La película American Splendor plasma en formato fílmico la obra autobiográfica que Harvey Pekar había reflejado previamente en una serie de cómics homónima. Este contador de historias -ya que los dibujos eran realizados por diversos autores del cómic underground-, como realmente se ganaba la vida era como archivero en un hospital de veteranos de Cleveland. Harvey Pekar trabajó en dicho archivo hasta su jubilación, incluso una vez alcanzado el éxito con su obra, y en American Splendor queda recogido el poco interés y el tedio que su rutinario trabajo como archivero le producía.
En diferentes escenas de la película, que transcurren en los años 70 y 80, se muestra el archivo clínico en el que trabajaba, con sus estanterías sin fin llenas a rebosar de carpetas clasificadas por colores, o el aún más tétrico depósito, con viejos archivadores de madera y cajas de cartón, donde iban a parar las historias clínicas de los fallecidos.
Ya empezado el siglo XXI, y con la irrupción de la informática y la digitalización de documentos, podríamos esperar que esas imágenes de un archivo de hace más de 20 años no pudieran identificarse con los archivos actuales, pero teniendo en cuenta algunas noticias que os hemos hecho llegar y otras muchas que se oyen quizá las cosas no hayan cambiado tanto.
El archivo del Hospital General es IGUAL al de esta peli, con su codificación por colores y todo.
Quizás el archivo del General esté peor, después de todo…
Yo tambien puedo certificar que conozco muy de cerca un centro médico en el que las historias clinicas se clasifican exactamente igual que en las fotos, con las mismas pegatinas de colores y las cajas en las que se envian a custodia externa son idénticas a las de la foto inferior.
Las cosas en los archivos clínicos no han cambiado mucho.;)
Lo cual viene a demostrar que un archivo se parece a otro archivo, independientemente de la época y del lugar.
¡Eso se llama evolución y singularidad! jejeje
[…] La cara amable del bibliotecario sale a relucir en la comedia clásica norteamericana en películas como Su otra esposa (Desk set, Walter Lang, 1957) con Spencer Tracy y Katherine Hepburn, donde asistimos a los primeros miedos a la automatización. Por su parte Peter Sellers en Juego para dos (Only two can play, Sydney Gilliat, 1962) se mete en la piel de un modesto bibliotecario y padre de familia. Y no podemos dejar de mencionar “Marian the librarian”, la escena memorable del musical Vivir de ilusión (The music man, Morton DaCosta, 1962). La cara gótica nos llega de la mano de un bibliotecario Jonathan Harker, quien es llamado por el conde Drácula (Christopher Lee) para catalogar su biblioteca personal (Horror of Dracula, Terence Fisher, 1958). La cara más sórdida pero cercana la tenemos plasmada en el testimonio gráfico y filmado de la vida del archivero hospitalario Harvey Pekar en American Splendor. […]