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Etiqueta: Desastres de la información

Cuando Google falla

Durante el año 2007, el servidor de Google.com sólo estuvo inaccesible durante 7 minutos – tan sólo superado por Yahoo.com que estuvo accesible durante todo los días sin caídas –, sin embargo Google se encontró con su pantalla azul de la muerte, haciendo referencia a la pantalla que se muestra cuando el sistema operativo Windows se queda colgado, el pasado 31 de enero entre las 15:30 y 16:30 hora española cuando todos y cada uno de los resultados de Google aseguraban que todos los sitios y páginas web disponían de malware. Esto supone que Google no permitía acceder a ninguna página web a través de él y, ante cualquier búsqueda, remitía siempre a una página de aviso sobre el peligro que suponía que el internauta accediese al recurso informativo resultado de una consulta.

Durante una hora, el buscador de Google se volvió, literalmente, loco durante el proceso de actualización en la noche del viernes al sábado [en Estados Unidos] el fichero con la lista de URLs consideradas con ‘badware’ que consulta Google a través del sitio web especializado StopBadWare.org. Según ha asegurado la compañía, se trató de un error humano, atribuido al uso de una barra “/ ” y que declaraba que toda la web era maliciosa, aunque hubo un cruce de acusaciones previo entre Google y StopBadware sobre la responsabilidad del error que finalmente decayó en el buscador que admitió su fallo.

Aunque el fallo se haya tratado como un hecho puntual, realizado durante las tareas de mantenimiento del buscador justo en el momento de menor tráfico en Internet, creo que no se ha analizado con suficiente profundidad la incidencia. De hecho, durante una hora, muchas personas se quedaron casi sin Internet, con su fuente de consulta completamente colapsada y sin permitirles el acceso a sus los recursos web que solicitaban. Si Google acapara el 80% del tráfico mundial en el negocio de las búsquedas, ¿qué sucedió durante ese lapso de tiempo? ¿Las visitas decayeron de forma generalizada como si el Pagerank de todas las páginas se hubiesen convertido en cero? ¿Utilizaron los internautas otros buscadores? ¿Qué sucedió con los ingresos publicitarios de las webs? ¿Desaparecieron, se mantuvieron? ¿Qué hubiese sucedido si el fallo se hubiese producido durante una de las horas de mayor actividad del buscador?

De momento, no se han publicado datos. Pero, ante el fallo de Google, la reacción de la blogosfera y de los medios de comunicación fue descubrir la fragilidad de los datos que se sitúan en los servidores de Mountain View y de lo que se ha pasado a denominar La Nube (Cloud Computing). Como acción más inmediata y para evitarnos disgustos, se ha sugerido la necesidad de realizar copias de seguridad de todos los datos personales que se almacenan en los servidores de Google, pero se sigue obviando la verdadera cuestión de fondo que es ¿cuál fue el alcance real de esa hora en blanco? Por supuesto que existen precedentes, en mayo de 2005, el buscador se quedó inaccesible durante 15 minutos por un error interno, por otro lado, YouTube quedó colapsado durante horas el pasado febrero de 2008 cuando el gobierno de Pakistán prohibió el acceso al sitio y desvió el tráfico provocando un efecto en cadena. Lo que nos deja con la incertidumbre de lo peor de todo, ¿existe una alternativa al buscador y sus principales servicios?

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Un error en unidades de medida que costaron millones

La sonda espacial Mars Climate Orbiter fue el segundo satélite que desde la NASA se envió a Marte dentro del programa Mars Surveyor ’98 para el estudio del clima y las características meteorológicas del planeta, así como intentar determinar sus particularidades pasadas. Además, debía proporcionar información y servir de estación de comunicaciones para apoyar la aproximación y el aterrizaje en Marte, en diciembre de 1999, de la misión Mars Polar Lander. La sonda fue enviada el 11 de diciembre de 1998 y llegó al astro el 23 de septiembre de 1999, con el objetivo de mantenerse en una órbita de 140–150 km durante un año marciano que equivale a 687 días terrestres.

Con un coste total de proyecto de 326’7 millones de dólares, la sonda comenzó a tener problemas nada más arribar al planeta, no pudiendo situarse en una órbita correcta ni enviar un solo dato a la agencia estadounidense. Tras la investigación de porqué la sonda no pudo colocarse en la órbita correcta, la NASA concluyó que en la construcción y programación de los sistemas de navegación y lanzamiento de la sonda espacial participaron distintas empresas que utilizaron sistemas de medida diferentes.

