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La Ciencia, las editoriales, las bibliotecas e Internet

Me ha satisfecho profundamente que el número de este jueves del Ciberpaís haya retomado el debate sobre las publicaciones científicas, los científicos, las bibliotecas e Internet, publicando «Acceso libre en Internet a las publicaciones científicas«. Era éste un post que tenía guardado como futurible y, esta vez sí, un gran medio de comunicación se nos adelanta… Pero hagamos un poco de memoria basándonos en el artículo de Dídac Martínez La crisis de las revistas científicas y las nuevas oportunidades de Internet

Es Philosophical Transactions, publicada por la Royal Society de Londres en 1665, la que se considera la primera revista científica editada. Esta publicación surgió ante la necesidad del intercambio de ideas y la revisión de los trabajos científicos por expertos. Muy pronto se le añadió la necesidad de recopilación de todos los escritos y, de esta forma, el nuevo científico no debería comenzar de nuevo. Esto desembocó en el nacimiento de las bibliotecas científicas tal y como las concebimos hoy. Durante todo este periodo de tiempo, se han añadido nuevos elementos para evaluar la calidad de los trabajos publicados, como el impacto que producen éstos en la comunidad científica, que permite valorar al investigador si consigue publicar su trabajo en la revista más notable dentro de su campo y es citado por otros investigadores.

Durante años, eran las propias instituciones las que publicaban sus revistas, aunque la explosión de la comunicación científica después de la Segunda Guerra Mundial debido al incremento de la especialización y de la experimentación hizo aumentar el número de las publicaciones que eran externas a cualquier academia. Los investigadores comenzaron a ceder de una forma gratuita sus trabajos a las editoriales con el fin de que fuesen publicados. Durante la década de los 70, el número de títulos disponibles en el mercado fue el mayor de la Historia, según el Science Citation Index, y en algunas áreas se pasó de publicar 50 títulos en los años 30 a más de 1000.

Las editoriales proporcionaban calidad en los contenidos, estabilidad en la publicación y distribución de las colecciones; la consecuencia inmediata de este crecimiento fue la masiva suscripción a revistas por parte de bibliotecas científicas. Sin embargo, esta evolución en la comunicación científica está llegando a su fin debido, principalmente, al incremento progresivo y excesivo de los precios de las suscripciones a las revistas cada año, entorno a un 12%-, lo que provoca cancelaciones de las universidades que no disponen de los recursos suficientes para seguir este ritmo, después llegaron las revistas electrónicas. Estas revistas están aportando muchas ventajas al investigador, entre ellas una mayor rapidez en la búsqueda de información, la posibilidad de gestión y envío de textos, el intercambio de opiniones, el acceso a sumarios electrónicos o archivos de pre-prints…Tantas ventajas que algunas revistas en papel están dejando de editarse.

En un principio, se consideró que los precios de las revistas electrónicas comenzarían a bajar puesto que los costes eran menores, pero no esta siendo así y las e-revistas continúan con la misma escalada de precios. Ante esto, los investigadores, bibliotecarios e informáticos están potenciando proyectos que se basen en una nueva comunicación sin intermediarios y de acceso libre. De esta forma, se busca la recuperación de aquello que siempre fue suyo y que surge de las inversiones públicas, de los laboratorios y de los investigadores.

Pero, qué proyectos se están llevando a cabo:

  1. Declaraciones a favor del acceso abierto a la información, como la Budapest Open Access Initiative; el Open Archives Initiative; la Public Library of Science, apoyada por más de 30.000 académicos de 175 países, o la Scholarly Publishing and Academic Resources Coalition (SPARC), que edita revistas electrónicas a precios académicos.
  2. Oferta de servidores abiertos donde los autores y grupos de investigación depositan de forma gratuita o a bajo coste sus artículos para la consulta de otros científicos. Son los open archives, cuyo éxito corre como la pólvora en la comunidad científica mundial: Pubmed Central, BioMedCentral, British Medical Journal sobre ciencias biomédicas, el H-NET sobre humanidades, el Public Knowledge Project sobre educación, Chemistry Pre-print Server sobre química, RePEC sobre economía o el ideado por Paul Ginspar en 1991 -Los Alamos Preprint Archive (arXiv)-, especializado en física.
  3. Creación de consorcios de bibliotecas para comprar conjuntamente revistas electrónicas a precios más estables y sostenibles.

En definitiva, proyectos todos ellos mejorables, pero ya muy significativos. Una crisis prolongada de las revistas científicas será perjudicial para la difusión y el desarrollo de la propia Ciencia, poniendo, además, en peligro el acceso democrático al conocimiento que aseguran y ofrecen las bibliotecas y excluyendo del circuito científico a aquellas comunidades con escasos recursos o con una tradición científica poco consolidada. La Red está modificando la comunicación científica y nos brinda una oportunidad única que debemos aprovechar.

Publicado en Biblioteconomía

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