Miquel Ros Martín no es mi hermano, ni siquiera es familiar mío (Que yo sepa), sin embargo últimamente su nombre se ha difundido mucho en los medios de comunicación gracias a que ha obtenido el primer premio en el apartado de Ingeniería Técnica en Informática, del Premio Nacional de finalización de estudios universitarios convocado por el Ministerio de Educación, Política Social y Deportes (Mi más sincera enhorabuena). Probablemente, Miquel y yo no lleguemos a coincidir nunca de forma física, ni a cruzar unas palabras, pero puede ser que los dos lleguemos a publicar algún artículo científico en un futuro.
En mi caso, he normalizado mi firma en los textos que publique de forma impresa o digital de 2008 hacia adelante, escarmentado y divertido al descubrir que los documentalistas y bibliotecarios me asignaban unos apellidos u otros cambiando mi persona, conjugándola con la de otros. Así pues, en mi ficha IraLis señala inequívocamente que firmo como Marcos Ros-Martín, pero en las referencias de las bases de datos científicas mi nombre quedará recogido como un “Ros-Martín, M.” y por lo tanto Miquel, que también podría haberse llamado Marcos, y yo puede que algún día compartamos índice h si decide firmar sus textos como Miquel Ros-Martín.
Sin embargo, esta anécdota menor se multiplicaría si yo o Miquel nos llamásemos “John Smith”. ¿Cuántos científicos aparecerán en las bases de datos como “Smith, J.”? ¿Cuántos artículos? Y si yo fuese una científica, de nombre Mary Jane, y me casase con John Smith, ¿firmaría a partir de entonces como Mary Smith aún poseyendo artículos firmados como Mary Jane? Algunos ya han propuesto que la solución pase por un identificador único para todos los investigadores.
De esta manera, en el sitio web ResearcherID de la editorial Thomson Reuters se nos propone la asignación de un identificador único para cada persona de tal manera que se pueda agilizar los trámites con los editores de publicaciones científicas. El debate ya ha producido textos a favor y en contra, mientras que otros se preguntan quién debería gestionar estos números.
[…] conté mi experiencia y mi sorpresa con mi “hermano “, Miguel Ros Martín, que curiosamente se puso en contacto conmigo y que descubro con alegría a la hora de redactar […]