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Categoría: Portal .ORG

Entradas sobre el desarrollo e historia del portal ya cerrado documentalistaenredado.org

Imágenes del final del portal de «El Documentalista Enredado»

Cuando iniciamos el blog, una de nuestras pretensiones era reflejar en él la historia y el desarrollo del portal documentalistaenredado.org, por lo que empezamos a realizar un álbum fotográfico sobre los detalles de su evolución.

Ahora que ya ha cerrado, creemos de justicia poner las últimas tres imágenes de aquel proyecto, para que algo quede.

1 de febrero de 2005

Anuncio del cierre del portal

Anuncio del cierre de la página web.
Ya os explicamos las razones (TEMPUS FUGIT).

10 de febrero de 2005

Anuncio del traslado

Anuncio del traslado a .NET

13 de febrero de 2005

Traslado definitivo

Traslado definitivo

10 de febrero de 2005

Anuncio del traslado

Anuncio del traslado a .NET

13 de febrero de 2005

Traslado definitivo

Traslado definitivo

Un comentario

Everything’s not lost

Everything’s not lost es una canción de Coldplay del disco Parachutes.

No, afortunadamente no nos iremos. Creemos que todavía nos quedan muchas cosas por decir, algunas por descubrir, algunas amistades que mantener…Cuando comenté el cierre a los próximos, alguien me preguntó si me sentía mal por cerrar, yo le dije que no… pero sí. Fue mucho trabajo, mucha dedicación, muchas noches desveladas que quedan atrás, pero poco debemos preocuparnos por el pasado, más bien debemos aceptar el cambio y tratar de encarar el futuro.

El cierre del portal no ha sido una estrategia calculada, ya que sucedió de una forma casi casual aunque razonada, subconscientemente sentíamos que no ibamos bien encaminados. Pero casi nos alegramos de desembarazarnos de él ahora que estamos a tiempo, antes de que agonice lentamente, arrastrando nuestras ilusiones con él, y nos preguntemos qué sucedió con el portal y con nosotros.

Por lo tanto, seguiremos siendo bloggers, definitivamente la bitácora cambiará su situación física de la carpeta /enredado/ a la raíz del dominio y por supuesto que del portal algo se salvará. Por si alguien lo encuentra de utilidad, el directorio con los enlaces recopilados se mantendrá como una sección separada. Seguiremos admitiendo adiciones de nuevos enlaces, por descontado, y trataremos de manterlo lo más actualizado posible. El resto del portal desaparecerá o, al menos, permanecerá latente a la espera de una mejor suerte. Eso lo dictaminará el tiempo.

Y nada más, de momento, tan sólo que permaneceremos por aquí, obcecados, tratando de dar un poco de guerra.

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TEMPUS FUGIT

El Documentalista Enredado, como la mayoría de proyectos, debe ser considerado como un extraño cúmulo de coincidencias, afortunadas y desgraciadas a la vez. Como sabéis, nada surge por generación espontánea y este sitio web tiene una serie de antecedentes necesarios que conducen a lo que es hoy: La revista Lletraferits, la Universitat Politècnica de València, las CALSI, la comunidad BiD, Indoc… antecedentes, en suma, que nos llevaron a la necesidad de innovar y tratar de realizar nuevos proyectos.

Puede que El Documentalista Enredado no hubiese llegado a existir sobre todo si nuestros compañeros y amigos de la carrera de Documentación no fuesen como son, os damos gracias por todo y no cambiéis; puede que no existiese si no hubiésemos tenido que enfrentarnos a distintas y variadas vicisitudes del Proyecto Final de Carrera de la UPV (obligatorio en esta universidad) o puede que no hubiese surgido si los documentalistas tuviesen una mayor disposición de fondos económicos. En cualquier caso, ha sido una aventura plagada de frustraciones, de alegrías y de suspensos.

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La semana que aparecimos en los «papeles»

Vía Véase Además, nos enteramos de que la revista Computer Hoy nos ha seleccionado en su número 164 como una de sus 100 direcciones online de interés. Así pues, aparecemos clasificados en el apartado de Informática e Internet definidos como Artículos e información de interés para los “adictos” a la Red.

No parece que atinen mucho a la hora de describir esta web, pero, en cualquier caso, ¿qué más da? Hace ilusión.

Un comentario

Disperso

Creo que ya va siendo hora de volverse a poner a trabajar. Bueno, no es que haya estado disfrutando de unas magníficas vacaciones, pero así lo ha parecido. Así que esta bitácora ha estado un tanto abandonada por mi parte desde el 1 de enero. Sin embargo, no he estado precisamente ocioso.

Problemas informáticos, problemas de disponibilidad de tiempo, estaba escribiendo un artículo sobre Modelos de Gestión del Conocimiento para la UOC y ahora problemas de salud, maldita gripe, me han tenido un tanto disperso.

Espero que a partir de esta semana o como mucho la próxima ya me pueda reincorporar defintivamente a la Comunidad Blogosférica. De momento y para aquellos que se preguntaron de qué servía el Documentalista Enredado les ofrezco nuestros resultados de tráfico web hasta el 30 de diciembre de 2004.

Obviamente no son espectaculares, pero ya sabemos a lo que nos dedicamos y la cantidad de público objetivo del que disponemos. Aunque me permitiréis un atisbo de satisfacción.

