Cuando Tim Cook mostró el nuevo iPhone 5, todo fue aparentemente desencanto. Muchas de las características físicas del nuevo teléfono, ya se habían filtrado, el nuevo sistema operativo iOS 6 apenas trae novedades en su interfaz salvo el asistente Siri con más idiomas (entre ellos el castellano) y una muy decepcionante aplicación de mapas. Obviamente, ningún salto hacia adelante en la forma de interactuar con el teléfono que supuso una revolución en el segmento de los teléfonos móviles en su lanzamiento hace cinco años.
iOS ha sabido ir tomando prestados muchos elementos de los sistemas operativos de escritorio (iconos, distintas pantallas y carpetas para agruparlos), mientras ponía a punto el hardware que llevaría a la explosión de los smartphones y el cambio absoluto en la forma en que consumimos información y nos comunicamos. Sin embargo, ese sistema operativo, esa forma de mostrar la información y ejecutar aplicaciones (una a la vez) se viene quedando atrás desde hace tiempo. Android ya aplica widgets para mostrar diversa información, mientras que en Cupertino consideran más que suficiente la integración del sistema operativo con las grandes plataformas del Social Media (Twitter y Facebook) como gran atractivo. Por supuesto que no podemos olvidar al tercer sistema operativo del mercado, Windows Phone, que con una interfaz completamente rediseñada y completamente enfocada al terreno de la movilidad (Evitando caer en la trampa de los iconos de escritorio) ofrece información de forma estructurada y transparente al usuario. Un sistema operativo que dará que hablar y que puede marcar hacia dónde se encaminarán los sistemas operativos para móviles en un futuro cercano.
Mientras Apple pierde comba en segmento de mercado móvil de tabletas y móviles, iOS 7 debe representar el siguiente paso adelante para la compañía de la manzana si no quiere pasar a ser el próximo Symbian. Un sistema operativo que fue uno de los más intuitivos en su segmento, que gobernó hasta 2006 con un 72% del mercado de los smartphones, pero que cayó rápidamente en el olvido por la deriva de su desarrollador principal, Nokia, que no previó el empuje que tendría el iPhone cuando se presentó justo un año después.