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Dementia Novella

Recientemente, os comentaba que iniciaba, posteriormente me percaté de que reiniciaba, la lectura de la novela La Gran Pesquisa de Tom Sharpe. Sin haber finalizado este libro por segunda vez, os puedo comentar que la trama aborda el mundo editorial anglosajón desde un punto de vista completamente irónico, como no podría ser de otra forma teniendo presente este autor, y uno de sus personajes principales, Fresnic un agente literario, en un determinado momento dado define la Dementia Novella o Bibliomanía como la necesidad imperiosa que tiene una persona por ver su trabajo publicado. Por supuesto que Sharpe se medio inventa el término, cruzándolo con la bibliomanía, siendo consciente de que muchos autores que todavía no han publicado sus historias lo único que desean es comprobar cómo su obra es finalmente impresa, aunque obviamente el criterio de los agentes literarios y de las propias editoriales choquen de manera frontal con las aspiraciones de los autores.

La Gran Pesquisa data de mediados de los años 70 del siglo pasado, así que Sharpe puede que hubiese cambiado la trama si escribiese su novela hoy en día. Las nuevas tecnologías favorecen que esa Dementia, si se quiere así, se vea reducida en primer lugar porque existen distintas herramientas de publicación on-line que favorecen una publicación sencilla y barata. Por otro lado, los autores siempre que dispongan un poco de constancia pueden conseguir alcanzar un público que aunque limitado pueda colmar sus necesidades.

También hay que señalar que los propios escritores publicados contemplan esta posibilidad destinada a autores menores o gente sin apenas nada que aportar, una visión un tanto injusta porque al fin y al cabo no todo el mundo puede llegar a ser accesible a un público generalista – incluso el nacimiento de la Web 2.0 y los blogs se la denominó como la “Revolución de los Idiotas”-, sin embargo los propios editores buscan llenar su fondo con títulos que a pesar de que vendan poco puedan aportar calidad a su catálogo.

Me gustaría saber cuál es la opinión de los escritores sobre la autoedición, ahora tan sencilla a través de la Web a través de Lulu o Bubok, cuando una persona disponiendo de un simple editor de textos (dejemos a un lado el software de maquetación QuarkXpress o Indesign) y un poco de paciencia puede maquetar su obra y poder contemplarla en papel, repartirla entre sus allegados, si se quiere, o incluso simplemente darse una satisfacción tras un “pequeño” esfuerzo del que se siente orgulloso.

Son muchos los aprendices de escritor que se enfrentan día a día a la hoja en blanco digital o rellenan sus libretas y toman apuntes constantemente cuando la musa los visita; muchos los que aspiran al sí quiero de sus editores, pero como todo son muy pocos los escritores que conseguirán subsistir con su creaciones. Sin embargo, el negocio del aprendizaje narrativo subsiste, al igual que nos encontramos escritores noveles a cada rincón, también podemos hallar cursos y libros que se publican para favorecer la búsqueda de las mejores técnicas de redacción. De hecho, los propios escritores tratan de ayudar a los aprendices dándoles consejos o explicando sus técnicas, Juan José Millás los retaba cada semana en el programa La Ventana en la Cadena Ser proponiendo la composición de cuentos; publicando libros sobre su técnica, Stephen King es uno de los escritores que conozco que más lo hace; o simplemente los libros sin finalizar nos dan muchas pistas de la composición literaria, El Último Magnate de F. Scott Fitzgerald es un buen ejemplo de ello.

Dementia Novella? Puede ser que sí, pero al igual que la novela murió desde hace años, la necesidad de comunicar e imaginar del ser humano no se ha reducido ni un ápice a lo largo de la historia. Soñar es gratis y escribir, de momento, también.

Publicado en Literatura