Soy consciente de que es este un texto un tanto escatológico y que no por ello no debería haber sido recogido ya por Chema Jiménez en su Bibliómano. Sin embargo, y aunque nos salgamos de nuevo por la tangente, algo que por otro lado ya se convierte en demasiado habitual, creo al menos curioso recoger el hecho de que, más allá de su contenido, existen los libros denominados como macabros o fúnebres. Estos libros disponen de encuadernaciones con emblemas y grabados que hacen referencia a la muerte y que fueron realizadas a partir de 1538 para cubrir los salterios y oficios de la Virgen. Ante todo decir que lo que aquí se recoge nace de la entrevista que concedió Antonio Carpallo, profesor de Biblioteconomía de la Universidad Complutense de Madrid, a la publicación Gaceta Universitaria en su número 541 del 23 de enero pasado a raíz del descubrimiento de un libro sobre derecho español encuadernado en piel humana en los fondos de la Universidad de Harvard.
Sobre las razones que el profesor aduce para la utilización de estos materiales y el nacimiento de su uso, las respuestas de Carpallo son tranquilizadoras al afirmar que el empleo de este tipo de pieles es bastante infrecuente y rara. Según afirma, principalmente, se hizo uso de la piel humana para la encuadernación durante dos períodos principalmente de la Historia de Occidente: Durante el siglo XVII y XVIII en Francia y el Nazismo.
Por otra parte, los motivos a la hora de la utilización de la piel humana son completamente contrapuestos y contradictorios. En un caso sirve para la humillación de la persona o la raza, mientras que en el otro se debe al capricho de alguien que desea que su piel, después de muerto, sea utilizada para el adorno de su libro favorito o su diario. En cuanto a las condiciones óptimas para la utilización de esta piel, el profesor advierte que su tratamiento tiene que ser igual que la piel de animal, debe curtirse, mientras que tiene que pertenecer a una persona joven, utilizando la piel de la espalda preferentemente, ya que es una zona más lisa y uniforme.
Para los bibliotecarios asustadizos, en el texto se advierte que la única forma de distinguir una piel animal de una humana es mediante la prueba del ADN ya que es difícil distinguirla a simple vista.