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El Documentalista Enredado Entradas

Citas al libro /13

“Los libros tienen los mismos enemigos que el hombre: el fuego, la humedad, los animales, el tiempo y su propio contenido.”
Paul Valéry

“Leed primero los mejores libros, no sea que no tengáis oportunidad de leerlos nunca más.”
Henry David Thoreau

“El mundo es un bello libro, aunque inútil para los que no saben leerlo.”
Carlo Goldoni

“La vida de papel es una vida múltiple y privada a la vez que sólo puede proporcionar las páginas de un libro.”
Ana María Matute

“Un libro de genio no puede tener fin.”
Johann Wolfgang von Goethe

“Hay libros que se leen con el sentimiento de una limosna que se hace al autor.”
Fiedrich Hebbel

“Si el libro que leemos no nos despierta de un puñetazo en el cráneo, ¿para qué leerlo?… Un libro tiene que ser el hacha que rompa nuestra mar congelada.”
Franz Kafka

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Leer el día del libro

Este Día del Libro os queremos acercar a la obra de la gallega Patricia Castelao que además de trabajar como ilustradora para distintas campañas de promoción de lectura para la administración gallega, también ha trabajado para la realización de largometrajes de animación. Estos son dos de sus trabajos más recientes relacionados con la lectura, los dos preciosos, que nos sirven para disfrutar con vosotros tal día como hoy.

Ilustración para el cartel de la campaña "Leer en Abril 2006", de la Xunta de Galicia.

Ilustración para el cartel de la campaña "Leer en Abril 2006", de la Xunta de Galicia

Ilustración para "El calendario de las letras", de la Consellería de Cultura e Deporte de la Xunta de Galicia (2007).

Ilustración para "El calendario de las letras", de la Consellería de Cultura e Deporte de la Xunta de Galicia (2007)

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«Biblioteca» de Mario Benedetti

Mi biblioteca es otra humanidad
con patriciados razas personajes
desastres y esplendores del pasado
y lomos gruesos como los de antes

libros para los viejos que se fueron
para los niños que se vuelven padres
libros pesados como diccionarios
unos eternos y otros olvidables

la biblioteca vive en las paredes
me mira suspicaz e interrogante
no está segura de que sea el mismo
que hurgaba en sus manuales hasta tarde

ciertas obras que fueron condenadas
por la censura están en otro estante
cubiertas por la Biblia y el Talmud
y otras mascarillas respetables

mi bibliotea es otra humanidad
plena de rostros dulces o salvajes
pero cuando una noche yo me extinga
mi biblioteca quedará vacante

o vendrán otros ojos inexpertos
que pueden ser espléndidos o frágiles
y libro a libro habrá que sugerirles
cómo es que se cierran y se abren

BENEDETTI, Mario. Existir todavía. Madrid: Visor Libros, 2004

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La infoxicación en el siglo XVI

[…] A comienzos de la Edad Media, el problema era la falta de libros, su escasez; hacia el siglo XVI [Tras la invención de la imprenta], su superfluidad. Ya en 1550 un escritor italiano se quejaba de que había "tantos libros que ni siquiera tenemos tiempo de leer los títulos". Los libros eran un bosque en el que, de acuerdo con el reformista Italo Calvino (1509-1564), los lectores podían perderse. Eran un océano en el que los lectores tenían que navegar, o una corriente de materia escrita en la que resultaba difícil no ahogarse.

A medida que los libros se multiplicaban, las bibliotecas tuvieron que ser cada vez más grandes. Y a medida que aumentaba el tamaño de las bibliotecas, se hacía más difícil encontrar un libro determinado en los estantes, de modo que comenzaron a ser necesarios los catálogos. Los que confeccionaban los catálogos tuvieron que decidir si ordenaban la información por temas o por orden alfabético de autores. Desde mediados del siglo XVI, las bibliografías impresas ofrecían información acerca de lo que se había escrito, pero a medida que estas compilaciones se hacían más voluminosas, era cada vez más necesaria la bibliografía por temas.

Los bibliotecarios se enfrentaban también a los problemas de mantener los catálogos al día y estar al tanto de las nuevas publicaicones. Las revistas especializadas daban información acerca de libros nuevos, pero como también la cantidad de estas revisas se multiplicaba, fue preciso buscar otro sitio información acerca de ellas. Puesto que había muchos más libros de los que se podía leer en toda una vida, los lectores necesitaron la ayuda de bibliografías selectas para discriminar entre ellos y, desde finales del siglo XVII, recensiones de las nuevas publicaciones. […]

BRIGGS, Asa; BURKE, Peter. De Gutenberg a Internet: Una historia social de los medios de comunicación. Madrid: Taurus, 2005. Pág 30 – 31

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La importancia del número de referencias en Google

Enrique Dans publicaba, en su columna de Libertad Digital, un artículo muy interesante sobre Ley de Impulso a la Sociedad de la Información (LISI), bajo el título La SGAE, la ley y Torquemada, y el subterfugio empleado por la SGAE para incluir un artículo polémico en el texto que debía pasar por el Consejo de Ministros. El revuelo levantando entre los Internautas y las empresas de telecomunicaciones provocó que finalmente fuese sido retirado, no sin algunos escepticismos sobre lo que realmente sucedería después y sobre la redacción del articulado.

