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Mes: mayo 2014

Infonomía, Innovación, Inteligencia y Nuevas Tecnologías

 

No recuerdo exactamente en qué momento le puse subtítulo al blog. Debió tratarse en uno de esos cambios de plantilla que algunos no alcanzan a entender, pero que otros consideramos necesarios. Los tiempos cambian rápido, los elementos de los blogs también y hay que saber adaptarse. En aquel entonces, consideré que Biblioteconomía, Infonomía, Internet y Nuevas Tecnologías podría ajustarse bastante bien a los contenidos que íbamos publicando, sin embargo poco a poco aquel subtítulo me ha parecido añejo. Para bien o para mal, mi carrera profesional me ha llevado por otros derroteros.

La Biblioteconomía se fue tornando una disciplina más alejada para mí, nunca deseé enfocar mi carrera hacia el mundo de las bibliotecas o de los archivos, puesto que creía en el potencial de nuestro perfil y por fortuna así ha sido. Por otra parte, cuando empecé a escribir aquí, los grandes medios de comunicación no consideraban Internet como una información de gran interés, por lo que Internet sí que tenía cierto sentido. Respecto a Infonomía y Nuevas Tecnologías son una especie de cajón desastre, algo en lo que cabe todo y nada, por lo que de forma tramposa estos dos términos parecían adecuados.

Pero, tras el paso de los años, cada vez me he sentido más alejado de los contenidos del blog primigenio. Mientras los blogs se veían sobrepasados por el surgimiento del Social Media, el desarrollo de contenidos desde los medios generalistas enfocados a Internet y la gran popularidad de los blogs temáticos profesionales; el hecho de que empezase a trabajar a jornada completa, me restó tiempo y el esfuerzo dedicado al blog fueron menguando.

Llegó un momento en el que no me sentí identificado con El Documentalista Enredado, aquello parecía no ser mío. En cierto momento, consideré empezar a publicar un blog propio bajo mi nombre, con contenidos más cercanos al trabajo y las inquietudes que tenía en ese momento. Sin embargo, deseché en distintas ocasiones aquella idea. El trabajo desarrollado en este blog fue magnífico y creía que en cierta manera no le haría justicia a ese pasado.

El Documentalista Enredado nació, o al menos así lo entendí, como una manera de promocionar nuestra profesión, como una forma de enseñar y demostrar lo válido de nuestro perfil. Sin embargo, dentro de los profesionales de la información, parece que si no trabajas en un centro de información te encuentras desubicado, ya que nadie es capaz de reconocerte como bien les sucedía a Raúl Baños o Lara Rey, documentalistas y grandes profesionales de la Inteligencia Competitiva. Por ello, no creo que deba cambiar el título, no necesito un blog bajo la denominación Marcos Ros. En este blog está mi identidad y mi evolución. ¿No es acaso un blog una bitácora personal? ¿Un registro de nuestra actividad en la Red?

En cualquier caso, sí que es necesario un cambio en el enfoque y los contenidos, algo que ya ha ido sucediendo paulatinamente; y que puede no encuentren acomodo dentro de la comunidad tradicional de los archiveros, los bibliotecarios y los documentalistas. Pero, mi intención es demostrar, como siempre he hecho, que no todos los profesionales de la información nos dedicamos a ello, que hay otros nichos de mercado y otros puestos donde podemos crecer profesionalmente.

El nuevo subtítulo de este blog, Infonomía, Innovación, Inteligencia y Nuevas Tecnologías, puede que no entusiasme como lo hizo aquel Biblioteconomía, Infonomía, Internet y Nuevas Tecnologías; pero es a lo que me dedico profesionalmente actualmente. No se ajusta exactamente, ni todos los términos me gustan, pero «riman». No hay que detenerse, no hay que cerrar los ojos. El futuro puede ser brillante, sólo falta un poco de arrojo.

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Diez años

Esta historia, este espacio personal, comenzó hace ya diez años. En algún momento de mayo de 2004, creí que era una buena idea comenzar una bitácora como las llamábamos entonces. Lo cierto es que demostró ser una buena idea y a pesar del tiempo pasado, de las horas sentado, de la pasión volcada, del esfuerzo dedicado, sigo creyendo que fue la mejor decisión que pude tomar entonces.

Son muchas las personas que he podido llegar a conocer gracias a este pequeño rincón, donde se cruzaron mis vivencias profesionales, mis reflexiones y mis experiencias vitales. Son muchos los ratos que fuera de la Red he podido compartir con algunos de mis lectores y de otras personas que no lo fueron tanto. Hubo un tiempo que mi weblog, sí también los llamábamos así, fue mi tarjeta de visita, nadie sabía quién era yo hasta que no pronunciaba El Documentalista Enredado. Nunca me importó que no se me conociese por Marcos, siempre me resultó divertido pasar completamente desapercibido. Por aquel entonces, la blogosfera me encantaba y la peleaba con pasión y, lo admito, con vehemencia en ciertas ocasiones. Luego la Conversación se fue dispersando por tantos rincones que el blog perdió su magia, aunque eso ya son batallas de abuelo.

