Son las 7.30 de la mañana. Mientras espero en la parada del Metro, me uno al ritual de los pasajeros que aguardan la llegada del próximo tren. Deberíamos llamarnos “los cabizbajos”, la inmesa mayoría tenemos la mirada clavada en el teléfono móvil. Absortos, ajenos a lo que pasa alrededor.
Es posible que mis próximos compañeros de viaje no sigan ni de lejos mi dieta informativa, más preocupados por otros menesteres seguramente más interesantes como Whatsapps y Facebooks. Personalmente, primero, me dirijo al diario El País, posteriormente a mi lector de RSS –Feedly tras la muerte de Google Reader- y posteriormente me paseo por Twitter.
Al RSS se le ha matado tantas veces que parece destinado a desaparecer sólo por insistencia. Desde el anuncio de cierre de Bloglines en 2010, aunque al final no sucedió y fue rescatado in extremis, ya se preconizaba la muerte de ese sistema de difusión de la información. Han pasado cuatro años y las hecatombes sobre el RSS se han ido sucediendo. Desde el abandono del sistema publicitario de Feedburner por parte de Google (en realidad una lenta agonía puesto que no recibe una actualización desde hace años), la ocultación que hace Twitter de sus RSS, el ya comentado cierre de Google Reader que supuso todo un terremoto dentro de la Web y el surgimiento de otras alternativas como Feedly que han tratado con relativo éxito y algún que otro problema rellenar el hueco dejado por Google.
Pero no nos dejemos engañar. Al RSS cada vez le amartillan más clavos en el ataúd. Los propios sitios web más interesados en las visitas que en la influencia que puedan llegar a tener -¡ay!, las métricas- y Google que lentamente va cerrando puertas a su entorno vallado, por ejemplo en YouTube, (lo que es lícito claro). Admitámoslo, el RSS está destinado a las élites, a los profesionales que se encargan muy mucho de escoger lo que leen y cuándo lo leen. Desgraciadamente, nadie va a gastar recursos para un puñado de personas que saben lo que quieren y cuándo lo quieren, sin interferencias.
Habrá gente que asegura que cada vez acude menos a su lector de feeds, que prefiere otras vías de comunicación como Twitter o Facebook. Por supuesto, claro que sí. Es la manera de no sentirse culpable por no poder leerlo todo, de no sentirse infoxicado ante tal cantidad de información o simplemente porque se ahorra una preocupación menos. Twitter es más inmediato, más rápido, más social y más sencillo. Pero no es eso. No es lo que buscamos. No queremos dejar ser informados al azar, queremos saber y sólo pudiendo elegir las fuentes de información, filtrando esa información (ahora lo llaman curación) y también compartiéndola
Si vamos a matar al RSS hagámoslo, pero que parezca un accidente. Seguramente más de uno llorará por él.
Soy de las que quedó desolada con la eliminación de los compartidos y el aspecto social de g-reader en primera fase y con su cierre definitivo después.
Y me agarro a feedly como a rss ardiendo… el lector de feeds sigue siendo el centro y estructura de mi universo informativo.
Miedo.
Ays *
Brillante, real, agudo, critico….Como siempre buen análisis Marcos. Yo soy de las que lloraré…..aunque la agonia está siendo muy larga, e incluso puede ser que algun dia ni me de cuenta!!!!
Lara, no creo que a corto plazo exista una manera de difundir la información más efectiva -salvo el correo electrónico aunque ya sabemos que todos odiamos tener el correo electrónico lleno-.
Yo lo lamentaré mucho, no creo que ni Facebook ni Twitter sean alternativas reales a un RSS. Respecto a alternativas más visuales, como Flipboard, pues eso son más bonitas pero no tienen porqué ser más efectivas. Además, funcionan con la misma filosofía que feedly.
Judith, bueno, parece que el RSS tiene una mala salud de hierro. Esperemos que nos dure unos cuantos años más.
😉
Como usuario intensivo de RSS no puedo estar más de acuerdo contigo. Enhorabuena por el artículo.
[…] confieso que soy muy de Twitter (me atrevería a decir que tanto como de las RSS… y eso que las están matando cada dos por tres) y siempre que puedo trato de hacer que más gente se sume a la plataforma. Los datos de Twitter en […]