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Etiqueta: Identidad Digital

El periodista será el bloguer total

Cuando Sindo Lafuente llegó a la edición digital de El País tras el cierre de Soitu, además de situar el lugar de la redacción digital justo en el medio de la redacción en papel integrando ambas (como había hecho ABC), casi lo primero que hizo fue cambiar la página principal del medio de comunicación. Aunque la parte superior no sufrió apenas ningún cambio, la parte media de la portada fue limpiada y además situó, al igual que venía haciendo El Mundo, una tira con los principales blogs que El País disponía.

Aparentemente, el formato blog se encuentra viviendo una segunda juventud dentro de los medios tradicionales que finalmente los han abrazado sin el menor reparo a pesar de las dudas iniciales. Sin embargo, no debería resultar sorprendente. Una de las principales críticas que se achacaron a los medios tradicionales dentro de la ola de la Web 2.0 era lo poco participativos y colaborativos que resultaban. Fundamentalmente, en algunos se podían añadir comentarios o incluso enviar una rectificación de la noticia, pero no era esperable que alguien (el autor por ejemplo de la nota) llegase a contestar, de tal manera que los lectores se enzarzaban en discusiones sin que nadie, aparentemente, condujese el hilo de la conversación (Que era de lo que se trataba).

Hoy en día, no hay medio de comunicación que no disponga botones para promocionar la noticia dentro de la web social. Twitter y Facebook son, respectivamente, los sitios web donde los medios buscan esa agitación informativa, al igual que lo fueron previamente Menéame, Delicious o los blogs de los lectores. Ahora, el medio parece buscar la difusión de sus informaciones fuera de él, algo curioso cuando todavía nos encontramos con reticencias a la hora de enlazar otras fuentes desde los textos, pero indiscutible puesto que la “atención” de los internautas se encuentra en esos lugares (Además de mejorar el posicionamiento en Google).

Obviamente, estas nuevas políticas de promoción en la Web Social conllevan consecuencias para los periodistas. La primera es la propia curiosidad humana a la hora de comprobar cómo está funcionando lo publicado. Los rankings de “Lo más leído”, “Lo más comentado” o “Lo más valorado” son dos de las cosas que más gustan verificar. Pequeñas satisfacciones que también buscamos los propios bloguers, aunque obviamente la escala es mucho mayor. Ahora bien, ¿qué tal si añadimos lo más twitteado, lo más agitado en Facebook? El periodista convierte, efectivamente, en un mero habitante de la Web que compite con el resto de los editores (sean sus compañeros o no) por conseguir “atención”. Parte con ventaja ante los pequeños editores puesto que para ello se sitúa en grandes empresas, con mayor acceso a fuentes de información primarias y secundarias, aunque su comportamiento ante los resultados de la publicación de sus informaciones es similar.

Un paso más refrendando esta tendencia lo dió The New York Observer la semana pasada. Así, este medio ha propuesto a sus redactores una serie de incentivos para reforzar estas políticas de imapcto dentro de la web social (Pon polémica incluida). Los incentivos se colocan en cinco categorías: páginas vistas, número de posts publicados, seguidores en Twitter, cantidad de comentarios conseguidos y enlaces externos a sus noticias. Todo un reto para los periodistas de este medio que muy pronto se van a tener que reconvertir en internautas avezados para poder entender y atender todo el ecosistema informativo que se enfrentan y sus modas, tan cambiantes y poco predecibles.

De esta manera, los bloguers consideraron que nacieron para atender aquellas informaciones que parecían despreciar los grandes medios de comunicación. Unos cuantos años después, las nanoaudiencias fundamentalmente replican aquello que han visto y leído en otras partes, alimentándose de los medios de comunicación, comentándolo y añadiéndole valor (A veces sin acabar de conseguirlo). Sin embargo, ese modelo, el del bloguer, el del internauta avanzado, acabará fagocitado por el periodista que revertirá el orden en el que se publican las informaciones, primando el personalismo, su identidad digital, la figura del periodista más allá del medio en el que trabaja.

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La fragmentación de la conversación

La conversación entre amigos de Alfonso Vázquez MedinaÚltimamente, la blogosfera anda un tanto revuelta con la difusión de Friendfeed, un lugar donde aquellos que crean contenidos -Ya se trate de imágenes, texto (Blogs o microblogging), vídeos, marcadores sociales, etc.-, puedan concentrarlos y ofrecerlos a sus amigos en una suerte de Red Social donde más allá de lo que se ha hecho, estudios, trabajos lugares visitados, etc.; se prime lo que una persona está haciendo dentro de la Web 2.0. De esta forma, descubrimos que la idea principal de este nuevo servicio es la centralización de nuestro yo digital o la concentración de nuestros distintas personalidades digitales, para aquellos que puedan mantener varias (Por riqueza personal y disponibilidad de tiempo para poder gestionarlas).