Lo cierto es que con Enredado, siempre nos referíamos así al blog cuando Maria Elena publicaba también, como muchas otras cosas los tiempos se fueron dilatando, ensanchando hasta que parece algo lejano aquello que fue tuyo. Como sucedió con otros asuntos, supe quedarme con el qué y con el cómo, pero a lo largo de diez años fui olvidando el porqué. Porqué existe este blog, porqué sigo aquí, de vez en cuando paseándome, leyendo y escribiendo.

“Diez años es una edad digna, podría cerrar hoy mismo” me convenzo y es posible que nadie me echase en falta. Al fin y al cabo, quién lleva el recuento de las estrellas en el firmamento. Alguna podría no hacer acto de presencia una noche perezosa y nadie, o casi nadie, la echaría en falta. Hay muchas más, tantas más que no acabaríamos de contarlas hasta que el amanecer. Pero sé que yo sí lo echaría de menos, puesto que algunas cosas es necesario que sean dichas, algunos temas es necesario que sean recuperables y algunas historias es necesario que sean contadas.

Diez años, recordé ayer. Son tantos que creí superfluo escribir sobre ello, pero desgraciadamente son tantos que es digno de ser recordado.

Gracias a todos.

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El dilema del innovador

Uno de los libros favoritos de Steve Jobs era The Innovator’s Dilemma de Clayton Christensen. En él, se ahonda en las posibles razones por las que empresas exitosas, que pueden aparentar que lo están haciendo bien, en realidad se estén abocando hacia un abismo provocado por su incapacidad de detectar o negar los cambios inminentes en el mercado que hasta entonces dominaban. Se podría recurrir como ejemplos a Nokia o a Blackberry, aunque es cierto que la propia Apple tuvo que enfrentarse a su propio dilema.

Como se ha citado anteriormente, los éxitos y las capacidades de las empresas pueden constituir un obstáculo, restando capacidad para adaptarse a mercados cambiantes y a nuevas tecnologías. El triunfo puede provocar un sesgo a la hora de evaluar la situación real del mercado. Christensen diferencia dos tipos de tecnologías: las tecnologías de sostenimiento o incrementales y las disruptivas. Las tecnologías incrementales sirven para mejorar un producto que ya se encuentra en el mercado, mientras que las disruptivas pueden dejar en evidencia a un producto que resulta peor en su uso frente a otros que pueden ser más baratos, simples, pequeños o más convenientes de usar. Por otro lado, las tecnologías disruptivas aparecen de forma infrecuente, pero pueden poner en serios aprietos a aquellas compañías que sólo están preparadas para tecnologías incrementales.

Tras su exilio forzado de Apple, Jobs describió el fracaso de John Sculley, su sucesor al frente de la compañía, como una transición desde la pasión de hacer productos hacia la búsqueda del beneficio de la empresa primero y los accionistas después. Apple se enfrentó al dilema de la innovación, empujando sus productos para llegar un objetivo concreto, la búsqueda de resultados económicos, para posteriormente caer en esa trampa.

Tras la vuelta de Jobs, Apple tuvo que hacer frente a una reconversión con ajustes y despidos, sin embargo el nuevo CEO la reenfocó hacia el desarrollo de productos que los consumidores amasen usar, olvidando los beneficios como leit motiv principal de la firma. Desde el punto de vista de la compañía de Cupertino, no hay que preguntar a los usuarios qué quieren y cómo lo quieren, sino resolver los problemas que los usuarios no saben que tienen con productos que no sabían que querían.

La capacidad de detectar tecnologías disruptoras de Jobs, que ya se demostró en los inicios de Apple con su concepción del Macintosh, se demostró con tres productos que o bien ya existían o ya se habían ensayado: el iPod, el iPhone y el iPad. Sin embargo, Jobs era un genio capaz de identificar, desarrollar y situar en el mercado productos disruptivos, creando un nuevo ecosistema o un mercado para ellos, de forma consecutiva sin preocuparse de los resultados económicos. Un ejemplo es el miedo de canibalización que hace el iPad del Mac o el iPhone respecto al iPod en una era denominada postPC.

Lo importante para Jobs era el usuario, el diseñar productos que los consumidores amasen. Sin embargo, tras la muerte de su fundador, Apple se enfrenta de nuevo al dilema del innovador, los expertos esperan mejoras incrementales, mientras esperan que saquen un nuevo conejo de la chistera con un nuevo producto completamente disruptor. Sin embargo, la detección de tecnologías disruptivas suponen todo un reto ya que los mercados que no existen no pueden ser analizados.

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