En concreto la Lockheed Martin Astronautics de Denver fue la encargada de diseñar y construir la sonda espacial, mientras que la Jet Propulsion Laboratory de Pasadena fue la encargada de programar los sistemas de navegación de la sonda. Pero los dos laboratorios no trabajan con las mismas unidades de medida, el primero de ellos realizaba sus medidas y proporcionaba sus datos con el sistema anglosajón de unidades (pies, millas, libras…), mientras que el segundo utilizaba el Sistema Internacional de unidades (metros, kilómetros, kilogramos…); por lo que el primero de ellos realizó los cálculos correctamente utilizando el sistema anglosajón y los envío al segundo, pero los datos que proporcionó no especificaban las unidades de medida utilizadas. Ante esto, el segundo laboratorio utilizó los datos numéricos que recibió pero los interpretó como si estuvieran medidos en unidades del Sistema Internacional. El resultado fue que los ordenadores de la nave realizaron los cálculos de aproximación a Marte de manera errónea, por lo que la sonda se situó en una órbita equivocada, a sólo 57 km de altura, provocando su caída sobre el planeta y destrucción al friccionar con la atmósfera marciana.

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La información y sus automatismos

En general, los mercados financieros son unos completos desconocidos para los comunes de los mortales. Cuando salta alguna noticia a las parrillas de los telediarios, sólo se trata de informaciones sobre espectaculares subidas o, más bien, completos descalabros. Es entonces cuando nos percatamos que la economía no funciona todo lo bien que debiera y esperamos que las cosas mejoren poco a poco.

Desde luego que no hay que llevarse a engaño, aunque basados en lo que se denomina Fundamentales Empresariales, a ojos de cualquier persona poco ducha en ingeniería financiera hay, aparentemente, más de casino o de ruleta rusa dentro de ellos que de Ciencias Exactas, por lo que no suelen ser un lugar cómodo para invertir para los pequeños ahorradores. De hecho, como en los mejores casinos, uno siempre está a tiempo de retirarse, monitorizando y vigilando las cotizaciones de las acciones bursátiles, así como automatizar sus órdenes de compra o venta llegados a ciertos niveles que uno considere relevantes. Así, por ejemplo, si deseamos invertir en una empresa, podemos fijar su precio de compra a cierto nivel y esperar a que la acción lo alcance para que se realice la compra, o bien si ya tenemos esas acciones en nuestra posesión podemos señalar un nivel de desinversión de manera que cuando una cotización llegue a cierto nivel podamos desinvertir y vender las acciones que disponemos en posesión, es lo que se denomina Stops Loss.

Esto podríamos considerar que está francamente bien porque así nos guardamos las espaldas ante caídas o cuando creemos que una acción se encuentra a un nivel muy interesante para invertir. El problema llega cuando la bolsa comienza a bajar en exceso y todas las órdenes, los stops, comienzan a saltar en venta deprimiendo aún más el efecto bola de nieve de las depreciaciones bursátiles y forzando la caída mucho más.

Por supuesto que las cotizaciones de las acciones se encuentran tremendamente ligadas a rumores, desmentidos, publicaciones de resultados empresariales y económicos. Esa necesidad de obtener información privilegiada, más allá de los análisis chartistas (de los gráficos para captar tendencias o realizar previsiones), es lo que determina quién gana más o quién puede mitigar las posibles pérdidas en caso de noticias desfavorables. La obtención de esa información nos puede llegar a colocar con cierta ventaja competitiva y es una constante en los mercados financieros globales pudiendo arruinarnos, e incluso a las empresas cotizadas, si no nos movemos de forma ágil.

Afortunadamente, la tecnología pone al alcance de nuestras manos la monitorización de las noticias que se van publicando de las compañías que son de nuestro interés, a la vez que negocian de forma automática y en nuestro nombre la compra-venta de acciones. Esto puede resultar tremendamente atractivo, absolutamente genial, si la presión informativa y otros quehaceres superan nuestra vigilancia del mercado. Sin embargo, puede suceder que todo el sistema no sea perfecto y falle ante un bulo o ante una noticia de hace 6 años.

Es lo que le sucedió a la compañía aérea estadounidense United Airlines (ver gráfico) cuando de súbito perdió el 75% de su valor en bolsa en 13 minutos debido a que el robot de Google News había interpretado como nueva una noticia extraída del archivo de un pequeño periódico estadounidense, South Florida-Sun Sentinel, y el sistema automático de Google la publicó como actual. El hecho es que el agregador de noticias de Google incorporó en sus titulares de forma automatizada una noticia de 2002 -Nótese que se trata del período inmediatamente posterior al 11-S cuando muchas compañías aéreas se vieron en apuros- en la que se afirmaba que United Airlines anunciaba una suspensión de pagos. De Google News, la noticia saltó a la agencia especializada en información financiera Bloomberg y de ahí a los inversores (Aunque la liebre la destapó la empresa Income Securities Advisors) comenzando una caída del valor que provocaría un suspensión en la cotización hasta que, finalmente, se comprobaría que la noticia no tenía ningún fundamento.

Actualmente, el debate gira entorno quién es el responsable último de estos sucesos, lanzándose Sun Sentinel, Google y Blomberg las responsabilidades sobre la información errónea y la pérdida de millones de dólares de inversones.

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