Cuando decimos que somos bibliotecarios o documentalistas, inmediatamente, todo el mundo nos identifica con la idea estereotipada que se tiene de la profesión. En realidad, a decir que soy documentalista ya renuncié hace tiempo, por el esfuerzo que supone, a mí explicar lo que es y a los demás entenderlo. Pero, lo dicho, partiendo de un perfil clásico y establecido de amante de la lectura y ordenado; llegamos a la imagen de bibliotecario callado, recatado, frustrado, huraño… que queda recogido hasta en el mundo del cómic más actual. Muy lejos está en la mente de todos el Librarian Chic y el mundo tecnológico en el que cada vez estamos más inmersos.
Tampoco creo que nadie se imagine el trabajo en una biblioteca como algo emocionante y lleno de aventuras; aunque un trabajito de verano en la Biblioteca del Queen Mary 2 no estaría mal, y lo que cuentan algunos sobre su experiencia como documentalistas no tiene desperdicio. En cualquier caso, éste trabajo también tiene sus satisfacciones y, aunque dudo mucho que nos haga ricos, seguro que sí nos compensa de muchas otras formas.