Es cierto que hace tiempo que a la Blogosfera se le quitó el baluarte de principal exponente de la conversación en Internet, heredera del Manifiesto Cluetrain, mientras se desarrollaban y difundían muchas otras aplicaciones y lugares donde poder expresarse de mejor manera, mucho más directa y con menos caracteres. Sin embargo, esa fragmentación de la conversación y de identidades que ahora Friendfeed trata de galvanizar dentro de su campaña de marketing son sentimientos que ya se produjeron mucho antes dentro de los bloguers¹ y que afrontaron con mayor o menor suerte.

Porque tal vez los nuevos nativos digitales que se acojan a Friendfeed desconozcan la iniciativa OpenID. Fundamentalmente, lo que se busca con esta iniciativa es disponer de la posibilidad de no tener que crearse una nueva cuenta de usuario para obtener acceso a un sitio web. En su lugar, solo necesitan disponer de un identificador creado en un servidor que verifique OpenID, llamado proveedor de identidad o IdP si el sitio web lo soporta. De una forma sencilla, es como si se tratase de IraLIS, proponiéndose la identificación única dentro de la Web pudiendo compartir datos entre distintos servicios, mientras se va construyendo una identidad digital, de tal manera que sea posible rastrear los contenidos publicados por una persona. De esta manera, se permite por un lado identificarnos frente a los demás como nosotros mismos, utilizar la Red de una forma mucho más cómoda y, por otro, evitar esa segregación de contenidos propios que nacen por la utilización de la Web 2.0, donde cualquier aportación nos identifica dentro de una comunidad heterogénea y dispar.

Recientemente, dentro de la Biblioblogosfera, me he encontrado con dos ejemplos muy interesantes de ese sentimiento de desagregación que los bloguers tratan de evitar. Por un lado, Catuxa Seoane en su texto La deficiencia consentida y de nuevo el marketing bibliotecario realizaba distintas consideraciones sobre un correo electrónico que Roser Lozano había enviado a la lista de distribución de Iwetel. Dentro de los comentarios en su post, Catuxa recibía distintas puntualizaciones sobre si realmente debía contestar a Roser utilizando su blog y la conveniencia de no utilizar el correo electrónico que era el medio de comunicación que Roser había elegido para difundir sus puntos de vista.

Siguiendo un procedimiento similar, Álvaro Cabezas contestaba un texto de Javier Guallar también publicado dentro de la lista de distribución de Iwetel. En este caso, Álvaro publicaba el mismo texto sirviéndose tanto del correo electrónico como su blog, haciendo notar en ambos casos el origen y las posibilidades que se disponían para comentarlo o puntualizarlo. Para más señas, el texto de Álvaro llevaba como título Sobre el Thinkepi dedicado a los blogs científicos.

El hecho es que me parece curioso ese sentimiento de pérdida, de selección del medio para la difusión del mensaje y su dualidad. Los bloguers consideran que el correo electrónico es un medio de comunicación correcto, aunque parecen considerarlo insuficiente, ya que no le hacen ascos el publicar un artículo fuera del contexto o el ámbito donde nació. Es posible que se trate de una forma de reforzar la autoría de sus consideraciones, o puede que traten de recoger en un único lugar los textos que quieran destacar, o simplemente buscar la ampliación del feedback que para ellos es deseable, o puede ser que ante un contexto de interacción no se encuentren cómodos puesto que no reciben los estímulos a los que están acostumbrados. Sin embargo, lo que parece cierto es que esa desfragmentación supone para ellos una pérdida y tratan de encuadrarla dentro de un ámbito controlado que refuerce su voz y sus puntos de vista profesionales, algo que consideran que el correo electrónico les sustrae.


1. Señalaros que la idea citada de Friendfeed ya fue testeada por Javier Leiva, tal vez el más experimental de todos los bibliobloguers, puesto que desde su blog ofrecía un único canal de sindicación a todos los frentes de la Web 2.0 dentro de los que él se movía. Así, por ejemplo, podíamos tener los vídeos de YouTube producidos y subidos por Javier, así como sus fotografías de Flickr o sus textos de su blog.

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