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El Nombre de la Rosa y su título bien valen un libro

El nombre de la rosa es probable que constituya una de las novelas que todo bibliotecario deba haber leído. Primero porque nos hallamos ante una novela estupenda y, en segundo lugar, porque la trama se desarrolla y gira en torno a una abadía y su biblioteca durante la época medieval. Dentro de toda biblioteca, obviamente se hayan almacenados libros; sin embargo, en esta abadía medieval se encuentra un libro que es capaz de matar durante el transcurso de la lectura. El autor juega entonces con las ideas de un libro que se desea encontrar, a pesar de que según afirman sus detractores religiosos puede corromper el espíritu humano, y que es capaz de matar a aquel que lo lee. Y este último es uno de los planteamientos más ingeniosos de la novela.

Entre las discusiones ideológicas que se suceden en un concilio desarrollado en la abadía, la suposición de los monjes de la llegada del Apocalipsis deducible por los mortales hechos acaecidos, la aparición de la Santa Inquisición para el castigo de los incentivadores del culto al diablo que, liberado, prosigue con sus asesinatos. Mientras tanto, Guillermo de Baskerville y su novicio, Adso de Melk, se muestran dispuestos a averiguar de una forma deductiva qué está ocurriendo realmente. Durante el transcurso de sus investigaciones, el bibliotecario y su ayudante parece que tienen mucho que esconder tras sus impenetrables rostros.

En el trasvase de ideas para una trama del cine a la literatura y viceversa, se afirma que un mal libro puede producir una buena película y que una mala película es producto de un buen libro. No es éste el caso de El nombre de la Rosa que fue llevada a la gran pantalla por Jean-Jacques Annaud y cuyo DVD ha sido editado recientemente añadiendo contenidos adicionales.

El libro acaba con el último folio de la narración de Adso de Melk, y creo que no voy a revelar ningún secreto, si os digo que finaliza con la frase latina:

STAT ROSA PRISTINA NOMINE, NOMINA NUDA TENEMUS

Que puede ser traducida al castellano por:

  • «Permanece primitiva la rosa de nombre, conservamos nombres desnudos»
  • «De la primitiva rosa sólo nos queda el nombre, conservamos nombres desnudos [o sin realidad]»
  • «La rosa primigenia existe en cuanto al nombre, sólo poseemos simples nombres»
  • O la más sencilla y simplificada, «De la rosa nos queda únicamente el nombre»

Bajo esta enigmática frase, el libro se cierra. Muchos creen que esconde la razón del título de la novela.

Así pues y para celebrar el usuario número 150 de «El Documentalista Enredado» convocamos un concurso que para ganarlo, tan sólo había que contestar correcta y fundamentadamente a la pregunta:

¿Qué razones aporta Umberto Eco para titular su libro «El nombre de la rosa» de esta forma?

La solución, obviamente, la aporta el propio Umberto Eco.

De las apostillas de «El nombre de la rosa»

[…]

El narrador no debe facilitar interpretaciones de su obra, si no, ¿para qué habría escrito una novela, que es una máquina de generar interpretaciones? Sin embargo, uno de los principales obstáculos para respetar ese sano principio reside en el hecho mismo de que toda novela debe de llevar un título.

Por desgracia, un título ya es una clave interpretativa. Es imposible sustraerse a las sugerencias que generan Blanco y Negro o Guerra y Paz. Los títulos que más respetan al lector son aquellos que se reducen al nombre del héroe epónimo, como David Copperfield o Robinson Crusoe, pero incluso esa mención puede constituir una injerencia indebida por parte del autor. Le Père centra la atención del lector en la figura del viejo padre, mientras que la novela también es la epopeya de Rastignac o de Vautrin, alias Collin. Quizás habría que ser honestamente deshonestos, como Dumas, porque es evidente que Los Tres Mosqueteros es, de hecho, la historia del cuarto. Pero son lujos raros, que quizás el autor sólo puede permitirse por distracción.

Mi novela tenía otro título provisional: La abadía del crimen. La descarté porque fija la atención del lector exclusivamente en la intriga policíaca, y podía engañar al infortunada comprador ávido de historia de acción, induciéndolo a arrojarse sobre un libro que lo hubiera decepcionado. Mi sueño era titularlo Adso de Melk. Un título muy neutro, porque Adso no pasaba de ser el narrador. Pero nuestros editores aborrecen los nombres propios: ni siquiera Fermo e Lucia logró ser admitido tal cual; sólo hay contados ejemplos, como Lemmonio Boreo, Rubé o Metello… Poquísimos, comparados con las legiones de primas Bette, de Barry Lyndon, de Armance y de Tom Jones, que pueblan otras literaturas.

La idea de El nombre de la rosa se me ocurrió casi por casualidad, y me gustó porque la rosa es una figura simbólica tan densa, que por tener tantos significados, ya casi los ha perdido todos: rosa mística, y como rosa ha vivido lo que viven las rosas, la guerra de las dos rosas, una rosa es una rosa es una rosa es una rosa, los rosacruces, gracias por las espléndidas rosa, rosa fresca toda fragancia. Así, el lector quedaba con razón desorientado, no podía escoger tal o cual interpretación; y, aunque hubiese captado las posibles lecturas nominalistas del verso final, sólo sería a último momento, después de haber escogido vaya a saber qué otras posibilidades. El título debe de confundir las ideas, no regimentarlas.

[…]

ECO, Humberto. El nombre de la rosa. Apostillas a El nombre de la rosa. Barcelona: Lumen, 1992. P. 633-634

¿El resultado? En dos horas, teníamos la respuesta correcta publicada en nuestro foro y una ganadora.

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