La necesidad agudiza el ingenio: Convertir una pequeña biblioteca en un lugar dónde cada lector encuentra su libro, cada niño su cuento, cada adolescente su película (¿para qué va a leer un adolescente el libro si existe en película?)… es lo que ha logrado Isabel García en la biblioteca municipal de Villagarcía del Llano (Cuenca).
Este pequeño pueblo, de unos 1000 habitantes, cuenta desde 2003 con una biblioteca de escasos 40 m., donde los lugareños pueden ocupar su tiempo de ocio ojeando la prensa (un periódico nacional, otro deportivo y una revista para jóvenes); leyendo uno de los cerca de 1500 libros de que dispone; escuchando o visionando alguno de los CD o DVD; o, simplemente, comunicándose con todo el mundo a través de Internet.
Puede que para los habituados a bibliotecas públicas de grandes ciudades la exigüidad de su fondo sea descorazonador, pero lo limitado de su colección se ve compensado por el entusiasmo con el que Isabel rige la biblioteca.
Isabel ha sido la encargada de organizar y catalogar el fondo de esta biblioteca casi desde su creación y, aunque de formación ajena a la profesión, sus ganas de aprender y de dar un mejor servicio a sus usuarios ha servido para que pusiera todos los medios a su alcance para subsanar esas carencias formativas con cursos, ingenio y con la interacción con los bibliotecarios de los pueblos vecinos. En sus reuniones quincenales plantean sus problemas, se ayudan para solucionarlos y, sobre todo, emergen las ideas de las actividades que promocionarán sus bibliotecas e incentivarán a sus lectores.
Los usuarios de la biblioteca de Villagarcía del Llano son en su mayoría los niños del pueblo, que rondan el centenar, y que utilizan la biblioteca principalmente para realizar sus deberes, tomar prestados libros y películas, utilizar los ordenadores los dos días que estos están disponibles y, eso sí, involucrarse en todas las actividades que la biblioteca realiza para ellos. Ya en la adolescencia, sus visitas son menos frecuentes y su interés por la lectura disminuye, por lo que los préstamos que realizan son más de películas que de libros.
El otro gran grupo de usuarios de esta biblioteca son las mujeres de entre 35 y 50 años, grandes lectoras de novelas y que, con sus preferencias literarias muy claras, tienen un papel importante en las adquisiciones de la biblioteca por sus desideratas. Estas desideratas, las listas de libros más leídos y la propia selección de la bibliotecaria, Isabel, son las que conforman el fondo bibliográfico de la biblioteca.
Pero esta biblioteca rural no se limita a abrir sus puertas 4 horas diarias para la lectura en sala, el préstamo y el acceso a los 3 ordenadores de que dispone; si no que, como ya he dicho, realiza múltiples actividades para acercarse a sus lectores, especialmente a los niños. Todavía puede contemplarse en sus paredes el cartel de la “Historia del Hada Trotacuentos”, de la última actividad de cuentacuentos que tuvo lugar, o en sus estanterías los libros que los niños idearon, escribieron y pintaron en el pasado Día del Libro, desarrollando su concepto de “libro”.
Otras actividades realizadas por los niños han sido un concurso de marcapáginas, otro de postales navideñas y más adelante, posiblemente, de marionetas. Pero no sólo los niños están en el punto de mira de Isabel, sino que la futura realización de talleres de lectura estará dirigida a sus usuarios más jóvenes, pero otros también a los adultos.
Estos proyectos y muchos otros, como la posible creación de un fondo local, son los que se llevarán a cabo en la que pronto será la nueva sede de la biblioteca: Doblemente espaciosa que la actual y con nuevo mobiliario, permitirá desempolvar los libros que todavía permanecen en cajas por la falta de espacio en su ubicación actual, y enriquecerá el tiempo de ocio de unos usuarios que, no por poco numerosos, son menos exigentes.
Me parece una idea estupenda, y la labor de Isabel magnífica, y más teniendo en cuenta su falta de formación en la materia.
Como usuaria de una biblioteca rural de parecidas características, me ha encantado leer este artículo, que refleja perfectamente la realidad de esos pequeños lugares en los que, cierto, los escolares van a hacer sus tareas, las mujeres a sacar en préstamo las novelas y que, poco a poco, y gracias a sus actividades paralelas, se transforma, por las tardes, pues su horario comienza unos minutos antes de que la escuela acabe el suyo, en el centro de reunión de los jóvenes, que saben que allí, siempre, son bien recibidos. Aunque alboroten un poco.
Como bien dices Mercé, la iniciativa de Isabel es impresionante y la verdad es que me encantaría asistir a una de esas reuniones quincenales de bibliotecarios para ver cómo surgen esas ideas.
Realmente fue una grata sorpresa descubrir una biblioteca tradicional, en la que los lectores, niños y adultos encuentran su sitio, en vez de las bibliotecas públicas deshumanizadas convertidas en meras salas de estudio.
Me alegro Amanda que disfrutes de una biblioteca como esta.
Poco que añadir a los comentarios anteriores. Sería ideal que en muchos otros pueblos existieran bibliotecas así. Lamentablemente el ocio de los niños está más orientado a la tv, la consola que a los libros.
Saludos. 🙂
Es obligatorio el uso de la imaginación ante la falta de recursos, y eso es lo que ha hecho Isabel, y muy bien. Mi enhorabuena a ella y a todo el colectivo de «Bibliotecarios Rurales». Además, si funciona una biblioteca los políticos suelen darle un pequeño empujoncito, y me alegro mucho por ello.
Ya va siendo hora de que los políticos consideren que una biblioteca bien dotada y bien gestionada son un valor a tener en cuenta para la cultura y la educación de un pueblo.
Por esto hay que felicitar a Isabel por su logro, su lucha continua por conseguir apoyo y subvenciones, y por el nuevo local que disfrutará dentro de poco.
Felicidades Isabel, y mucho ánimo porque es dificil conjugar anhelos y resultados en la administración. La lástima es que los políticos no saben valorar nuestro esfuerzo y aportación personal «más allá del cumplimento del deber». Ánimo y paciencia.
Los bibliotecarios son como panaderos de la masa esponjosa, algo viscosa, del conocimiento y del pensamiento futuro.
Son fusiles cargados de palabras que llenan cerebros.
Un valor ingentísimo pero, sin embargo, olvidadísimo.
Enhorabuena el que sea bibliotecario frente al constructor antisistema o el político trabucaire: de el será el reino del conocimiento.
Saludos y enhorabuena por el blog.