En cualquier caso, y a pesar de la importancia que tiene esta ley para el futuro del funcionamiento de Internet y la Sociedad de la Información en España, no es el objetivo de este texto abordar este tema. De hecho, hoy queremos señalar el uso que se realiza de los resultados que devuelve Google ante una consulta para el refuerzo de una idea a la hora de defender una tesis. Así pues, pongamos el ejemplo del texto de Dans antes citado como ilustrativo:

Fray Tomás de Torquemada fue nombrado Inquisidor General por Isabel de Castilla y Fernando de Aragón en el año 1482. En su momento calificado de "martillo de herejes, luz de España, salvador de su país y honor de su orden", Torquemada y la Inquisición se convirtieron en el sinónimo de la crueldad, la tortura y el fanatismo al servicio de unas ideas. Nadie nunca tuvo tanto poder para, al margen de toda supervisión, imponer sus bárbaros criterios a toda una sociedad, algo que ha dejado una huella indeleble en la imagen de España en el mundo. La frase "nobody expects the Spanish Inquisition" tiene casi cien mil resultados en Google). […]

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Escribir en papel

Cuando el número, recién publicado, de la revista El Profesional de la Información dedicado a la Web 2.0: blogs, participación y Lib 2.0 se estaba preparando, Dídac Margaix me preguntó porqué no me lanzaba a publicar en papel. Sinceramente, en un principio fui un poco reticente ante la idea de entregarme a redactar un texto cuyo objetivo era ser publicado, pero Dídac tenía razón, es probable que en ese número especial yo debería tener algo que decir. Desgraciadamente, para cuando ya estaba más o menos decidido lo que iba a escribir, o recopilar según se mire, mi vida profesional giró y ya el tiempo se me escapó de las manos.

Por supuesto que en el número 2 correspondiente al volumen 16 de la citada revista Dídac publicó el excelente Conceptos de web 2.0 y biblioteca 2.0: origen, definiciones y retos para las bibliotecas actuales, mientras que yo sólo me dediqué a disfrutarla. A título personal diré que, viendo el índice, esperaba que los veteranos en esto de la biblioblogosfera se hubiesen lanzado entusiasmados a publicar, pero parece que los bloguers son un poco tímidos, empezando por mí mismo, a la hora de plasmar sus ideas e inquietudes en formato impreso. Sobre el número en cuestión, la sensación general es un tanto agridulce puesto que los contenidos flaquean en algunos aspectos. En cualquier caso, cada vez que Dídac y yo nos encontramos me suele preguntar porqué no me lanzo a, al menos, intentar publicar en papel; yo le suelo contestar que dejo las revistas para otros, que no necesito ver mi nombre estampado en tinta para sentirme más o menos satisfecho o realizado con lo que pueda llegar a crear, pero a veces la vida da otro giro y tienes que darte cuenta que no todo es realmente tal y como lo piensas, o desearías, que fuese.

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Enciclopedia Prospectiva

Cuando en la pasada Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Valencia veía los libros de estudio de nuestros padres y abuelos que, en una sola obra enciclopédica, abarcaban todo lo que los escolares de la época debían conocer, me sonreía pensando en los múltiples libros para cada asignatura que llevan los estudiantes de hoy en día. Y eso limitándonos tan sólo al conocimiento accesible a los niños…

El conocimiento humano se ha expandido hasta límites insospechados para los estudiosos de hace apenas un siglo, y ya entonces era imposible concebir una obra que abarcara dicho conocimiento con la celeridad con que se producía y modificaba. Aunque la enciclopedia siempre lo ha pretendido: es el libro de los libros, la obra que comprime lo esencial de los conocimientos de cada época, el referente definitivo de los saberes fijados.

Con dicha pretensión, a lo largo de los siglos la enciclopedia ha ido variando su forma y estructura según iba aumentando la información que contenía: primero siguiendo una estructura temática según el árbol de la sabiduría de cada momento, que también variaba; luego, tras la aparición de la imprenta y el crecimiento desmesurado del saber, el modelo temático -que además pecaba de subjetivo- se convirtió en inmanejable y surgió un nuevo modelo basado en el orden alfabético.

Pero en la Era de la Imprenta, cualquier enciclopedia, desde el momento de su gestación a su publicación, queda desfasada. Después de completar tomos y tomos de sabiduría de la A a la Z, es necesario ampliar o modificar la información que recoge con nuevos suplementos año tras año. Estos añadidos dificultan la localización de la información que queremos y la ayuda de índices -también añadidos con cada nuevo volumen- no consigue paliar ese caos informativo que se genera. Además hay que sumar el coste económico que implica la producción editorial, que requiere largos ciclos de fabricación y comercialización.

Al entrar en la Era de la Informática y de Internet nacen las enciclopedias en línea y con el nuevo formato también evoluciona su contenido, su estructura y su manejo: la información ya no sólo es textual o imágenes, sino que cada concepto puede ir acompañado de su sonido o incluso podemos ver el desarrollo de un proceso gracias a la tecnología multimedia; en las enciclopedias en línea, los conceptos se relacionan temáticamente a través de hiperenlaces, al igual que las referencias cruzadas relacionaban las voces de las enciclopedias impresas, pero éstos se localizan a través de buscadores, en vez de índices alfabéticos. Finalmente, desde el punto de vista económico, los procesos de realización, publicación e, incluso, actualización de cualquier obra se agilizan, ya que podemos obviar los tiempos de impresión publicando directamente en formato digital.

Pero a pesar de la celeridad que aporta este nuevo sistema de publicación, aún así, el tiempo se nos echa encima y la elaboración de una entrada enciclopédica sobre un descubrimiento que se realiza hoy necesita un tiempo de reflexión, de consenso, que revele su importancia y valor para pasar a la posteridad recogido en una enciclopedia. Es decir, cualquier enciclopedia nace obsoleta.

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