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Mes: octubre 2005

La biblioteca de los Moradores y los libros vivientes

Nada podría ser más distinto al mundo que conocemos, que lo que encontró el protagonista de El mundo subterráneo, un hombre del siglo XX en una misión de rescate en el futuro de la Tierra, dentro de 500.000 años: un futuro en el que los descendientes de los humanos, los Anfibios y los Moradores, luchan por su supervivencia.

En esta novela de ciencia-ficción de 1949, el escritor S. Fowler Wright (1874-1965) desarrolló una emocionante novela de aventuras en un mundo fantástico, en el que su desbordante imaginación describe paisajes y seres sorprendentes. Pero, a pesar de que somos incapaces de reconocer apenas nada que nos recuerde nuestro mundo, Wright no pudo dejar de introducir en ese futuro tan lejano y extraño algo que no nos es ajeno: libros, bibliotecas… y bibliotecarios.

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«La Biblioteca de Babel» en venta

Si ayer hablábamos sobre la bibliofilia y de la bibliomanía, hoy disponemos de un buen ejemplo de la primera o más bien de la otra. Así, descubro que el manuscrito original de "La biblioteca de Babel", de Jorge Luis Borges, está a la venta en la Feria del Libro de Frankfurt (Frankfurter Buchmesse). El librero John Wronoski, propietario de la librería de viejo Lame Duck Books de Cambridge, pide por las ocho páginas del cuento de Borges, escritas en un cuaderno de contabilidad y con abundantes correcciones de primera mano y subrayados, la módica suma de 390.000 euros. El librero afirma: "Si no lo vendo ahora, no tengo ningún problema. Sé que en cinco años el precio se habrá triplicado". Seguramente, alguien se rascará el bolsillo…
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Bibliofilia vs Bibliomanía

Los bibliófilos creen que uno de los principales pecados de los bibliotecarios consiste en tratar a los libros como simples objetos de análisis técnico. Cuando un bibliotecario dispone de un libro en sus manos, lo que hace es un análisis completo y exhaustivo de sus elementos identificativos siguiendo una serie de reglas preestablecidas, autopsia lo denominan, así que un bibliotecario se apresura a localizar el título, autor, año, editorial… obviando en ocasiones lo que realmente tiene enfrente suyo. Estoy convencido que hay muchos tipos de bibliotecarios, no todos tendrán la actitud de oficinista (o peor, de operario de cadena industrial) antes descrita, aunque si bien es cierto que un bibliotecario no tiene la necesidad de ser un bibliófilo, todos lo somos un poco, bibliófilos claro, al admitir que amamos los libros.

La pregunta que nos debería asaltar ahora es: ¿Y quién no lo hace? ¿Quién se va a atrever a afirmar sin tapujos que los libros son detestables? Seguramente, algún estudiante que se horrioriza ante la materia de estudio, o el libro recomendado por el profesor, pero no se atreverá, por su condición de estudiante, a renegar de ellos (y menos de Google, claro. Santa tecnología). Sin embargo, ahora nos toca puntualizar, puesto que no todo amor por los libros tiene que ser bibliofilia, afortunadamente para nuestro bolsillo, de esta manera, el diccionario de la RAE puntualiza que la bibliofilia consiste en:

Pasión por los libros, y especialmente por los raros y curiosos.

Es decir, que yo por precisamente no tener ningún libro raro, aunque curioso admite un espectro amplio de tipos, no soy bibliófilo. De momento, no me ha dado por desprenderme de miles de euros, aunque se trate de un par de miles, por un libro. Sin embargo, los hay que sí lo hacen (o no) creando una fauna dentro de la bibliofilia que, aunque difícil de identificar para el resto de los mortales, es curiosa conocer:

  • Bibliomaníaco. Para definir a éstos, vamos a volver al diccionario, puesto que los define de una manera adecuada, así la bibliomanía consistiría en la Pasión de tener muchos libros raros o los pertenecientes a tal o cual ramo, más por manía que para instruirse. Es decir, que éstos no los leerían.
  • Bibliopiratas. Esta tipología de bibliófilos no se conformarían con la compra de libros, sino que adquirirían técnicas y tácticas más ruínes para obtener los libros que tanto desean. Así, los bibliopiratas no dudarían en robar un libro para incorporarlo a su biblioteca particular, ya fuese en librerías o en bibliotecas tanto públicas como privadas.
  • Bibliotafio. Es literalmente, sepulcro de libros, por lo que trasladado a la bibliofilia se trataría del bibliófilo que no permite la consulta de la biblioteca ni muestra sus libros guardándolos con celo.

