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Lido Contemori "Contemori" – Italia

Leonte Nastase "Leonte" – Rumanía
No creo que todavía se pueda considerar noticia que yo diga aquí que la semana pasada se presentó el libro (o mejor e-book) La blogosfera hispana: Pioneros de la cultura digital, libro que para aquellos que lo desconozcan es gratuido y descargable en PDF. Lo que no me negaré a afirmar es que su lectura es muy recomendable tanto para los bloguers como aquellos lectores de bitácoras interesados en la blogosfera. Y no sólo por su temática y por sus autores, sino porque sin ninguna duda encontrarán sus contenidos muy interesantes a la par que sorprendentes.
Por mi parte, sería ridículo recomendar un libro que no he leído, de hecho el libro no lo he acabado, ni apenas lo he comenzado, pero ya durante la lectura de su primer capítulo, Una teoría general del blog, a cargo de José Cervera no he podido más que llevarme que alguna sorpresa gratificante. En primer lugar, porque me sorprende la claridad en la exposición de lo que es un blog y de sus aspectos más generales, y segundo por la valentía en algunas de las afirmaciones que se realizan durante el desarrollo del capítulo.
La definición de lo que es un blog me parece la mejor que he leído, creedme si os digo que he leído algunas de ellas, reduciendo la bitácora a su mínima expresión: el post. Lógicamente, inmediatamente después remarca uno de los otros aspectos que han ayudado decididamente a la proliferación de los weblogs como un medio de comunicación personal: Su sencillez de actualización.
El post, o envío, es la unidad básica, el átomo del que están hechos los blogs. En su forma más arquetípica consiste en un texto de longitud variable (de una frase a varios cientos, o miles de palabras) con su título y su propio enlace permanente (permalink) acompañado de la fecha y hora de su publicación; en el blog los posts aparecen el más reciente arriba y el resto por orden cronológico inverso. Además, el post puro permite a los lectores añadir comentarios, que aparecen a continuación del texto. La presencia de uno o varios gráficos es optativa y los posts pueden agruparse para su archivo en categorías temáticas escogidas por el autor o autores.
Esta simple estructura repetitiva es la que hace posible que los sistemas de publicación de blogs sean de una apabullante sencillez: todo lo que hay que hacer es poner el título y el texto en sendas cajas al efecto, añadir enlaces y gráficos (con ayuda de botones especializados) y pulsar el botón etiquetado ‘Publicar’. Todo lo demás lo hace el programa.
Este lugar [El cementerio de los libros olvidados] es un misterio, Daniel, es un santuario. Cada libro, cada uno que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él. Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien desliza la mirada por sus páginas, su espíritu crece y se hace fuerte. Hace ya muchos años, cuando mi padre me trajo por primera vez aquí, este lugar ya era viejo. Quizá tan viejo como la misma ciudad. Nadie sabe a ciencia cierta desde cuándo existe, o quiénes lo crearon. Te diré lo que mi padre me dijo a mí. Cuando una biblioteca desaparece, cuando una librería cierra sus puertas, cuando un libro se pierde en el olvido, los que conocemos este lugar, los guardianes, nos aseguramos de que llegue aquí. En este lugar, los libros que ya nadie recuerda, los libros que se han perdido en el tiempo viven para siempre, esperando llegar algún día a las manos de un nuevo lector, de un nuevo espíritu. En la tienda nosotros los vendemos y los compramos, pero en realidad los libros no tienen dueño. Cada libro que ves aquí ha sido el mejor amigo de alguien. Ahora sólo nos tienen a nosotros, Daniel.
RUIZ ZAFÓN, Carlos. La sombra del viento. Barcelona: Círculo de lectores, 2002. pp. 9-10
Hoy se celebra el día del libro, así que ya sabéis lo que tenéis que hacer. ¡Comprad uno (o dos)!
El 2 de abril se celebra en todo el mundo el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil. Por ello, el pasado viernes 7 de abril, el diario Levante dedicó, en su suplemento cultural Posdata, un reportaje a esta celebración que recogía distintas impresiones sobre la situación de la literatura infantil y juvenil desde el punto de vista de los distintos sectores interesados. Tampoco faltó el bibliotecario.
[…] También los bibliotecarios valencianos analizan la literatura infantil y juvenil desde otro ángulo.
El presidente de l’Associació de Bibliotecaris Valencians, Francesc Rodrigo, explica que la dotación de las bibliotecas es corta, «no se llega al mínimo recomendado por la UNESCO, aunque se ha hecho un esfuerzo de dotación y nos queda mucho camino para llegar a los estándares europeos, en personal y en fondos». La raíz del problema «está en que el mantenimiento de las bibliotecas recae en los ayuntamientos, que tienen poca capacidad, y la dotación depende de la mayor o menor sensibilidad del concejal; de hecho, en general en los últimos dos o tres años, el presupuesto para libros se ha reducido a una tercera parte», afirma Rodrigo. Tradicionalmente las bibliotecas han sido de los niños y de las personas mayores, los adolescentes «son una franja de edad que no se encuentra en las bibliotecas, tienen otras aficiones, y hay que tener en cuenta que las nuevas tecnologías distorsionan las cifras porque los hay que vienen, pero exclusivamente a jugar en Internet, aunque puede que esto ayude a que después de chatear se lleven algún libro», señala el presidente de los bibliotecarios. […]
¿Quién va a negar ahora que los libros han dejado de estar de moda? Desde luego que a este extremo no se va a llegar por el diseñador ucraniano Andre Tan que en la Russian Fashion Week de Moscú, que ya sorprendió con sus zapatos de césped, ha presentado un sombrero, si no sorprendente, al menos un tanto audaz.
Eso sí, que nadie pruebe a llevarlo con el Quijote como tocado…

