Saltar al contenido →

Categoría: Enredando

Todos quieren parecerse al filtro de Instagram de moda

Uno de los ámbitos donde la inteligencia artificial va a tener mayor impacto (entre otros muchos) es el de imagen. Los ámbitos de aplicación de esta tecnología en el campo de la imagen son diversos y muy potentes, pero hay uno que está comenzando a afectar en cómo interpretamos al mundo, la sociedad y nosotros mismos.

En un primer momento, las aplicaciones móviles destinadas para su uso en Instagram y otras redes sociales, sólo podían tratar las imágenes a posteriori. Es decir, se tomaba una foto y el móvil debía interpretar la imagen hasta llegar al resultado deseado. Sin embargo, actualmente estos filtros ya pueden tratar las imágenes en tiempo real, mientras se está grabando un vídeo o se está produciendo una videollamada. Todo esto gracias al salto en el procesamiento de la información que permiten los móviles hoy en día.

Si bien la presión social y mediática, se había centrado en la belleza y en ser eternamente joven, hoy en día desborda también esos ámbitos. El bótox se había constituido como una de las principales armas estéticas para tratar de ir eliminando las arrugas que iban apareciendo en los rostros de las personas a lo largo del tiempo. En algunos casos, esa obsesión para tratar de detener el tiempo había sido contraproducente porque a lo largo que acudían a más sesiones de cirugía, sus rostros se iban congelando y cambiando, limitando una de sus principales herramientas de trabajo: paralizaba algunas expresiones de sus rostros.

Más allá de la influencia que puedan suponer las principales figuras mediáticas, hoy en día se añade una más que se puede usar todos los días y muchas ocasiones gratuitamente. Además el impacto es inmediato porque la imagen que se transmite en las redes sociales es prácticamente personal, pero puede también modificar cómo nos ven y cómo nos vemos personalmente.

La era de la Instagram Face como se la ha denominado empuja los límites de cómo nos vemos y vemos al resto. Sin embargo, es una imagen algorítmica, edulcorada y estandarizante de consumo sencillo y nada sutil. El problema surge cuando se busca trasladar la imagen falsa o fake de uno mismo que se genera a través de un algoritmo a la vida real. Y no sólo por la falta de autoestima que genera, sino porque los algoritmos generan una imagen que no se puede obtener en la mayoría de ocasiones: labios gruesos, ojos más grandes o una nariz minúscula. Al fin y al cabo, la fisiología facial es propietaria de cada uno y los algoritmos tratan de estandarizar esa belleza añadiendo particularidades étnicas fusionadas en una sola imagen.

Esta situación comienza a ser tan generalizada que ya tiene nombre de enfermedad mental: dismorfia de Snapchat. Esta situación describe la obsesión del paciente respecto a su apariencia corporal y aquellos que la sufren se encuentran preocupados e infelices por su aspecto. Lamentablemente, esta imagen no se sustenta sobre algo real o físico, sino la interpretación de un algoritmo sobre nuestro rostro para que obtenga más likes y más comentarios. Una carrera para modificar nuestro rostro según la moda de los influencers y las marcas de turno y la interpretación que haga el algoritmo del canon de belleza del momento que estemos viviendo.

Deja un comentario

La vida es una espiral algorítmica

Aunque somos cada vez más conscientes de que nuestra vida digital es cada vez es menos aleatoria, atrapados por decisiones de diseño y empujados por sistemas que quieren que no les abandonemos tan rápido; es posible que lo seamos menos de la gran dependencia que estamos adquiriendo sobre unas líneas de código que poco a poco van tomando decisiones por nosotros y sobre nosotros.

Ya no estamos hablando de aspectos un tanto banales, aunque cada vez lo sean menos, respecto al consumo que hacemos de la información tanto en redes sociales como en otras plataformas diseñadas para su consumo. Este código puede ser cambiado en cualquier momento por las empresas que controlan el producto sobre cuestiones de ego de sus propietarios o para otras cuestiones más lesivas y de manipulación de las masas como se demostró en el caso de Facebook y su acuerdo con Cambridge Analytica.

Cada vez más, los algoritmos intervienen de forma directa en nuestras decisiones y sobre las decisiones que toman sobre nosotros. En algunos casos, los algoritmos tratan de engancharnos para que consumamos un tipo específico de contenido (YouTube y sus vídeos de gatitos), mientras que en otras ocasiones tratan de seguir invitándonos a adquirir un producto aunque ya lo hayamos adquirido (¿a quién no le hace constantemente esto mismo el algoritmo de Amazon?).

