Los tiempos cambian y ya pasó la época de las lecturas reposadas frente a la chimenea. Ahora, la innumerable oferta de ocio que nos envuelve, compite con nuestro tiempo de lectura y, teniendo en cuenta que muchos no son capaces de fijar su atención en algo más largo que la etiqueta del champú cuando van al baño; los entretenimientos audiovisuales (televisión, juegos multimedia…) tienen todos los números para ganar.
Pero que no cunda el pánico. Hay quien ha encontrado la solución perfecta a nuestra escasez de dedicación a la lectura: los cursos de lectura rápida. En los que, si es cierto lo que algunos prometen, podemos “conseguir mejorar en velocidad y comprensión lectora para poder tratar la información de manera más eficaz y rápida”.
Y yo me pregunto: ¿Qué tiene que ver la velocidad con el tocino? Siempre me había parecido que leyendo demasiado deprisa reducía mi capacidad de comprensión o de asimilación del contenido. Pero al parecer yo estaba completamente equivocada ya que, como otro de estos cursos pregona, la propia ONU recomienda leer y comprender 400 palabras por minuto, siendo la media de lectura normal de 240-300 palabras.
No conozco mi media de lectura en palabras por minuto, ni me preocupa especialmente, por lo que dudo mucho que en un futuro cercano realice alguno de estos cursos por mucho que lo diga la ONU (como si aún alguien a estas alturas hiciera caso de lo que dice). De momento, me quedo con dos argumentos de peso para no realizar un curso de lectura rápida: la frase de Woody Allen “Tomé un curso de lectura rápida y fui capaz de leerme ‘Guerra y paz’ en veinte minutos. Creo que decía algo de Rusia”; y la del prisionero del Mago Fedor…
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En Wizard of Id (El Mago Fedor) : 2, por Johnny Hart y Brant Parker.
Nuestro amigo puede bien deprimirse con su situación, pero hay formas de leer más deprisa, o bien de transmitir la misma información sin rodeos (Claros y concisos) que consisten en tratar de aportar mayor contenido en el mínimo espacio. Desgraciadamente, cuanto ese contenido que no debe ser resumido y debe ser analizado convenientemente, es sintetizado pueden suceder accidentes. Muv graves además.
Ante este tipo de anuncios, o ante afirmaciones de gente que se lee diez o quince libros en una semana (que no sé hasta que punto serán afirmaciones fiables), siempre me queda la duda: y una vez leído, se acuerda uno de algo? Se retiene alguna información? Y tanta prisa, para qué?
Más de una vez he lamentado que un buen libro se acabara. El tiempo que dura su lectura es un placer en si mismo.
Otra cosa es leer tochazos de clase y cosas así, pero si no le dedicas tiempo y concentración, tampoco te enteras demasiado.
Así que ¿para qué leer tan rápido?
Ejem, sin embargo hay libros que los quieres acabar cuanto antes mejor y no puedes parar de leerlos. Yo mismo: «Las Dos Torres» y «El Retorno del Rey»
😛
Jajajaja! Coincido con los ejemplos que has puesto, Marcos!
me parece magnifico este documento tengo 16 años y admiro muchisimo las personas que se preparan o trabajan por su area intelectual teniendo en cuenta que el saber es lo unico que los años no se llevan