Saltar al contenido →

La muerte del libro, los derechos de autor, el poder de la información… y otras historias de terror

Aprovechando el poco tiempo libre de que dispongo, he tomado la firme determinación de ponerme al día en mis lecturas “documentaloides”. Y como es normal en mí, en vez de atacar los temas candentes que se discuten en la actualidad (folksonomías, gestión del conocimiento, usabilidad, búsquedas en Internet, Google…), he decidido empezar por el principio, por una obra clásica de la cibercultura: “El futuro del libro: ¿esto matará eso?” (compilado por Geoffrey Nunberg).

La introducción de las nuevas tecnologías en el mundo del libro, como ocurre siempre con todo lo nuevo, ha desatado un sin número de predicciones fatalistas sobre la desaparición de los libros impresos, de las bibliotecas y las librerías tradicionales y, por supuesto, del mundo de la edición tal y como lo conocemos, como vaticinaba McLuhan en su obra “La Galaxia Gutenberg” (otro libro que tengo pendiente). Siguiendo esa corriente fatalista, el subtítulo de la obra compilada por Nunberg utiliza la vieja máxima “esto matará eso”, o dicho de otra forma, “el ordenador matará al libro”. Pero, en contra de lo que pudiera parecer, cuando leemos los diversos ensayos que componen esta obra descubrimos una visión mucho más positiva de la simbiosis que se está produciendo entre las tecnologías y el mundo del libro. Esta incursión tecnológica se presenta como un paso más (al que ya no podemos escapar) en el proceso evolutivo del mundo librario en particular, y de la cultura y la sociedad en general.

Resulta muy interesante descubrir las predicciones y puntos de vista que se planteaban en el momento de la publicación de esta obra en 1998 y, desde la perspectiva actual, contemplar su evolución, comprobando si se han hecho o no realidad. No será por falta de ganas, pero no voy a detallar uno a uno los aciertos y desaciertos de cada uno de los textos que la componen (mejor es que los descubráis por vosotros mismos), me conformaré con llamar vuestra atención sobre un artículo que me ha impactado sobremanera por las numerosas analogías que pueden extrapolarse, desde una perspectiva histórica del libro, a su situación actual. Se trata de “Los libros en el tiempo”, de Carla Hesse.

Uno de los temas más polémicos que se debaten en la actualidad, no sólo a nivel bibliotecario/documental sino también a nivel político y legislativo, es el de los derechos de autor, pero estos derechos no han sido siempre tal y como ahora los conocemos. Hesse nos recuerda que la concepción de autor como creador y responsable de su obra, y con unos ciertos derechos derivados, no surgió en Europa hasta el siglo XVIII, y aún así de forma muy limitada. Durante la Ilustración, algunos pensadores como Condorcet cuestionaron la noción de autoría, como una creación arcaica de la monarquía absolutista que beneficiaba a privilegiados monopolios comerciales más que facilitar la extensión del conocimiento. Condorcet afirmaba que el conocimiento adquirido a partir de los sentidos no pertenecía a nadie, porque es propio de la naturaleza misma, no de la mente que lo percibe. Y opinaba además, que encerrar el conocimiento entre dos cubiertas y atribuir la autoría a alguien era limitar su circulación, por lo que la mejor forma de divulgarlo era con textos abiertos y sin autor, que circularan libremente entre los ciudadanos. Analizando los postulados que defendía Condorcet sobre la liberalización de la edición impresa y el libre intercambio de información, no cuesta mucho reconocer en ellos el modelo actual de Internet, por lo que estos “ideales culturales” pueden volver a plantearse en el siglo XXI.

En 1789, la declaración de “libertad de prensa” que acabó con la censura previa a la publicación, terminó también con todo el sistema literario del antiguo régimen francés: la administración real del comercio del libro, los privilegios literarios, y el monopolio de impresión, publicación y venta de libros. Pero el desmantelamiento del sistema literario existente no dio lugar al tipo de vida cultural que esperaban sus instigadores, sino más bien a la completa anarquía. La desaparición de la reglamentación real cuestionó el concepto de autoría y surgieron los panfletarios anónimos, con mensajes incendiarios y muchas veces calumniosos sobre los políticos de la época, al tiempo que aparecieron los primeros “piratas” literarios, que se beneficiaban de la desaparición de los privilegios de autor. Al regirse el mercado del libro por un interés puramente comercial, las grandes obras de ciencia y conocimientos útiles desaparecieron ante la demanda por parte de los lectores de novelas y entretenimiento.

El caos que se produjo durante este periodo revolucionario conllevó la restauración de un orden cultural centrado en la “civilización del libro”, y surgieron las primeras medidas legislativas relativas a los derechos de propiedad de los autores (y de responsabilidad sobre sus obras), a la vez que se regulaba el comercio impreso. Todos estos “peligros” que surgieron durante la revolución cultural que supuso la libertad de prensa, la perdida de los derechos de autoría y por ende el nacimiento de la piratería, la aparición de autores anónimos que publicaban libremente, la desaparición del sistema editorial establecido… vuelven otra vez a aterrorizar al mundo editorial actual que, con la aparición de Internet y las nuevas tecnologías, vaticinan la muerte del libro impreso, aunque en realidad lo que temen es la muerte de un sistema económico del que ahora son los únicos beneficiarios.

