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El genio y su manzana

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Hace ya unos años, saliéndome quizá de los temas que publicaba en este blog, escribí un texto dedicado a Steve Jobs en el que recogía mis impresiones y mis primeros contactos con los dispositivos electrónicos ideados por la compañía Apple. Jobs falleció el pasado 5 de octubre, justo un día después de la presentación del iPhone 4S, y los homenajes a uno de los revolucionarios de la electrónica e informática de consumo no dejaron de sucederse.

El futuro rumbo de Apple es todavía una incógnita, a pesar de que exista una hoja de ruta trazada por Jobs en sus últimos meses de vida. Puede que sus fans rememoren con cierto temor aquella época en la que Jobs fue expulsado de la compañía que él mismo había creado y que sólo él pudo levantarla del ostracismo tecnológico al que parecía encaminarse al iniciarse la década de los 90. Pero lo que más me sorprende últimamente es el análisis hacia su persona, impulsada quizá por el propio Jobs al encargar una biografía oficial a Walter Isaacson. Puede que incluso Jobs concibiese una especie de testamento vital para tratar de explicarse, de mostrarse sin tapujos, aunque en especial a los suyos, a su familia, y tratando de señalar los porqués de las decisiones que tomó. Una visión de sí mismo sin tratar de dulcificar su figura, a pesar de que en Estados Unidos se le ponga de ejemplo del “sueño americano”. Una forma de reconocer que se equivocó al tomar una decisión vital cuando se le detectó cáncer, creyendo quizá que la psique puede controlar la materia. Tomó el camino de la medicina alternativa para tratar de curarse del cáncer y en esa apuesta perdió contra el Destino.

El famoso discurso de Jobs de Stanford que queda probablemente como su visión de la vida, su concepción de tratar de superar los problemas en el camino, queda aupado como un legado de una mente compleja. Fue durante ese discurso cuando Jobs se sinceró consigo mismo, tratando de entreabrir la puerta de su enigmática persona y demostrarse como un ser humano tratando de encajar las piezas, unir los puntos. Allí confesó que fue dado en adopción, pero el Destino le jugaría una mala pasada porque durante su camino encontró a su padre biológico que trabajaba en un restaurante sin que ellos lo supieran. Sin embargo, Jobs en cuanto supo que aquel hombre era su padre no volvió a pisar el restaurante incapaz de perdonar los hechos del pasado. También encontró a su madre y su hermana que resultaría ser una famosa escritora con la que establecería una relación muy estrecha.

La vida de Jobs, exagerada para algunos, dan para una biografía apasionante y puede que el dueño de Apple fuese consciente de eso. Su compleja personalidad, despótica, robaideas, irascible, incongruente puede que sea fruto de su propia historia, de los desafíos que tuvo que afrontar durante toda su vida. Sin embargo, el genio huraño dejó y construyó una visión amable, luminosa a la hora de interactuar con las máquinas, puede porque no supo cómo hacerlo de la mejor manera con las personas.

Publicado en Cajón de sastre