La película Margin Call describe el hundimiento del sistema financiero en una noche. En realidad, no es que el sistema financiero colapse en una noche, descubren que todo los cimientos del banco de inversión se encuentran a punto de hundirse y que tiene un efecto sistémico que no están dispuestos a asumir… Sin recoger todo el dinero que puedan y aceleran el proceso antes de que nadie se dé cuenta.
Es una película descarnada donde según se asciende en el escalafón, más despiadados nos parecen los personajes e incluso se permiten indicar que esos grandes jefes no saben muy bien cómo se ha llegado a esa situación. Dime dónde tengo que mirar dice un personaje a su subalterno como si ellos mismos no supiesen cómo gobernar la empresa.
En una de las escenas, un analista se queda en la oficina haciendo horas extras tratando de finalizar un modelo que acabará descubriendo el pastel. Para tratar de mitigar la soledad de la oficina vacía y silenciosa, usa unos auriculares para que la música le acompañe. Algo que nunca he podido imitar.
Al contrario de muchas personas, nunca he conseguido hacer nada productivo si tenía música de fondo. Mi cabeza se satura, convirtiéndose en algo más limitado, y en ocasiones no facilitándome pensar con claridad. He intentado adoptar distintas estrategias como eliminar las canciones con letra para tratar de evitar este efecto, pero en mi caso no he tenido éxito.
Es curioso, pero me he dado cuenta que la inteligencia artificial tiene un efecto similar… Pero es incluso peor. Ante un problema yo definía una estrategia de búsqueda, es decir, qué información quería recopilar y cómo iría estructurándola según la fuese descubriendo. Sí, en ocasiones, no sabes bien qué te puedes encontrar, pero la IA ya te da trabajo hecho lo que te puee ofrecer más seguridad, pero al mismo tiempo te comienza a limitar como analista.
Puede que todavía no seas consciente, pero tú también estás cayendo en esa pereza cognitiva. Este ahorro es puramente evolutivo, ya que nuestro cerebro está programado para ahorrar esfuerzo, sube al siguiente nivel con la Inteligencia Artificial. Es cierto, los teléfonos móviles han hecho que no necesitemos memorizar números de teléfono, pero la IA no sólo nos hace ahorrar en el uso de la memoria si no en otras zonas del cerebro.
El MIT realizó un experimento sobre esta temática y midió la actividad de distintas zonas cerebrales de un grupo de voluntarios. Les hizo escribir una serie de ensayos apoyándose en distintos recursos. El primer grupo no debía contar con ningún tipo de ayuda, el segundo debía de apoyarse en buscadores como Google y un tercero podría apoyarse en una IA. Después de distintas sesiones, el tercer grupo registraba una menor actividad cerebral reteniendo menos contenido sobre lo que habían escrito.
No es que crea que haya adoptar un punto de vista neoludita respecto al uso de la IA (sería contraproducente). Es una herramienta útil y práctica, pero como sucede con algunas disrupciones nos hace enfrentarnos a distintos desafíos tanto de contenido como de aplicación de esta herramienta. No hay que olvidar sus limitaciones, pero también el impacto que puede tener en nuestras decisiones, enrutándonos hacia caminos que puede que no sean los mejores ni los más eficientes a largo plazo.
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