técnicos) y que las revistas aseguran la calidad de las publicaciones científicas y las hacen convenientes para los lectores.

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Cómo los bibliotecarios y las bibliotecas se reinventaron para sobrevivir

Recortes

Recortes, la palabra favorita de aquellos economistas que nos dijeron que podríamos gastar por encima de nuestras posibilidades. Después dieron un paso atrás y nos acusaron de vivir por encima de nuestras posibilidades. Una palabra que los políticos asimilaron con prontitud cuando ya era demasiado tarde. Se recortó todo y a todo. Salud, educación, infraestructuras y cultura. Hay que priorizar la supervivencia de aquellos que nos prestaron el dinero, aunque se dejen otros muertos por el camino.

En Reino Unido, hasta 8000 puestos de trabajo en bibliotecas han desaparecido. Se cree que esto representa hasta el 25% de los empleos del sector que han sido sustituidos por un flujo constante de voluntarios. Esto en algunos casos ha horrorizado a algunos bibliotecarios puesto que el voluntariado no puede sustituir la preparación de los bibliotecarios y la adopción de un código ético y profesional que los voluntarios suelen desconocer.

En ocasiones, estos voluntarios sufren de ciertos sesgos sobre quién puede acceder a la información, quién puede habitar las bibliotecas, qué recursos son necesarios, etc. Así, algunas bibliotecas se convierten en clubes locales sociales cerrados, sin los recursos adecuados, sufriendo de una reducción en las horas de apertura, en los fondos librarios, en el mantenimiento de las instalaciones, en una plantilla insuficientemente formada…

Sin embargo, no hay que olvidar que existen casos de éxito. Bibliotecas que estuvieron a punto de cerrar y que se salvaron de ello gracias a la voluntad de sus usuarios. Aunque no hay olvidar que una cosa es realizar actividades en una biblioteca y otra diferente es gestionarla. En eso, el personal formado específicamente no debería ser desdeñado. Sin embargo, el compromiso de su comunidad es totalmente necesaria para su supervivencia.

Cuando el acceso a la información es (casi)universal

Hoy en día llevamos una biblioteca enorme y gratis en nuestros bolsillos. Sólo debemos desbloquear nuestras pantallas, dar unos cuantos golpes sobre ellas y esperar que suceda la magia. ¿Qué sentido tienen buena parte de las bibliotecas hoy en día?

En el caso de las bibliotecas universitarias, el préstamo de soportes físicos han sufrido un declive evidente gracias al e-book y a otras plataformas de acceso a la información científico-técnica. Los bibliotecarios han sabido adaptarse a los nuevos tiempos, ofreciendo servicios online en tiempo real a través de chats y plataforma de mensajería y el cada vez más vetusto email.

Sin embargo, estas bibliotecas no han sufrido una reducción de sus visitantes. Se han ido transformando en lugares desde los cuales se accede a la información a sitios donde se interactúa con ella, se crea. Los estudiantes universitarios de EEUU han comenzando a identificar a las bibliotecas como lugares donde se va a estudiar, a colaborar, a aprender y a hacer networking.

Algunas de ellas han comenzado a eliminar las prohibiciones de comer o ingerir bebidas, mejorando los lugares de estudio huyendo de la austeridad y la frialdad de antaño. El objetivo es volver a los orígenes de las bibliotecas, reconvertirlas para que adopten el rol de aprendizaje, de cultura, de encuentro y de construcción de una comunidad intelectual que era preponderante antaño.

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Un hotel para ratones de biblioteca

El pasado mes de noviembre abrió en el distrito de Ikebukuro de Tokyo un hotel que podría hacer las delicias de cualquier amante de los libros. Book and Bed es un pequeño hotel con 30 camas que ofrece una experiencia diferente a los commuters tokiotas: la posibilidad de dormir entre libros.

Bed and Books

El pequeño hotel dispone de 1700 títulos repartidos entre el inglés y el japonés, y sus habitaciones son pequeños cubículos ajustados detrás de las estanterías. Las habitaciones son espartanas, pensadas más para los amantes de la lectura más que a otros divertimentos, que se componen de un colchón sencillo y una luz a modo de punto de lectura. El precio asciende a $40 (4500¥) por noche.

Bed and Books

Sin embargo, el concepto ha resultado un éxito con el hotel con una ocupación cercana al 100% de los que el 30% suelen ser extranjeros.

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