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Categoría: Cajón de sastre

Saliendo de la zona de confort

zona-de-confortNo es mi deseo escribir un texto filosófico-terapéutico sobre lo que se debe o no se debe hacer para salir de nuestra zona de confort. Qué es y cómo podemos definirla lo dejo para personas más versadas y para que cada uno reflexione sobre ello. No pienso afirmar que conseguiremos el “éxito”, si alguien es capaz de delimitarlo y asignarle un valor específico. Quiero ser más humilde y abordar el hecho de que durante nuestro día a día nos amoldamos a la rutina, acabamos sobrellevando las incomodidades, malas situaciones o nuestros fallos esperando que se la fortuna nos destine a un tiempo mejor. Sin embargo, en ocasiones, debemos romper con esas comodidades, esa sensación de que si me no me muevo no lo rompo, si no me muevo me conformo. Cada uno puede establecerse pequeños retos profesionales y personales para evolucionar continuamente. No tiene porqué ser ahora, no tiene porqué ser mañana, no tiene porqué ser dentro de un ámbito específico; pero una vez puesto en marcha que nada te pare.

Hace ya unos años tomé una decisión que a algunas personas sorprendió y que puede que no tuviese transcendencia, pero que ciertamente era un tanto extraña. Poseía un iPhone 4s y adquirí un Nexus 4. Las razones ya las expliqué en su momento, pero fundamentalmente mi objetivo era salir de mi zona de confort y así lo declaré a quien me preguntó. Siempre he sido un gran consumidor de información, no es difícil encontrarme consultando Twitter o mis RSS en los ratos muertos, sin embargo quería reconfigurar la manera en que mi cerebro trabajaba con esa información. El sistema operativo iOS era francamente superior a Android cuando comenzó a comercializarse el Nexus 4, me peleé mucho con ese último teléfono, cambiaba, me decepcionaba, volvía sobre mis pasos. Sin embargo, no tardaría en aceptar que a pesar de sus limitaciones, de su diseño más adusto, Android era mucho más efectivo a la hora de compartir y consumir información y mucho más cómodo. Ahora no volvería sobre mis pasos, claro que no, pero la búsqueda en el cambio de nuestros pequeños hábitos pueden ser definitivos.

Escribir un blog es uno de los retos intelectuales y compromisos mentales más agotadores que existen si no te dedicas a la enseñanza o al periodismo. Es imposible no sentir que las fuerzas flaquean, sentirte desactualizado y que todo lo que puedas contar ya está escrito. No hay que desesperarse. Charles H. Duell ya dijo en 1899 aquello de “Everything that can be invented has been invented” y aún seguimos aquí. Las Oficinas de Patentes no cerraron y a la Innovación se la considera como el secreto de las compañías para asegurar su supervivencia. El botón “Publicar” nos contempla con media sonrisa cuando la inseguridad nos asalta y esperamos pacientes a que nuestros lectores nos aporten el feedback en el que siempre confiamos. Cada post es una espina que se nos clava en los dedos, nunca sabes de dónde caerán las flechas, porque desgraciadamente alguna caerá. Mientras escribo este texto, las dudas brotan, por supuesto. ¿Es correcto para mi público? ¿es algo personal y a nadie le importa? En cualquier caso, mi reto anual es escribir un post a la semana, hoy tocaba ser más personal. Pero aquí lo dejo.

Otro de los retos más fuertes a los que nos enfrentamos son las elecciones en las que te adentras hacia lo que desconoces. Nunca sabes si vas a acertar hasta que te encuentras completamente embarrado. Las oportunidades laborales o los fuertes desembolsos económicos son los mayores retos en los que es fácil sentirse descolocado. No es sencillo cambiar de ambiente de trabajo, donde ya conoces la mecánica y unos responsables que sabes qué esperan de ti y tú de ellos, no es fácil empezar todo de nuevo, marcharte a otra ciudad. Sin embargo, los retos personales y profesionales hay que tomarlos cuando aparecen y no dudar si amplían tu ámbito profesional. En ocasiones, puedes considerar que tendrás fortuna si duras seis meses, pero te sorprendes cuando llegas lejos y superas esa frágil meta inicial.

