Hace apenas unos días, el 24 de marzo, se celebraba el centenario de la muerte de Jules Verne (1828-1905), el genial escritor francés que a través de sus muchos relatos pudo adelantarse a lo que hoy ya es una realidad, pero que para aquel entonces podría tratarse perfectamente de lo que denominamos Ciencia – Ficción.
En la memoria de todos están las aventuras del capitán Nemo y su Nautilus, un buque capaz de navegar bajo el agua y que sería inventado más tarde curiosamente por un español, hablo claro está del submarino; o el viaje a la Luna que, aunque en una bala de cañón, describía perfectamente cómo debían retornar los cohetes; y por supuesto, los nuevos hallazgos en la literatura visionaria de Verne, algo parecido a Internet e incluso a los weblogs.
Las noticias relacionadas con este centenario despertaron en mí el deseo de releer algunos de sus relatos, y empecé mi particular tributo a Jules Verne (o Julio Verne, como lo conocía en mi niñez) con «Viaje al centro de la tierra» (1864). Cual no fue mi sorpresa cuando vi que en esta novela se describía perfectamente lo que nosotros, los bibliotecarios y documentalistas, conocemos como el servicio de extensión bibliotecaria. En realidad, no debería haberme extrañado este hecho, ya que Islandia es el país europeo que alcanza el porcentaje más alto de libros publicados por cada mil habitantes (6 libros frente al 1,3 de España) y sus bibliotecas públicas son de las más surtidas de Europa, con más de siete libros por cabeza (España, 1,8). En la actualidad, este servicio de extensión bibliotecaria sigue realizándose con la sola posesión de una tarjeta de préstamo, disponible para residentes, y gracias a que las bibliotecas disponen de un archivo que incluye los libros de todo el país.
Si alguna vez alguno de vosotros no llegó a comprender bien el funcionamiento o la finalidad de este servicio, sólo tiene que leer este pasaje en el que Verne, con su estilo sencillo y ameno, describe lo que muchos profesores de Biblioteconomía no nos consiguieron transmitir convenientemente:
De pronto, el señor Fridriksson preguntó a mi tío por el resultado de sus investigaciones en la biblioteca.
-¡Su biblioteca! -exclamó este último-. No tiene más que libros descabalados en estantes casi desiertos.
-¡Cómo! -respondió el señor Fridriksson-. Poseemos ocho mil volúmenes, de los cuales muchos son apreciables y raros, obras en vieja lengua escandinava, y todas las novedades de que nos surte Copenhague cada año.
-¿De dónde saca esos ocho mil volúmenes? Por lo que he visto…
-Oh, señor Lidenbrock, recorren el país, ¡En nuestra vieja isla de hielo nos gusta estudiar! No existe un solo granjero ni un pescador que no sepa leer y que no lea. Pensamos que los libros, en lugar de enmohecerse tras una reja de hierro lejos de las miradas curiosas, están destinados a desgastarse bajo los ojos de los lectores. Así pues, esos volúmenes pasan de mano en mano, hojeados, leídos y releídos, y con frecuencia sólo vuelven a su estantería, tras un año o dos de ausencia.
[La escena se produce cuando los protagonistas se encuentran en la casa del profesor de Ciencias Naturales de la escuela de Reykjavik, en Islandia; país donde se encuentra el volcán por el que pretenden adentrarse para alcanzar el centro de la tierra]
¿Qué nos depararán los textos de Verne en el futuro?
Un poco sorprendente la afirmación de Verne sobre la circulación de los libros en Islandia, pero tampoco vamos a discutirle su proceso de documentación…
Imagino que será verdad.
Realmente curioso, no recordaba ese pasaje. Me ha encantado
Yo tampoco lo recordaba. Realmente genial!!!
Recordad que también dejo un resquicio de lo que sería la electricidad, y a parte de los submarinos, las escafandras… si que era visionario si.
Verne, además de un visionario, estaba al tanto de los avances científicos y tecnológicos de su época y eso hace que sus visiones del futuro hayan resultado con el tiempo una realidad.
De sus relatos siempre se recuerda lo más evidente, lo que ya está implantado hoy en día, pero cuando vuelves a leerlo tiempo después te das cuenta de que se te pasó por alto alguna invención que el predijo y que hasta ahora no se había producido.
Todavía tengo pendiente algún otro relato suyo por releer. Quizá también me enseñe algo nuevo…
mola!
Sin duda como tu ya has apuntado, es un magnifico ejemplo para explicar el concepto de prestamo interbibliotecario!
[…] n los momentos más insospechados (y en ocasiones, más inoportunos). Surge de algo que he visto o incluso sentido y, entonces, es cuando se convierte en una neces […]
Pobre de la persona que nunca ha leído a Julio Verne.
Extensión Bibliotecaria…
Si todos vieran las maravillas que se pueden realizar con esta palabra. A que lugares llegarian y como lograrian cambiar el mundo, seria facinante reunir a todo un grupo de personas para que con esta extensión podamos llegar al centro de la tierra.