Creo que no conduciré a nadie a la sorpresa si afirmo que no todos los bibliotecarios han contemplado con buenos ojos la corriente de la Biblioteca 2.0 nacida al calor del desarrollo de la Web 2.0. La Web 2.0 se fundamenta en un nuevo concepto sobre el cual la Red es un soporte para compartir conocimientos e informaciones, pero su traslación a la Biblioteca ha sido contemplado con cierto excepticismo, e incluso contestatario, considerando que los bibliotecarios llevan siendo «2.0» desde hace mucho tiempo. Es bastante probable que debamos comenzar a discernir entre el fondo y las formas de la manera que las bibliotecas difunden la información y los mecanismos que construyen para conseguirlo, y a pesar de que el fondo sea el mismo, tal vez las formas difieran completamente. No cabe duda de que la Red amplía mucho más allá de nuestra imaginación las enormes posibilidades que un fondo documental bien gestionado puede tener si utilizamos convenientemente las herramientas que la Web 2.0 pone a nuestro abasto.
Uno de los ejemplos nos lo trae la Library of Congress (LoC), la biblioteca nacional norteamericana, que recientemente publicaba en su blog un informe sobre el éxito que había tenido la publicación de unos millares de fotografías de forma abierta utilizando el servicio Flickr. En el blog de la LoC, se felicitaban del retorno que la biblioteca había disfrutado en esta prueba piloto desde el que se invitaba a la comunidad de internautas a etiquetar las fotografías subidas y a comentarlas, confiando que la información proveída de forma desinteresada por los usuarios de Flickr aportase algún valor añadido de calidad a la colección de fotografías. Por otro lado, se buscaba la difusión de los documentos gráficos a un público que podría estar muy interesado en las mismas, pero que no pudiese acceder de otra forma a ellas.
El balance tras nueve meses de experiencia ha resultado, según la LoC, muy positivo; obteniéndose más de diez millones de visualizaciones, 7166 comentarios y más de 67000 etiquetas de la colección de fotografías. Por otro lado, más allá de la anécdota que podría presuponerse a este experimento, la información que proveyeron los usuarios de Flickr sobre los nombres de los lugares, la precisión de las fechas de la imagen o del evento que recogía, pudo trasladarse al catálogo de la LoC concretando que los datos se habían extraído de forma colaborativa de Flickr actualizando de esta forma las fichas bibliográficas de las fotografías.
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