Y si todo esto te parece inalcanzable (abandonar tu iPhone, abrir un blog, encontrar otro trabajo o hacerte voluntario en algo), aún puedes ensayar otras disciplinas dentro del ámbito del ocio. Practicar un nuevo deporte que hasta ahora desconocías, imponerte una nueva disciplina o simplemente ejercer una afición que te extraiga de tu zona de confort, como la fotografía callejera, es un ejercicio estupendo para no dejarse adormilar por el paso de los días y la rutina.

El mundo cambia constantemente, exigirnos intelectualmente cambiar nuestras rutinas es un ejercicio estupendo para evolucionar con él. En definitiva, prepararnos para el cambio y ser completamente adaptables.

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La sociedad sobreestimulada

Nuestra sociedad sobreestimulada se basa en arquetipos que muchos no podremos alcanzar. Los anuncios constantes en la Web, en la TV, la presión de nuestras redes sociales en el móvil, los mensajes instantáneos requieren nuestra atención constantemente en un ciclo cercano a las 24 horas del día. La segunda pantalla es una de las consecuencias evidentes de esa necesidad de estar haciendo otra cosa, en vez de concentrarse en una tarea primaria. El problema deviene cuando ese contenido tiene que entrar en competición con otros servicios en los que el usuario está más activo y, por lo tanto, se convierte en accesorio. Cuando, además, tiene que competir con otros contenidos multimedia y con otros soportes que tratan de completarlo, ese contenido se deprecia en valía y por añadidura puede que no lo hagan precisamente ni mejor ni más único.

Por supuesto que esta evasión del objetivo primario, que requiere un esfuerzo intelectual mayor y de estos requerimientos continuos de atención por parte de los dispositivos móviles, va en detrimento de otras actividades más necesarias y perentorias que estar comprobando constantemente si se ha recibido alguna alerta. El desempeño de las tareas laborales podría ser una de ellas, pero existen otras víctimas colaterales de esta sobreexcitación que son los niños.

Los niños deben enfrentarse durante una serie de horas en el colegio al trabajo tranquilo y reposado que, se supone, se da en una clase. Un trabajo de absorción de conocimientos en muchos casos difícil y necesario. Sin embargo, cuando están fuera del colegio, los niños reciben estímulos de forma desenfrenada en forma de videojuegos, TV o móviles. Estos elementos dentro de nuestra sociedad están centrados en el individuo, en el Ego, aunque se pueda interactuar con otros. Por el contrario, las clases se destinan a un colectivo sin posibilidad de cambiar de canal, enfrentándose en muchas ocasiones a una simple pizarra. No hay maestro que pueda competir con un videojuego y además dividirse por cada niño, a pesar de que muchos de ellos lo intenten.

Los adultos también perdemos la capacidad de concentrarnos en las tareas buscando el alivio inmediato del móvil o de la última actualidad en nuestro sitio de noticias. Puede que Google no nos llegue a hacer más tontos, simplemente se trata de un proceso de adaptación a una nueva realidad social. Nos consideramos multitarea, aunque realmente tal concepto no pueda ser posible, pero perdemos otras capacidades como la de leer textos largos. Cabe recordar que la tecnología no es neutral, cambia las normas sociales e influye en nuestras elecciones.

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Los sistemas operativos para móviles se preparan para dar el siguiente paso

Cuando Tim Cook mostró el nuevo iPhone 5, todo fue aparentemente desencanto. Muchas de las características físicas del nuevo teléfono, ya se habían filtrado, el nuevo sistema operativo iOS 6 apenas trae novedades en su interfaz salvo el asistente Siri con más idiomas (entre ellos el castellano) y una muy decepcionante aplicación de mapas. Obviamente, ningún salto hacia adelante en la forma de interactuar con el teléfono que supuso una revolución en el segmento de los teléfonos móviles en su lanzamiento hace cinco años.

iOS ha sabido ir tomando prestados muchos elementos de los sistemas operativos de escritorio (iconos, distintas pantallas y carpetas para agruparlos), mientras ponía a punto el hardware que llevaría a la explosión de los smartphones y el cambio absoluto en la forma en que consumimos información y nos comunicamos. Sin embargo, ese sistema operativo, esa forma de mostrar la información y ejecutar aplicaciones (una a la vez) se viene quedando atrás desde hace tiempo. Android ya aplica widgets para mostrar diversa información, mientras que en Cupertino consideran más que suficiente la integración del sistema operativo con las grandes plataformas del Social Media (Twitter y Facebook) como gran atractivo. Por supuesto que no podemos olvidar al tercer sistema operativo del mercado, Windows Phone, que con una interfaz completamente rediseñada  y completamente enfocada al terreno de la movilidad (Evitando caer en la trampa de los iconos de escritorio) ofrece información de forma estructurada y transparente al usuario. Un sistema operativo que dará que hablar y que puede marcar hacia dónde se encaminarán los sistemas operativos para móviles en un futuro cercano.