Pero, mientras que tal vez te hayas detenido más de la cuenta a ver un vídeo gracioso de un gato persa sin mayor interés que la anécdota o puede que en tu búsqueda de tu próximo móvil hayas visto demasiadas marcas y que Amazon considere que en vez de uno necesitas dos, hay algoritmos que diseñados por las personas inciden en sus vidas y en las decisiones que toman sobre las mismas terceras personas.

El propio Amazon tuvo que enfrentarse a su propia contradicción de su algoritmo de selección de personal que consideró que no era conveniente seleccionar a mujeres en puestos de ingeniero. En cuanto se percató del error, la empresa norteamericana tuvo que retirar su algoritmo debido a la ineficiencia del mismo y a los sesgos sobre los que se había programado. Si la mayoría de los ingenieros son hombres, seguramente se deberá a que las mujeres deben ser malas ingenieras debió de concluir el sistema informático que reclutaba perfiles.

Sin embargo, esta noticia es de 2018 y parece que se ha avanzado poco para tratar de evitar caer en este tipo de errores. Por ejemplo, recientemente los medios de comunicación recogían el caso del Gobierno holandés donde se investigaban a las familias menos favorecidas porque el algoritmo sospechaba que se estaba produciendo un fraude con las ayudas. Este tipo de algoritmos que se están comenzando a utilizar de forma masiva en las administraciones públicas de Europa tratan de cruzar una gran cantidad de datos para detectar la infracción y principalmente a barrios de ingresos humildes. Sin embargo, los criterios que en ocasiones se utilizan para detectar esos fraudes pueden ser discriminatorios como por ejemplo ser madre soltera y también otros que atentan contra la privacidad de las personas de forma mucho más directa.

Por supuesto que no sólo las instituciones públicas están tomando sus decisiones basándose en algoritmos y que pueden tener un impacto significativo en la vida de las personas. El sector privado también lo está haciendo y lo están realizado de forma mucho más acelerada. Un ejemplo es el de la toma de decisiones respecto la valoración crediticia sobre los consumidores donde se han aplicado masivamente y están repercutiendo sobre las vidas de las personas de forma decisiva. En ocasiones, las razones de las valoraciones las desconocen incluso los propios empleados puesto que estos algoritmos son cajas negras donde no queda muy claro las razones por las que se toman ese tipo de decisiones.

De forma progresiva, este tipo de sistemas se van integrando paulatinamente en la toma de decisiones de las empresas y los organismos públicos. Por ejemplo, en EEUU los algoritmos ya son responsables de decidir qué niños pueden entrar en los programas de familias de acogida, qué pacientes recibirán atención médica y qué familias tendrán acceso a una vivienda estable; y estos ámbitos no van a dejar de crecer. El peligro es que la falta de información sobre el funcionamiento de los mismos, la falta de control sobre las razones que se toman estas decisiones sin sesgos de clase o de raza se generalicen y que la igualdad de acceso y de derechos decrezca según nuestras vidas se controlan cada vez más en base al funcionamiento de estos sistemas.

Deja un comentario

Con Gutenberg, WordPress cambió del todo

Si bien cuando tratas de editar un texto para la web en tu ordenador fuera del sistema de gestión de contenidos, dispones de muchas opciones; en el caso de que lo hagas directamente a través del CMS puede que tus opciones se encuentren más bien limitadas. Si este es el caso, el sistema ha de tratar de convercerte de que sus funcionalidades son las mejores y las más potentes disponibles entre todas las opciones disponibles. Si llevas ya unos años en el mercado y te has posicionado como una de las plataformas más populares en cuanto a distribución de contenidos, un gran cambio puede no satisfacer a tu comunidad.

WordPress decidió en 2008 cambiar su sistema de edición de contenidos y darle un reenfoque. Ya no sólo se trataba de un cambio tan sólo estético, sino que también abordaba cambios en cuanto la filosofía y cómo debería editarse en la Web. El nuevo sistema se denominó Gutenberg en honor al inventor de la imprenta, Johannes Gutenberg (1400-1468), y no faltó la polémica.

