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Inventario de obstáculos y otras excusas para no leer

Vivimos en una sociedad en la que el tiempo es un bien muy preciado: vamos deprisa al trabajo, a los estudios, a la compra, al dentista… Ajetreados todo el día y con poco margen para dedicar al ocio. Por eso, es frecuente que muchas personas justifiquen su falta de aprecio por los libros amparándose en la conocida excusa: “Yo querría leer, pero… ¡No tengo tiempo!”.

Ahora bien, reflexionemos un poco sobre la cuestión y planteémonos algunas preguntas. ¿Cuánto tiempo es necesario para leer? ¿Hablamos de horas, minutos, páginas? ¿Cuáles son los mejores momentos del día para dedicar a la lectura? ¿Dónde podemos sacar mejor provecho de un libro? ¿Podemos ir cada semana a leer a la biblioteca? De hecho, de tiempo sí que disponemos, pero debemos decidir a qué actividades se lo queremos dedicar. Leer relaja, nos permite estar con nosotros mismos, es un buen tema de conversación con los amigos o los hijos y, además, es una actividad de entretenimiento y una forma barata de conocer a otras personas, lugares y experiencias.

Somos dueños de nuestro tiempo

Para empezar, el acto de leer necesita atención; se trata de hacer un viaje fantástico por las páginas de un libro. Por eso, debemos saber cuándo disponemos de ese tiempo y de esa concentración. Sería lógico pensar que sólo podemos leer en aquellos espacios habilitados para esta finalidad: Bibliotecas, salas de lectura, una habitación en casa…, pero la verdad es que todas estas condiciones no significan nada cuando una única necesidad es imprescindible: Las ganas de conocer historias y dejarnos cautivar por ellas. Cuando las tenemos, ¡ni el ruido puede evitar que leamos!

Cualquier momento, cualquier libro

Al igual que hicieron nuestros padres, o hemos hecho con nuestros hijos, solemos elegir el momento de ir a la cama a dormir para acercarnos a los libros. Pero cuando la magia de una historia nos atrapa, es evidente que nunca hay tiempo suficiente. Si desgraciadamente, llegamos cansados del trabajo, de los estudios…, la lectura nocturna será breve.

Entonces, ¿cuándo y cómo? El secreto es preferir la lectura a, por ejemplo, no hacer nada. A lo largo de un día normal, cualquier persona pasa momentos en el transporte público, en la consulta del médico, aburrida delante del televisor, o incluso, en el baño, ¿por qué no? Y si, en vez de matar el tiempo, ¿lo llenamos de lecturas? Busquemos libros apropiados al tiempo que tenemos y al lugar donde leemos.

No sé qué leer

Si creemos que ésta es nuestra excusa, busquemos otra. Tenemos a nuestra disposición un grupo de profesionales, libreros y bibliotecarios, esperando a que les pidan consejo. Además, seguramente alguno de nuestros amigos es un gran lector y estará encantado de podernos ayudar a escoger. Pensemos en los libros de relatos cortos, cuentos, poesías…, así tendremos la sensación de empezar y de acabar una lectura; y si disponemos de más tiempo libre, escojamos novelas más largas. Busquemos también un buen librero o un amigo que conozca nuestros gustos y necesidades y que pueda recomendarnos el libro que necesitemos en cada momento.

Otro de los argumentos más usados es la dificultad para fijar la atención en la lectura durante un tiempo muy largo. Esto tiene una fácil solución: Comencemos por lecturas breves, sobre temas que nos interesen. Leamos el libro que nos ha recomendado algún amigo; siempre podemos comentarle nuestras dudas y eso nos ayudará a seguir más fácilmente el hilo del relato.

Los libros son caros

¡Con esto no convenceremos a nadie! Hay ediciones de bolsillo más baratas que una cena, una copa o una entrada de cine… y esto no quiere decir que se tengan que elegir sistemáticamente esas ediciones, ¡cuidado! Siempre se puede recurrir a las bibliotecas públicas, que disponen de ejemplares para el préstamo gratuito, y hay opciones más pintorescas como los clubs de lectores o el bookcrossing, que multiplican hasta el infinito las posibilidades de conseguir material para la lectura.

En fin, ahora ya no queda ninguna excusa: se tiene que reconocer que el que no lee es porque no quiere. Pero debe ser consciente que pierde un abanico de posibilidades de vivir las vidas de otros, de conocer otros mundos y, sobre todo, de pasar buenos momentos. El placer de la compañía de un libro es inmenso y siempre fiel.

Traducido de la campaña "Llegir en Valencià" – 3. Jo voldria, però… No tinc temps!

Publicado en Visto/Leído

14 comentarios

  1. muy buena reflexión, pero si no existe interés cualquier excusa es buena. Que no te guste leer es como decir que no te gusta comer o beber. Siempre te gustará leer si encuentras un libro que te interese, y libros hay millones tantos como gustos.

  2. Pues si ese dato es cierto, Marcos, ya puedo dejar de comprar libros y de reller, o nunca leeré los que tengo 😉 Me ha gustado mucho el texto, la del tiempo es una excusa bastante mala porque la gente a la que le gusta leer, saca el tiempo de donde sea.

