Os anuncio que yo debería estar de vacaciones, tan sólo eran dos semanas, pero podrían haber sido 14 días de expansión y de relajación. Pero parece que los elementos se conjuran, una y otra vez, para que yo no pueda disfrutar de ellas, primero por tontas coincidencias y segundo por desastres concatenados. Obviamente, las coincidencias se pueden limar, pero los desastres son completamente ineludibles y sólo puedes encogerte de hombros, aceptar que han sucedido y arrimar el hombro por lo que pueda venir.
Obviamente, si te ves obligado a trabajar durante lo que se habían supuesto tus vacaciones, al menos tómatelo con calma ríete un rato de tí mismo, de tu estúpido destino, qué otra salida me queda, y resígnate siempre podría ser peor. En cualquier caso, es posible que el destino te aguarde una pequeña sorpresa puede que como compensación injusta.
De cualquier manera, como resultado de mi recluimiento a trabajos forzados, descubro este texto remitido por un bibliotecario a un medio de comunicación. Este escrito se publicó en el diario Levante el 21 de junio de 2005, espero que os sea de interés.