Los bibliófilos creen que uno de los principales pecados de los bibliotecarios consiste en tratar a los libros como simples objetos de análisis técnico. Cuando un bibliotecario dispone de un libro en sus manos, lo que hace es un análisis completo y exhaustivo de sus elementos identificativos siguiendo una serie de reglas preestablecidas, autopsia lo denominan, así que un bibliotecario se apresura a localizar el título, autor, año, editorial… obviando en ocasiones lo que realmente tiene enfrente suyo. Estoy convencido que hay muchos tipos de bibliotecarios, no todos tendrán la actitud de oficinista (o peor, de operario de cadena industrial) antes descrita, aunque si bien es cierto que un bibliotecario no tiene la necesidad de ser un bibliófilo, todos lo somos un poco, bibliófilos claro, al admitir que amamos los libros.
La pregunta que nos debería asaltar ahora es: ¿Y quién no lo hace? ¿Quién se va a atrever a afirmar sin tapujos que los libros son detestables? Seguramente, algún estudiante que se horrioriza ante la materia de estudio, o el libro recomendado por el profesor, pero no se atreverá, por su condición de estudiante, a renegar de ellos (y menos de Google, claro. Santa tecnología). Sin embargo, ahora nos toca puntualizar, puesto que no todo amor por los libros tiene que ser bibliofilia, afortunadamente para nuestro bolsillo, de esta manera, el diccionario de la RAE puntualiza que la bibliofilia consiste en:
Pasión por los libros, y especialmente por los raros y curiosos.
Es decir, que yo por precisamente no tener ningún libro raro, aunque curioso admite un espectro amplio de tipos, no soy bibliófilo. De momento, no me ha dado por desprenderme de miles de euros, aunque se trate de un par de miles, por un libro. Sin embargo, los hay que sí lo hacen (o no) creando una fauna dentro de la bibliofilia que, aunque difícil de identificar para el resto de los mortales, es curiosa conocer:
- Bibliomaníaco. Para definir a éstos, vamos a volver al diccionario, puesto que los define de una manera adecuada, así la bibliomanía consistiría en la Pasión de tener muchos libros raros o los pertenecientes a tal o cual ramo, más por manía que para instruirse. Es decir, que éstos no los leerían.
- Bibliopiratas. Esta tipología de bibliófilos no se conformarían con la compra de libros, sino que adquirirían técnicas y tácticas más ruínes para obtener los libros que tanto desean. Así, los bibliopiratas no dudarían en robar un libro para incorporarlo a su biblioteca particular, ya fuese en librerías o en bibliotecas tanto públicas como privadas.
- Bibliotafio. Es literalmente, sepulcro de libros, por lo que trasladado a la bibliofilia se trataría del bibliófilo que no permite la consulta de la biblioteca ni muestra sus libros guardándolos con celo.
De todos ellos, el más deleznable seguramente es el bibliomaníaco, aunque los bibliopiratas también tienen algunos puntos negros en nuestra cuenta, tipología a la que Umberto Eco ya dedicó un texto. Desde luego que no pienso, ni puedo realmente, extenderme en este tema, ya que pudiendo disfrutar de un texto de un intelectual, para qué esforzarme en igualarlo. Por lo que único que me queda es dejaros con él para que lo disfrutéis.