Mientras Apple pierde comba en segmento de mercado móvil de tabletas y móviles, iOS 7 debe representar el siguiente paso adelante para la compañía de la manzana si no quiere pasar a ser el próximo Symbian. Un sistema operativo que fue uno de los más intuitivos en su segmento, que gobernó hasta 2006 con un 72% del mercado de los smartphones, pero que cayó rápidamente en el olvido por la deriva de su desarrollador principal, Nokia, que no previó el empuje que tendría el iPhone cuando se presentó justo un año después.

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Ahogar la I+D+i, matar el futuro

No hay mejor asesinato que aquel que parece un accidente o una muerte natural, aunque en este caso no parece importar que se haga en plaza pública y a la vista de todos. Fue a finales del siglo XX cuando en España muchos se llenaron la boca con expresiones como “sociedad del conocimiento” o “economía post-industrial”. La tecnocracia nos traería los parabienes y una sociedad de progreso; sin embargo, de aquellas charlas, de aquel intercambio de ideas, de aquella apuesta por las palabras mágicas investigación, desarrollo e innovación, poco se ha sabido posteriormente. No existió tal cambio. Puede que la apuesta decisiva se la llevase otra fiebre más provechosa en el corto plazo, fundamentada en la especulación pura y dura, que en cualquier caso arrasaba con el futuro.

Decía Miguel Unamuno “¡Que inventen ellos!” como máximo estandarte a la complacencia española para innovar poco. Claro que aquel país, hablamos de principios del XX, todavía no podría considerarse ni moderno ni siquiera europeo y a ello iban Unamuno y Ortega y Gasset. Aquel país, atrasado, pobre; se negaba a despegar por su incapacidad de apostar por un futuro, conformándose con sestear junto a los restos de un Imperio amortizado.

Muchos decenios después en un contexto socioeconómico completamente distinto, Europa nos abrió las puertas hacia la modernización y este país se puso en marcha. La actualización española dentro de su ámbito geopolítico y económico se realizó sobre las inversiones europeas y americanas, pero el esfuerzo fue doloroso con la liquidación de industrias obsoletas y poco eficaces, abriéndose el camino hacia la modernización y la mejora de procesos industriales. Cabe recordar que la I+D no sólo consiste en el desarrollo de nuevos productos, de nuevos servicios, también pasa por la mejora de procesos y de la productividad, no debemos olvidarlo. Desgraciadamente, esta transición no provocó que la I+D se convirtiese en una apuesta de futuro clara, parecía tratarse de una oda por un mantra aparentemente impuesto y en cuanto tuvimos la oportunidad de sestear, de mirar hacia otro lado para el beneficio rápido, nos pusimos a ello.

Sin embargo, no todo se malgastó, la base se construyó a conciencia. Se desarrollaron las infraestructuras para la modernización y maduración de la ciencia española, las empresas se abrieron tímidamente a la apuesta por la I+D y algunas ellas adoptaron la innovación en sus procesos como una apuesta hacia la internacionalización y globalización de sus productos. Son muchos los profesionales que se marcharon al extranjero para formarse, bebieron de otros lugares, de su forma de pensar y proceder. A su vuelta, parecía que se les despreciaba, empujándoles a marcharse de nuevo, como si su esfuerzo hubiese sido en balde. Conscientes de ello, se les trató de captar de nuevo, con un sistema moderno y renovado, con mejores condiciones laborales, no podría haber de nuevo una nueva fuga de cerebros.

Sin embargo, la crisis ha calcinado cualquier estructura anterior. Volvemos al “que inventen ellos”. El futuro de la sociedad post-industrial se lo lleva este mal sistémico de un esquema económico gripado, mientras la I+D+i es herida de muerte por el apalancamiento y el estrangulamiento financiero. Parece que la I+D+i nunca fue nuestra apuesta de futuro, fue un bonito espejismo. Ya no se trata de malos presagios, ni de recortes o ajustes presupuestarios, son hechos casi consumados.

