Antes que nada debo puntualizar a que me refiero a Google y su buscador, sobre el que sustenta buena parte de su modelo de negocio y uno de los productos que no va a permitir que se quede obsoleto. Sin embargo, puede suceder que los cambios en los hábitos de los internautas condenen al buscador a cambiar, a buscar alternativas, porque de lo contrario puede encontrarse con que puede estar perdiendo la eficiencia de la que disponía antaño.
El éxito de Google se fundamenta en que entendió cómo funcionaba la Red, comprendió cómo funcionaba su ecosistema de información sustentado sobre enlaces. Cuando el resto de buscadores trataban de realizar un análisis documental de los textos para posicionar sus resultados analizando la densidad de ciertas palabras dentro de los documentos en HTML, Google entendió que lo que realmente había que hacer era analizar los votos que recibía cada documento contando los enlaces que redirigían a él y la manera cómo lo hacían. De esta manera, si una página sobre una temática era más enlazada que el resto, Google consideraba que era ésta la merecedora de aparecer en la primera posición frente a cierta ecuación de búsqueda.
Este razonamiento sencillo, muy pulido mediante su algoritmo, supuso toda una revolución a la hora de recuperar información en la Red. Frente a la descripción del contenido mediante etiquetas (Meta Tags) o el propio texto del documento, Google añadió un elemento más que le otorgaba mayor peso, pasando a pies juntillas de los intentos de establecer estándares para la descripción humana de los contenidos web. Obviamente, el buscador no lo eludió del todo, puesto que el contenido y cómo se dispone todavía es importante para Google, sin embargo el factor determinante pasaría a ser otro y el buscador se convertiría en el rey dentro de esa economía de enlaces.
Tanto es así que actualmente las directrices de Google a la hora de describir y etiquetar enlaces, más o menos opacas, sirven de mandamientos para los webmasters a la vez que los SEO se pelean en un intento de desentrañar el enigma del algoritmo de Google. Sin embargo, puede ser que el buscador se enfrente a un mayor desafío y que puede en un futuro sea vital para la vigencia de su tecnología: Los cambios en la forma que los internautas intercambian información.
Porque no podemos llevarnos a equivocación, la Web 2.0 desarrolló la economía del enlace hasta extremos insospechados. Los blogs, los wikis y los sistemas de filtrado social de información todavía utilizan la forma tradicional de enlazar documentos dentro de la Web, sin embargo los nuevos desarrollos dentro de la Web Social están cambiando las maneras de actuar de los internautas, pudiendo llegar el caso de que tengan un efecto decisivo a la hora de que Google desarrolle su producto y posicione distintos tipos de información por encima de otros.
Debemos tener presente que los hábitos informacionales de los internautas más activos y avezados están cambiando. Hoy en día, se considera que el buscador desarrollado por Twitter es la forma de mantenerse informado y actualizado sobre las nuevas tendencias, sobre los hechos más relevantes, considerado por algunos como incluso más actualizado por Google. Porque hoy en día, se tuitea mucho más rápido que se bloguea, perdiendo perspectiva sí, pero transmitiendo el hecho más que reflexionado sobre él. La blogosfera, aquella masa pensante, se abandona por la inmediatez del telegrama, absorbida por la necesidad de ser el primero buscando la aspiración de los tradicionales medios de comunicación.
Por el camino nos dejamos el tradicional enlace, en Twitter ya no se cita la fuente directamente, sino que se utiliza un intermediario, un acortador de URLs y los problemas derivados de su utilización, para que el telegrama y su posible ampliación quepan en 144 caracteres. Dentro de esto, los SEO se preguntan si realmente Twitter permite posicionar mejor, mientras Google presiona para que los sistemas de microblogging pasen por su rodillo y utilicen el atributo Nofollow, para que sus bots no se pierdan en un marasmo de contenido breve y sin demasiado jugo que extraer.
Mientras tanto existe un reto mucho mayor que se le presenta a Google, un pedazo de la Internet Invisible como lo son las redes sociales. De esta manera, al mismo tiempo que la red social Facebook intenta convertirse en un Twitter ampliado, la información y la recomendación que se daban en una web abierta se desplazan lentamente hacia este sistema. ¿Cuántos enlaces se intercambian dentro de las redes sociales y sus foros inalcanzables para Google? ¿Cuántas recomendaciones se envían? ¿Cuantos enlaces se colocan en los muros y espacios de sus usuarios?
Infinitos, mientras las arañas de Google no pueden franquear ese muro. La privacidad de este tipo de redes sociales manda a la vez que aumentan su tráfico y su volumen, atrapando y fascinando a sus usuarios por partes iguales. De este modo, Google podría encontrarse con que la Red abierta poco a poco languidece, doblegándose por su sencillez de uso y su masa crítica.
Ante esto la pregunta es si las redes sociales son una moda o una tendencia y el impacto que tendrán sobre el futuro y la forma de entender la Web.