  3. Me ha encantado esta entrada.

    Stoy con Ferran… ¡¡¿Cuantas horas de sueño me he quitado por una buena historia?! Demasiadas… a veces hasta yo misma me he sorprendido a altas horas de la mañana y leyendo, cuando al día siguiente tenía que levantarme bien prontito para ir a trabajar, eso sí, iniciaba mi andadura con un buen libro en las tediosas horas en el Metro… y los ratos muertos en los que no había trabajo, siempre estaba el libro esperando escondido detrás del mostrador 😛 😛

    Hace cosa así de un año conseguí que un amigo mío se leyese ¡¡El primer libro de su vida!! Si, así, como suena, no había acabado ningún libro nunca. No era un libro facil, pero cuando le ví sabía que le iba a gustar, ahora, le ha cogido el gustillo y nos pide consejo a «anonymous» y a mi para ver qué puede leer, qué puede escoger para que no le resulte tedioso e ir aficionándose a la lectura… desde luego, es un buen comienzo, reconocer que no sabes que escoger y pedir consejo 😀 Y… sip, este chico es bibliotecario… lo que demuestra que la velocidad y el tocino, en ocasione, están ligados 😛

  4. ¡Dios Yav! Para mí es impensable un bibliotecario que no lea… Aunque parece ser que la realidad supera la ficción… Menos mal que le has encauzado hacia el camino correcto…

    😛

  5. Yo soy de las que no puede leer a ratitos cortos, por ejemplo, en el metro (en el bus me mareo), porque me adentro tanto en la lectura que más de una vez me pasaría de parada.
    Yo le dedico el tiempo por la noche, quitándome horas de sueño si es preciso (he llegado a empalmar la noche con la hora de levantarme por una buena novela) y casi cualquier rato libre que tengo, aunque suelo tener pocos.
    Y respecto al precio, para eso están las bibliotecas ¿no?

  6. Ana Ana

    Yo siempre aconsejo no leer antes de dormir: a los que vivimos para leer nos produce insomnio (la novela o lo que tengamos entre manos nos mantiene en vela); y a los que aún no se han enganchado, les hace asociarlo con algo soporífero 🙁 Malo se mire por donde se mire, ¿no? Lo bueno sería que todos los papis se pusieran a leer a sus niños; así se conseguirían dos cosas: que los niños se lo pasen bomba y que se aficiones a la lectura, y que los padres que se lo han perdido hasta entonces lo recuperen (hay excelentes libros de esos que llaman infantiles y juveniles). Excelente artículo. Un saludo.

  7. Ana Ana

    Daniel Pennac hace unas reflexiones sobre la lectura en el libro Como una novela y recuerdo, a voz de pronto, una frase muy ejemplificadora sobre el hecho de leer. No sé si son exactas sus palabras, pero venía a decir que SI TENEMOS TIEMPO PARA AMAR, TENEMOS TIEMPO PARA LEER.

    Saludos

  8. Carolina Carolina

    Me ha gustado mucho…Estoy de acuerdo con el comentario de Ana sobre la lectura desde la infancia. Nosotros como padres (o futuros padres) podemos fomentar el amor a la lectura con nuestros hijos.
    El mundo nos esta vendiendo la televisión (incluso no muy buena) y los juegos de video como las «perfectas» opciones de entretención para los niños y adolescentes pero nunca podrán superar los productos de la imaginación con la lectura de un buen libro.

  9. Alex Alex

    Esta manía de creer que el que no lee es un inculto o de que el que no tiene un título universitario no es nadie raya en la más absoluta de las majaderías. La cultura no es lo mismo que la historia de la cultura. Lo que era culto en el siglo XIX y XX, en el XXI puede ser simplemente historia y nadie tiene que creerse más ignorante por saber menos historia. Una persona culta en 2006 es una persona que está al día de lo que pasa en la sociedad, en la política, el empleo, la vivienda, las nuevas teconologías, la economía, el deporte… No es más culto el que lee a Flaubert y no sabe quién es Zidane o qué es un MP3. Sabrá más historia de la literatura, pero no será más culto para vivir en el futuro y eso lo vemos en todos los que no saben manejar un ordenador, acceder a la red, usar un móvil,… Todos pueden haber leído mucho, pero son completamente dependientes en aspectos fundamentales de la vida y la cultura sólo tiene sentido si nos hace más libres. Si se trata de acumular fichas bibligráficas, para eso están las bibliotecas, allí las tienen todas. ¿Y…?

  10. Alex, totalmente de acuerdo contigo respecto a que no tiene porque ser inculto el que no lee (la cultura se puede adquirir por muchos medios, el cine es uno de mis favoritos) y no es más culto el que tiene una carrera universitaria (los hay auténticamente cazurros con ella y muy cultos sin ninguna).
    Creo que los libros y la lectura son un medio impresionante para culturizarte, para abrir la mente a cosas nuevas, para comprender otras pero, para mí, la lectura es principalmente un placer.
    Tampoco tiene que ser incompatible el ocio (o el placer) con la lectura 🙂

  11. Em sembla fantàstic que feu difusió de la campanya Llegir en valencià, que és molt més que una col·lecció de llibres als diaris. Fàntàstica la vostra web! Enhorabona.

  12. […] Otra de las posibilidades pasa por dejar de leer, buscarme una buena excusa tonta, abandonarme a la zafiedad de la televisión o bien convertirme en un cinéfago tratando de evitarla o bien visitar más los bares. Pero claro qué sería de mí sin la compañía de un libro. No podría abandonarlos, ellos tampoco lo harían por muchas estanterías que me tuviese que comprar o aunque amenazase ruina. — curiosidades, libros […]

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