Aunque esta imagen no debería ser insertada dentro de una de nuestras categorías favoritas (Biblio-Humor) creo que por el terreno que se mueve su autor, Jordi Labanda, y donde fue publicada, en la Revista Magazine, en la que Labanda suele publicar ilustraciones cómicas, merece ser recogida aquí.
Como sabréis, Jordi Labanda es pintor e ilustrador nacido en Mercedes, Uruguay, en 1968. Actualmente reside en Barcelona desde donde dirige su carrera como ilustrador y diseñador de moda. Hace un par de años su popularidad aumentó espectacularmente, llegando a encargarse del diseño de distintas campañas publicitarias para distintas marcas de moda e incluso de agua mineral. Si queréis más de él, os remito a sus dos libros publicados Hey Day (2003 – ISBN: 8493303607) y Si te he visto no me acuerdo (2005 – ISBN: 8493303666).
Esta imagen corresponde a un especial de la revista Magazine sobre el Día del Libro de 2005 de la que ya recogimos la de Ortifus.

Este fin de semana documenté una fotografía de un libro que se consideraba como el más pequeño del mundo y que como podréis imaginar apenas se podía entreabrir con las uñas. Aquel libro se trataba de una Biblia y mientras archivaba la fotografía, creía que en sus hojas tan sólo se podrían albergar algunas letras o acaso palabras. Sin embargo, andaba muy equivocado y, contemplando detenidamente aquella imagen, comprobé que en aquel libro se podrían entrever párrafos enteros de texto de, por supuesto, imposible lectura a simple vista. En aquel momento, podría haber pensado que aquel era todo un hallazgo, casual eso sí, digno de un texto para esta bitácora, pero pequé de completo ingenuo. Por lo visto, el asunto de los libros en miniaturas sucede como en el caso de las reliquias religiosas, todas dicen ser lo que tal vez ninguna llegue a ser.
Por ejemplo, con una simple búsqueda en Internet, aparece el bibliotecario Mark Palkovic de la Universidad de Cincinnati afirmando poseer el libro más pequeño del mundo. El documento tiene unas dimensiones de 9 x 9 mm con un total de 30 páginas y con tres ilustraciones a color, obviamente, sus textos no pueden ser leídos a simple vista y además tenemos un problema de definición he ahí el principal problema de todo libro pequeño. Si nos atenemos a la definición de la UNESCO de libro, Mark no poseería uno, ya que debería tener al menos 49 páginas, por lo que se trataría más bien de un folleto. Es decir, que porque algo posea forma de libro no deberíamos aceptarlo como tal ¿o tal vez sí?
Por otro lado, si existiese el libro más pequeño del mundo, no sería probablemente único ya que los libros disponen de tiradas de X ejemplares. Así sucede con este ejemplar número 16 del Chamaleon de Chekhov que tuvo una tirada de 100 ejemplares, 50 en inglés y 50 en ruso, por lo que la búsqueda del libro más pequeño se quedaría en la búsqueda de los libros más pequeños del mundo.