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El genio y su manzana

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Hace ya unos años, saliéndome quizá de los temas que publicaba en este blog, escribí un texto dedicado a Steve Jobs en el que recogía mis impresiones y mis primeros contactos con los dispositivos electrónicos ideados por la compañía Apple. Jobs falleció el pasado 5 de octubre, justo un día después de la presentación del iPhone 4S, y los homenajes a uno de los revolucionarios de la electrónica e informática de consumo no dejaron de sucederse.

El futuro rumbo de Apple es todavía una incógnita, a pesar de que exista una hoja de ruta trazada por Jobs en sus últimos meses de vida. Puede que sus fans rememoren con cierto temor aquella época en la que Jobs fue expulsado de la compañía que él mismo había creado y que sólo él pudo levantarla del ostracismo tecnológico al que parecía encaminarse al iniciarse la década de los 90. Pero lo que más me sorprende últimamente es el análisis hacia su persona, impulsada quizá por el propio Jobs al encargar una biografía oficial a Walter Isaacson. Puede que incluso Jobs concibiese una especie de testamento vital para tratar de explicarse, de mostrarse sin tapujos, aunque en especial a los suyos, a su familia, y tratando de señalar los porqués de las decisiones que tomó. Una visión de sí mismo sin tratar de dulcificar su figura, a pesar de que en Estados Unidos se le ponga de ejemplo del “sueño americano”. Una forma de reconocer que se equivocó al tomar una decisión vital cuando se le detectó cáncer, creyendo quizá que la psique puede controlar la materia. Tomó el camino de la medicina alternativa para tratar de curarse del cáncer y en esa apuesta perdió contra el Destino.

El famoso discurso de Jobs de Stanford que queda probablemente como su visión de la vida, su concepción de tratar de superar los problemas en el camino, queda aupado como un legado de una mente compleja. Fue durante ese discurso cuando Jobs se sinceró consigo mismo, tratando de entreabrir la puerta de su enigmática persona y demostrarse como un ser humano tratando de encajar las piezas, unir los puntos. Allí confesó que fue dado en adopción, pero el Destino le jugaría una mala pasada porque durante su camino encontró a su padre biológico que trabajaba en un restaurante sin que ellos lo supieran. Sin embargo, Jobs en cuanto supo que aquel hombre era su padre no volvió a pisar el restaurante incapaz de perdonar los hechos del pasado. También encontró a su madre y su hermana que resultaría ser una famosa escritora con la que establecería una relación muy estrecha.

La vida de Jobs, exagerada para algunos, dan para una biografía apasionante y puede que el dueño de Apple fuese consciente de eso. Su compleja personalidad, despótica, robaideas, irascible, incongruente puede que sea fruto de su propia historia, de los desafíos que tuvo que afrontar durante toda su vida. Sin embargo, el genio huraño dejó y construyó una visión amable, luminosa a la hora de interactuar con las máquinas, puede porque no supo cómo hacerlo de la mejor manera con las personas.

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Salud 2.0: mirándonos en un espejo

Hace mucho tiempo ya que dejé de ser una parte activa de la biblioblogosfera, y aún diría más, que dejé de ser una parte pasiva. Por circunstancias personales, por trabajo, por tiempo, por pereza… por aburrimiento.

Dejé de leer blogs de documentación y bibliotecas, mientras algunos desaparecían y otros surgían sin percatarme; dejé de leer artículos profesionales, incluso dejé de imprimir o archivar “futuribles” lecturas interesantes; por la imposibilidad de asistir a eventos profesionales fuera de Valencia y su casi inexistencia por estos lares, me fue fácil desvincularme de jornadas y encuentros (auque aún me he acercado a alguno). En definitiva, después de estos dos o tres años pensaba que estaba totalmente fuera de los temas y las inquietudes de mi profesión.

Hoy, se ha dado la circunstancia de desarrollarse en Valencia una jornada denominada “Salud 2.0: Nuevas herramientas aplicadas a la medicina”. Y, aprovechando que tenía la excusa laboral perfecta para asistir, como documentalista en una institución de investigación biomédica, y picada por el gusanillo de la temática Web 2.0 que hace tanto tiempo dejé de lado, allí que he ido.