Llegado a este punto hay que destacar que todos los cambios legales que se produjeron a partir de 1793, con las primeras legislaciones relativas a los derechos de autor, fueron realizados para garantizar el dominio del libro. Éstos eran los únicos que entre 1800 y 1880 escapaban en Francia a la censura previa, ya que se consideraba que su lectura implicaba “una reflexión lenta y razonada de los acontecimientos” en contraposición a “las rápidas y espontáneas intervenciones que permiten los periódicos y panfletos”. Cuando Hesse escribió este artículo, las bitácoras eran tan sólo un fenómeno en ciernes pero, en la actualidad, es fácil encontrar similitudes entre el temor a los periódicos y panfletos en aquella época y la actual reticencia a los blogs que se producen desde los medios de comunicación tradicionales e incluso desde sectores públicos. Para finalizar, quiero tomar prestadas las palabras del filósofo liberal Benjamin Constant, al igual que hace Hesse en su artículo, para ilustrar ese temor:

Todos los hombres ilustrados parecen estar convencidos de que debe garantizarse la libertad y exención totales de cualquier forma de censura a las obras más extensas. Como escribirlas les exige tiempo, compararlas exige dinero y leerlas exige atención, no pueden producir en el pueblo la reacción que uno teme de obras de mayor rapidez y violencia. Pero los panfletos, las octavillas y los periódicos se elaboran con rapidez, se compran con escaso dinero y, como su efecto es inmediato, se consideran más peligrosos.
Constant, B., 1814, De la liberté des brochures, des pamphlets et des journaux, Paris.

Publicado en Historia Libros

11 comentarios

  1. Y luego dicen que yo escribo cosas muy densas, creo que tendré desglosar este artículo por párrafos y analizarlo profundamente…

    En cualquier caso, un artículo que nos retrotrae a situaciones anteriores que nos colocan en la situación actual en la que los derechos de propiedad intelectual actuales deberán evolucionar si no quieren ahogar el futuro basándose en legislaciones antiguas y anticuadas.

    Como ya señalas, la biblioteca google es toda una revolución que nos debe de hacer reflexionar, es un intento de traslación de bits a átomos que ya explicamos y que puede despertar temores ante las empresas ya establecidas. Sin embargo, el cambio se acerca deprisa debemos de aceptarlo y adaptarnos, sino simplemente seremos (serán) engullidos por él.

  2. Marcos, que conste que te avisé.

    El problema es que este artículo tiene un montón de aspectos interesantes que, a pesar de darse en otras épocas históricas, vuelven a resurgir hoy en día.

    La clave de todo el asunto es que ni la concepción de autor, ni de libro, son inamovibles. Han surgido y se han instaurado por una serie de circunstancias históricas, políticas, económicas y sociales que hoy en día están cambiando. Han evolucionado con el tiempo y tienen que seguir haciéndolo. Y es inútil aferrarse a principios que ya no tienen cabida en la sociedad actual.

  3. Julio Ruiz Julio Ruiz

    Unos de los articulos más interesantes que he leido, creo que viene un cambio drastico de la libertad de la información y el concepto que tenemos de él. una lucha entre las empresas que solo quieren ganar dinero y la difusión de la cultura como tal derecho

  4. […] Sin embargo, este tipo de comentarios desde ciertas sociedades tan sólo me recuerda a lo que ya comentamos aquí en cuanto la aparición de los medios de comunicación impresos hace dos siglos y los recelos que éstos despertaban por su periodicidad de publicación casi diaria, además de las consecuencias que tendrían sobre los derechos de autor. En cualquier caso, considero que porque algunos nos dediquemos a publicar textos, música, imágenes o películas de una forma libre y/o gratuita en este gran medio de comunicación que es Internet no vamos a socavar la capacidad creativa de la Humanidad. Es más, seguramente actuaciones como las de Tom Clancy, en las que ya permite la utilización de su nombre para la edición de un libro sin ni siquiera haber participado en él, o las acometidas que se permiten realizar sobre los nombres de otros autores más consagrados como HP Lovecraft o Isaac Asimov desde la industrial editorial son mucho más censurables. ¿Y qué decir de los negros de la literatura? ¿Ya no nos acordamos del caso de la presentadora española de televisión Ana Rosa Quintana que fue acusada de plagio primero, de oportunista después y la editorial tuvo que retirar el libro? Desde luego que estos casos dejan a una parte de la industria en un brete más preocupada por los resultados económicos que de Creación. […]

  5. […] En cualquier caso, no debió de salir muy satisfecho de aquellos actos puesto que posteriormente, algunos meses más tarde, dejó esta lindeza: Estoy expuesto a millares de imbéciles que organizan congresos sobre el tercer milenio. El milenio ha terminado, ya que Jesucristo nació en el año 6 antes de Cristo. Pero a lo que a nosotros nos interesa realmente de aquello, y es lo que destacamos hoy, es que Eco tuvo tiempo en su conferencia para referirse al futuro del libro, ideas que ya ha plasmado en otros textos. […]

  6. JP JP

    Hola, estoy buscando la referencia bibliografica exacta del marques de Condorcet donde habla de la libertad de circulacion de obras, y sus disquisiciones sobre propiedad intelectual. Agradezco si la puden enviar a somos@uexternado.edu.co

  7. Hola JP

    La referencia exacta que me pides, puedes encontrarla en el catálogo de la Biblioteca Nacional de Francia (www.bnf.fr)

    Constant, Benjamin (1767-1830)

    De la Liberté des brochures, des pamphlets et des journaux, considérée sous le rapport de l’intérêt du gouvernement, par Benjamin de Constant [Texte imprimé]. – Paris : H. Nicolle, 1814. – In-8 ̊ , 48 p..

    Saludos

  8. kelly rodriguez kelly rodriguez

    muy interesantante este reportaje

  9. theend theend

    Tengo una novela escrita y me gustaria que fuera de libre distribucion tipo el software libre, con ciertas limitaciones pero de libre distribucion y lectura. No se explicarme mejor. ¿Alguien sabe si hay algun registro o licencia a la que pueda acogerme?

    Muchas gracias, un articulo muy interesante.

Los comentarios están cerrados.