Una de las excusas principales que arguyen los bloguers cuando empieza a decaer su productividad en su bitácora es la falta de tiempo debido a que sus tareas laborales los mantienen tremendamente ocupados. El resultado más probable, pasado un tiempo, es la muerte del weblog y, en el mejor de los casos, la despedida del bloguer de su audiencia.
Siempre me ha parecido curioso que, por un lado, se prediquen las bonanzas de bloguear de un modo profesional, pero que, en cuanto caemos en las redes corporativas, nuestra capacidad de proactiva se desvanezca, así como nuestra necesidad de comunicarnos con el resto de miembros de nuestra profesión. Si una organización nos escoge para incorporarnos con ellos por ser bloguers, por aportar un elemento que destaca sobre el resto de candidatos, por sabernos posicionar dentro del mercado laboral como personas que despuntan, que son participativas y activas; no debemos permitirnos abandonar nuestras tareas en la blogosfera por la rutina laboral.
Por ello, considero que las organizaciones deberían pagar a los bloguers por actualizar sus blogs y además evaluarlos por su rendimiento dentro de la blogosfera como un objetivo más del puesto de trabajo. Y digo bien pagar porque se debería permitir el mantenimiento de las bitácoras dentro de las horas del trabajo como si fuese una tarea diaria, ya que de esta forma se corroboraría que siguen siendo los profesionales que contrataron, que saben mantenerse actualizados, que son personas que piensan, disponen de ideas y siguen despuntando en su área de trabajo. Si enumerásemos las razones de porqué debemos tener un blog profesional, bien podríamos tornarlas hacia nuestras organizaciones, a saber:
- Demuestra sus conocimientos.
- Demuestra su capacidad de aprendizaje.
- El simple hecho de ser bloguer demuestra la pasión por su profesión.
- Tomarse la molestia por escribir sin ánimo de lucro también demuestra su capacidad de trabajo.
- Expone rasgos importantes de su personalidad.
- Demuestra sus habilidades literarias.
- Fortalece y demuestra su capacidad de comunicación.
- Demuestra su experiencia, incluso para los que no la tienen, ya que es un indicativo de su iniciativa y su capacidad de investigación, lo que, en el fondo, es clave para cualquier trabajo.
- Gana prestigio dentro de su sector.
- Y, sobre todo, destacar.
Si somos profesionales que se dedican a la investigación, presentando proyectos, buscando alianzas, cerrando contratos o, incluso, a la docencia; mantener un blog puede bien revertir hacia nuestra organización ya que ante todo somos personas que estamos formamos parte de ella, aportamos intangibles y valor añadido a la vez que se demuestra que nuestra organización cuenta con verdaderos profesionales, está abierta y preparada a los cambios constantes que se producen en los mercados y en la sociedad. Por ello, creo que mantener un blog profesional sigue siendo una buena idea, incluso después de conseguir y firmar el contrato del soñado puesto fijo.
Lo que mas me gusta de este post es el toque de ingenuidad mezclada con esa seguridad que siempre desprenden tus post. Estoy de acuerdo contigo en todo, pero creo que es una Utopia, sobre todo en ciertas organizaciones.
Gracias Lara!
😉
Sé que lo explicado más arriba se ajusta a eso de «Seamos realistas, pidamos lo imposible», pero no siempre debemos estar exigiéndonos como bloguers sin recibir nada a cambio por parte de las organizaciones que nos contrataron precisamente por serlo.
¿Utopía? Por supuesto y soy consciente de ello, pero no por ello voy a dejar de escribir sobre ello. Me gustan las utopías; si no, no sería bloguer.
😀
[…] unos meses, escribí una lánguida proclama, o soflama según se mire, sobre la excusa, llamémosla así, de la que […]