Mi gran sorpresa ha sido ver que todo era igual a lo que yo había conocido hace unos años en relación a las bibliotecas, pero ahora con temática médica: el miedo de los profesionales a perder su posición “paternalista” tradicional en la relación médico-paciente, porque los pacientes se informan por otras fuentes (todo el mundo busca en Google, también sobre salud, y un paciente puede acceder al último artículo publicado sobre su enfermedad tan rápido como su médico); la crítica a la falta de “fiabilidad” de la información vertida en la Red si no hay un médico o institución detrás (cuando está comprobado que el porcentaje de errores es mínimo ya que la llamada “inteligencia colectiva” corrige errores tan pronto como los detecta); la reticencia, a cualquier cambio tecnológico, a cualquier estrategia de comunicación alternativa y, en definitiva, a establecer una comunicación recíproca con sus pacientes, en los que estos pudieran participar activamente aportando información tanto como recibiéndola.

Trasladado al mundo bibliotecario: cuánto se ha hablado (y temido) del cambio de rol del bibliotecario, que pasó de ser el guardián de la información a un ¿simple? intermediario y facilitador de ésta; cuánto se ha discutido y censurado la posibilidad de que el usuario participara en la indización del catálogo bibliotecario mediante etiquetas, comentarios o recomendaciones, porque la “sagrada” clasificación bibliotecaria se veía comprometida; y, decidme, cuántas herramientas de comunicación real entre los usuarios y su biblioteca se han establecido. Mejor no respondáis a esta última pregunta.

En este evento en el que se han dado ejemplos de proyectos de Salud 2.0, me he dado cuenta de que nada ha cambiado en este tiempo, que no hay tantas diferencias. Que al igual que en las Bibliotecas 2.0 y en la Salud 2.0 trabajamos con las mismas herramientas, también nos enfrentamos a las mismas reticencias de los profesionales y las instituciones.

Y, teniendo en cuenta que, los internautas que se desenvuelven en la Web 2.0, que están en redes sociales, escriben y siguen blogs, y comentan en foros, son los mismos usuarios que buscan una participación más activa en nuestras bibliotecas, y los pacientes que esperan otro tipo de comunicación con sus médicos; como profesionales, bibliotecarios o médicos, no podemos permitir que también nuestros mismos miedos nos detengan y no adaptemos nuestro papel y nuestros servicios a las necesidades del ciudadano del siglo XXI.

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No me puedo creer que lo hayan patentado

Últimamente, las patentes están dando bastante juego. Un sistema pensado para la protección de la propiedad industrial e intelectual, en ocasiones puede sufrir cierta desvirtuación cuando se llega a los límites que el propio sistema olvida establecer. La semana pasada la Red se entretenía con la publicación de la patente de Google respecto a su Doodle, es decir, el cambio de su bien conocido logotipo dependiendo de la fecha y la localización geográfica del visitante dependiendo de si se trata de una efeméride o de una celebración. Puede que sea una patente estúpida, pero teniendo presente la cantidad de denuncias que se realizan año tras año, simplemente resulta ser una buena fuente de ingresos.

Podríamos creer que, en el caso del sistema de las patentes norteamericanas, esos documentos que deben ser revisados por técnicos antes de su otorgación siguiendo criterios de novedad, se ha perdido su razón de ser tras la publicación de las patentes para inventos como el doble clic, el peinado en cortinilla o la teletransportación (Obviamente, queda reservada la idea para desarrollos futuros). Pero el orgullo patrio nos conduciría a opinar que los americanos lo patentan todo sin discriminación, provocando que un sistema que debería favorecer la innovación, simplemente la frena. Desgraciadamente, en España, también protegemos grandes innovaciones como el tinto de verano o como su título reza “Mezcla y envasado de derivados de la uva, anhídrido carbónico y agua”, no veo que los bares vayan a pagar regalías por la mezcla poco científica de esos líquidos refrescantes, pero por intentarlo que no quede.

Patentes absurdas, locas o curiosas hay muchas y podemos ver una buena recopilación de ellas en distintos sitios web. Os dejo dos ejemplos Crazy Patents o Funny Patents por si os inspiran.

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