De todos ellos, el más deleznable seguramente es el bibliomaníaco, aunque los bibliopiratas también tienen algunos puntos negros en nuestra cuenta, tipología a la que Umberto Eco ya dedicó un texto. Desde luego que no pienso, ni puedo realmente, extenderme en este tema, ya que pudiendo disfrutar de un texto de un intelectual, para qué esforzarme en igualarlo. Por lo que único que me queda es dejaros con él para que lo disfrutéis.

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La Biblioteca Nacional en 2005

¿Es posible que la actual directora de la Biblioteca Nacional de España, Rosa Regás, sea nuestra Daniel Boorstin, bibliotecario de la Library of Congress que inició la apertura de la institución a la sociedad norteamericana? El País Semanal nos lo descubre en un artículo del pasado domingo Biblioteca Nacional, esa desconocida, totalmente recomendable. Aquí tenéis el PDF y aquí un artículo sobre la Biblioteca Nacional de 1924 que ya transcribimos en su momento.
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La guerra de los Weblogs: ¿Ha comenzado?

Hubo un tiempo en el que los blogs pacían tranquilamente por la Red, simplemente nacían, se agrupaban creando sus pequeñas redes de contactos y proseguían con sus azarosas vidas con mayor o menor fortuna, tal y como tiene que ser. Seguramente, por aquel entonces nose consideraban como una categoría especial dentro de Internet y simplemente pasaban por ser una página / sitio web más. Algunos pronto disfrutarían de cierto éxito, otros desaparecían para ser recordados tan sólo por unos pocos que los conocieron durante su breve estancia en la Red, pero la mayoría simplemente se conformaban con poco más que el establecimiento de nuevos contactos sociales a través de la incipiente blogosfera. Sin embargo, por fortuna o por desgracia, las cosas comenzaron a evolucionar rápidamente, el fenómeno comenzó a agrandarse, a disponer de cierto éxito y reconocimiento.

Aparentemente, el secreto del éxito de las bitácoras consistía en la flexibilidad, en la concentración de personas con gustos e intereses semejantes, la actualidad de contenidos, la sencillez de publicación, la posibilidad de interactuar con el visitante y con el autor. Junto con el éxito de los weblogs y la especialización de sitios webs dedicados a ellos como directorios o buscadores específicos para las bitácoras, no se tardaría mucho en el estudio de nuevos modelos de negocio para la obtención de beneficios económicos con ellos, el dinero se preparaba para entrar en la blogosfera y cuando lo hizo fue imparable.

Algunos ofrecieron cierta resistencia a ello, se consideraba que los weblogs no deberían moverse por términos monetarios, sin embargo el sistema publicitario de Google, Adsense, facilitó mucho que pequeños sitios web gestionasen su publicidad no invasiva y algunos aceptaron gustosos los pocos euros que este sistema les pudiese reportar.

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Una documentalista distinguida

La doctora en Medicina, María Luz Terrada (Valencia, 1933), miembro fundador de la Sociedad Española de Documentación Médica, de la Sociedad Española de Informática Médica y de la Sociedad Española de Documentación e Información Científica, recibió el pasado 9 de octubre la Distinción de la Generalitat Valenciana al Mérito Cultural. Durante la ceremonia de entrega, el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, afirmó que la doctora "se ha proyectado como un referente ineludible en la disciplina de la de la Documentación Médica”, así como resaltó el trabajo callado de quienes trabajan en laboratorios, aulas, archivos y bibliotecas. Desde aquí, esperamos que lleguen muchos más premios y reconocimientos a los profesionales de la información que a buen seguro la inmensa mayoría se merecen. Sin duda, ésta es una gran noticia.
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