Diseñado para favorecer el proceso de edición. Gutenberg transformaba cómo se editaban los textos hasta el momento en WordPress. Si hasta el momento, se seguía una edición lineal como si de un documento en MS Word se tratase, desde Automattic se forzaba a trabajar con los denominados bloques dentro del texto. De esta manera, los textos y las imágenes podían agruparse dentro de ellos favoreciendo la edición, pudiendo trasladar estos bloques con facilidad dentro de la página a publicar. El objetivo era mejorar el proceso de edición tratando que el usuario pudiese ver el resultado mientras está redactando. Además, permitía la mejor implementación de shortcodes, widgets, menús y/o campos personalizados de manera que los usuarios avanzados pudiesen personalizar todavía más las páginas a publicar.

Este movimiento aunque polémico era considerado necesario atendiendo a la creciente competencia que tenía WordPress como producto debido a las nuevas plataformas de publicación de contenidos como Medium, Ghost o Wix. Hay que tener presente que si bien WordPress es un sistema que puedes descargarte e instalar en un servidor libremente, también dispone de un servicio de alojamiento de contenidos con un modelo Freemium que es justo lo que Automattic estaba tratando de hacer frente.

Por desgracia, la implementación se realizó de forma forzada durante la liberación de la versión 5.0, lo que provocó problemas en muchos plugins de amplio uso e incluso la comunidad sintió que se les imponía algo que todavía no estaba preparado para ser lanzado. Gutenberg recibió muchas críticas puesto que no parecía estar lo suficientemente integrado (en otras palabras, maduro) para ser implementado. A esto se añadía que debido a la nueva concepción de edición presentaba mayores barreras de entrada a los usuarios puesto que no todo el mundo encontraba el nuevo sistema como algo cómodo de usar. Se ha llegado al extremo que una parte de la comunidad se ha sentido traicionada y, de hecho, ya ha aparecido un fork de WordPress llamado Classicpress que trata de dejar las cosas como estaban.

De momento, está claro que Gutenberg ha llegado para quedarse y que irá recibiendo mejoras en muchos frentes. Creo que es un sistema es potente, aunque la curva de aprendizaje puede ser alta para algún usuario. Más allá de las resistencias, de hecho uno de los plugins más descargado es Classic Editor con el que puedes revertir el editor a TinyMCE y que será actualizado de forma oficial hasta 2022, creo que hay que darle una oportunidad e irse adaptándose a él y a todas las capacidades que tiene.

Comentarios cerrados

Editores para abordar la pantalla en blanco

Hace unos años, escribir para la web era más difícil que hoy en día. Necesitabas entender qué era un lenguaje de marcado, las etiquetas que lo componían y cómo funcionaban. La edición se hacía sobre un texto plano y, obviamente, lo más difícil era no despistarte a la hora de cerrarlas, puesto que su filosofía era muy sencilla de entender.

Era toda una experiencia que imagino los informáticos expertos en código encontrarían simple en comparación a su trabajo diario. Pero la Web tenía una filosofía abierta y lo interesante era que cualquier persona pudiese publicar contenidos de la forma más sencilla posible. Incluso algún navegador, como Netscape, perseguía facilitar esa edición incorporando un pequeño editor WYSIWYG denominado Composer.

En aquellos primeros pasos, para añadir complejidad, tenías que publicar las páginas HTML una a una, subiéndolas tú a tu servidor mediante FTP, preocupándote que estuviesen enlazadas las unas con las otras para que tu humilde sitio web tuviese cierta integración y coherencia entre sí. Por supuesto que la evolución fue rápida y empezaron a surgir los sistemas de gestión de contenidos que funcionaban con sus propias bases de datos que facilitaban esa subida de información.

Sin embargo, la edición de textos todavía se realizaba en ocasiones sobre texto plano, aunque la aparición de los sistemas WYSIWYG sobre estos sistemas de gestión de contenidos no tardarían en aparecer. La integración de TinyMCE en WordPress (nuestro gestor de contenidos para este blog) y en otros muchos sistemas CMS supuso un salto adelante sobre la edición de textos que facilitaba la publicación, la expansión y popularización de la publicación de contenidos propios en lo que denominó Web 2.0.

A nivel personal, nunca me gustó trabajar sobre el servidor. Siempre he tratado de escribir en alguna aplicación de escritorio para luego copiar y pegar el texto cuando estuviese más o menos listo. Para ello, casi siempre he utilizado LibreOffice que dispone de un editor de texto web que facilitaba esa traslación desde mi ordenador al servidor. He de reconocer que intenté utilizar Microsoft Word (se descarta rápido por el galimatías de código que genera cuando copias y pegas) e incluso el editor de textos Google Docs creyendo que obtendría un HTML limpio. Sin embargo, siempre acababa volviendo a LibreOffice ya que me era más cómodo y sencillo de utilizar.

