Siguiendo en mi línea de elaborar la lista de regalos navideños menos friki del bibliomundo y de la blogosfera en general, sigo adentrándome en los caminos de la ilustración de libros, una de mis grandes pasiones.
Aunque hace apenas unos días os proponía un viaje temporal hasta la Edad Media, para acercarnos al impresionante mundo de los manuscritos iluminados, ahora vuelvo a traeros al presente para mostraros una obra ilustrada en la que las imágenes van más allá de su primigenia función como elemento embellecedor del texto o como medio didáctico para su comprensión: En El libro de los libros, las ilustraciones de Quint Buchholz son la fuente de inspiración de los relatos que recopila.
En sus dibujos, Quint Buchholz, muestra su originalidad a través de imágenes que representan la realidad de una forma casi fotográfica pero entremezclada con lo invisible, dejando espacio y libertad para que el espectador deje volar su imaginación. Y, en El libro de los libros, los lectores y los libros son los que configuran esas imágenes.
Este libro que descansa ahora tan amistosa, firmemente en sus manos es fruto de una de esas casualidades que determinan la vida secreta de los libros más que cualquier planificación. El pintor, dibujante e ilustrador Quint Buchholz se encontraba una tarde en nuestro despacho para mostrarnos sus trabajos, que, como sobrecubierta de muchos de nuestros libros, habían facilitado gracias a su imaginación poética el camino hasta el lector. Extendidas las hojas en el suelo, no fue difícil reconocer el motivo que las unía a todas: el propósito de representar el libro -o sus protoformas: el papel, la máquina de escribir, la pluma- justo en el instante en que éste recibe la historia y la transmite. Independientemente de los autores, Quint había dibujado la peripecia del libro, que va por el mundo recogiendo historias, o repartiéndolas, o haciéndolas enmudecer. Con su peculiar estilo, había dibujado una Historia de la Literatura como sucesión de los motivos necesarios para el nacimiento y la supervivencia de la misma. ¿Qué resultaba más adecuado, pues, que recurrir a unos autores, para que escribieran las historias que yacían implícitas en los dibujos de Quint?
Enviamos un dibujo de Quint a cuarenta y seis autores de países distintos, con la petición de que escribieran el texto oculto en él. Todos colaboraron. Y así surgió este libro. Un libro revelador de muchos aspectos de la escritura y de la lectura, y que es un homenaje a un gran artista, que sigue tejiendo de forma tradicional la vieja historia que sólo puede encontrarse entre las dos tapas de un libro.
Ad nótam: Otro Libro de los libros, quizá menos hermoso aunque seguramente muy interesante, es el que nos ofrece la editorial Denes, y en el que se recogen anécdotas relativas a bibliotecas.