Hoy en día, os invito a que probéis a utilizar cualquier editor de Markdown, un lenguaje de marcado ligero realmente sencillo de utilizar y que en el caso de composición para la web es más que suficiente. Existen infinidad de editores y sólo tenéis que encontrar aquel con el que estéis más cómodos a la hora de trabajar. En mi caso particular, utilizo Typora disponible en distintas plataformas y con distintos temas para que escribáis sobre la tipografía y el fondo sobre el que más os guste. Un editor claro, sencillo y limpio para escribir sin distracciones como muchos de los actualmente disponibles.

Un comentario

Vótame (o no) como tu líder oculto favorito

Para votar, puedes hacerlo en esta página: Vota a los #lideresocultos.

Líder

El Col·legi Oficial de Bibliotecaris i Documentalistes de la Comunitat Valenciana me escribió hace unas semanas preguntándome si deseaba participar como “líder oculto” para las próximas Jornades Valencianes de Documentació que se celebrarán en el próximo otoño. Por supuesto que no me pude negar y accedí a que me incluyesen en una lista de líderes ocultos que se había confeccionado mediante una convocatoria abierta a los colegiados. Mi sorpresa provino cuando a posteriori descubrí que realmente se trataba de una votación para elegir al líder oculto más popular.

Como buen líder oculto, no pude resistirme y voté. Pero no a mí claro, si no a otro líder oculto, no sea que alguien vaya a descubrirme a estas alturas. Sinceramente, al leer los currículums de los otros “líderes”, consideré que no era digno de estar en esa lista e intenté no obsesionarme con el resultado de las votaciones.

Pero, he recapacitado. Nuestra profesión es versátil, con grandes profesionales y no necesariamente dentro del mundo de las bibliotecas. Sin embargo, para incluso para los bibliotecarios o documentalistas, hay puestos de trabajo que no son evidentes (como el mío como analista de inteligencia competitiva). Nuestro perfil es ambivalente al fin y al cabo, y puede posicionarse como valioso en este nuevo mercado laboral hipercompetitivo. Desde el Col·legi, se trata de dar visibilidad a todos los profesionales con actividades como “Conta’ns la teua (Cuéntanos la tuya)” y la de los líderes ocultos sería una más.

Así que os animo a que votéis, a cualquiera de los profesionales, aunque no podáis asistir a las jornadas. Pensad a quién querríais escuchar, de quién querríais aprender (podéis votar a varias personas a la vez) y depositad el voto. Que sea un acto reivindicativo de una profesión pequeña, puede ser, pero altamente valiosa y con profesionales de mucho nivel.

Comentarios cerrados

Infonomía, Innovación, Inteligencia y Nuevas Tecnologías

 

No recuerdo exactamente en qué momento le puse subtítulo al blog. Debió tratarse en uno de esos cambios de plantilla que algunos no alcanzan a entender, pero que otros consideramos necesarios. Los tiempos cambian rápido, los elementos de los blogs también y hay que saber adaptarse. En aquel entonces, consideré que Biblioteconomía, Infonomía, Internet y Nuevas Tecnologías podría ajustarse bastante bien a los contenidos que íbamos publicando, sin embargo poco a poco aquel subtítulo me ha parecido añejo. Para bien o para mal, mi carrera profesional me ha llevado por otros derroteros.

La Biblioteconomía se fue tornando una disciplina más alejada para mí, nunca deseé enfocar mi carrera hacia el mundo de las bibliotecas o de los archivos, puesto que creía en el potencial de nuestro perfil y por fortuna así ha sido. Por otra parte, cuando empecé a escribir aquí, los grandes medios de comunicación no consideraban Internet como una información de gran interés, por lo que Internet sí que tenía cierto sentido. Respecto a Infonomía y Nuevas Tecnologías son una especie de cajón desastre, algo en lo que cabe todo y nada, por lo que de forma tramposa estos dos términos parecían adecuados.

Pero, tras el paso de los años, cada vez me he sentido más alejado de los contenidos del blog primigenio. Mientras los blogs se veían sobrepasados por el surgimiento del Social Media, el desarrollo de contenidos desde los medios generalistas enfocados a Internet y la gran popularidad de los blogs temáticos profesionales; el hecho de que empezase a trabajar a jornada completa, me restó tiempo y el esfuerzo dedicado al blog fueron menguando.

Llegó un momento en el que no me sentí identificado con El Documentalista Enredado, aquello parecía no ser mío. En cierto momento, consideré empezar a publicar un blog propio bajo mi nombre, con contenidos más cercanos al trabajo y las inquietudes que tenía en ese momento. Sin embargo, deseché en distintas ocasiones aquella idea. El trabajo desarrollado en este blog fue magnífico y creía que en cierta manera no le haría justicia a ese pasado.

El Documentalista Enredado nació, o al menos así lo entendí, como una manera de promocionar nuestra profesión, como una forma de enseñar y demostrar lo válido de nuestro perfil. Sin embargo, dentro de los profesionales de la información, parece que si no trabajas en un centro de información te encuentras desubicado, ya que nadie es capaz de reconocerte como bien les sucedía a Raúl Baños o Lara Rey, documentalistas y grandes profesionales de la Inteligencia Competitiva. Por ello, no creo que deba cambiar el título, no necesito un blog bajo la denominación Marcos Ros. En este blog está mi identidad y mi evolución. ¿No es acaso un blog una bitácora personal? ¿Un registro de nuestra actividad en la Red?

En cualquier caso, sí que es necesario un cambio en el enfoque y los contenidos, algo que ya ha ido sucediendo paulatinamente; y que puede no encuentren acomodo dentro de la comunidad tradicional de los archiveros, los bibliotecarios y los documentalistas. Pero, mi intención es demostrar, como siempre he hecho, que no todos los profesionales de la información nos dedicamos a ello, que hay otros nichos de mercado y otros puestos donde podemos crecer profesionalmente.

El nuevo subtítulo de este blog, Infonomía, Innovación, Inteligencia y Nuevas Tecnologías, puede que no entusiasme como lo hizo aquel Biblioteconomía, Infonomía, Internet y Nuevas Tecnologías; pero es a lo que me dedico profesionalmente actualmente. No se ajusta exactamente, ni todos los términos me gustan, pero «riman». No hay que detenerse, no hay que cerrar los ojos. El futuro puede ser brillante, sólo falta un poco de arrojo.

evolution-2

 

2 comentarios

Diez años

Esta historia, este espacio personal, comenzó hace ya diez años. En algún momento de mayo de 2004, creí que era una buena idea comenzar una bitácora como las llamábamos entonces. Lo cierto es que demostró ser una buena idea y a pesar del tiempo pasado, de las horas sentado, de la pasión volcada, del esfuerzo dedicado, sigo creyendo que fue la mejor decisión que pude tomar entonces.

Son muchas las personas que he podido llegar a conocer gracias a este pequeño rincón, donde se cruzaron mis vivencias profesionales, mis reflexiones y mis experiencias vitales. Son muchos los ratos que fuera de la Red he podido compartir con algunos de mis lectores y de otras personas que no lo fueron tanto. Hubo un tiempo que mi weblog, sí también los llamábamos así, fue mi tarjeta de visita, nadie sabía quién era yo hasta que no pronunciaba El Documentalista Enredado. Nunca me importó que no se me conociese por Marcos, siempre me resultó divertido pasar completamente desapercibido. Por aquel entonces, la blogosfera me encantaba y la peleaba con pasión y, lo admito, con vehemencia en ciertas ocasiones. Luego la Conversación se fue dispersando por tantos rincones que el blog perdió su magia, aunque eso ya son batallas de abuelo.

Lo cierto es que con Enredado, siempre nos referíamos así al blog cuando Maria Elena publicaba también, como muchas otras cosas los tiempos se fueron dilatando, ensanchando hasta que parece algo lejano aquello que fue tuyo. Como sucedió con otros asuntos, supe quedarme con el qué y con el cómo, pero a lo largo de diez años fui olvidando el porqué. Porqué existe este blog, porqué sigo aquí, de vez en cuando paseándome, leyendo y escribiendo.

“Diez años es una edad digna, podría cerrar hoy mismo” me convenzo y es posible que nadie me echase en falta. Al fin y al cabo, quién lleva el recuento de las estrellas en el firmamento. Alguna podría no hacer acto de presencia una noche perezosa y nadie, o casi nadie, la echaría en falta. Hay muchas más, tantas más que no acabaríamos de contarlas hasta que el amanecer. Pero sé que yo sí lo echaría de menos, puesto que algunas cosas es necesario que sean dichas, algunos temas es necesario que sean recuperables y algunas historias es necesario que sean contadas.

Diez años, recordé ayer. Son tantos que creí superfluo escribir sobre ello, pero desgraciadamente son tantos que es digno de ser recordado.

Gracias a todos.

10 comentarios