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Espero leyendo

Recientemente acudí al Hospital Universitario La Fe de Valencia para una revisión rutinaria. Como había cometido el grave error de no ir convenientemente pertrechada de algún libro para pasar el tiempo, mientras esperaba mi turno en la bien llamada “sala de espera” curioseaba a mi alrededor.

En un momento de la espera, aparecieron dos mujeres ataviadas con bata blanca que, teniendo en cuenta su vestuario, lo mismo podrían haber sido celadoras, auxiliares de cualquier tipo o jefas de cirugía: la bata blanca ni discrimina ni distingue de clases. Se acercaron a una consulta y, tras colgar un cartel junto a su puerta, depositaron sobre una mesa una bandeja con un montón de libros. ¡Libros!. Obviamente, no pude contener mi curiosidad y me acerqué presurosa para averiguar de qué se trataba. Estos libros eran volúmenes finos, de pocas páginas y pertenecientes a la colección Alianza Cien. El cartel rezaba

ESPERO LEYENDO

(en castellano y en valenciano), sobre el dibujo de una niña con un libro, y bajo firmado por la Biblioteca de Usuarios de la Fe.

Cuando me acerqué, escuché como ambas mujeres comentaban si el mensaje sería lo suficientemente claro para que la gente comprendiera que los libros no eran para llevárselos sino para leerlos en la misma sala de espera. Una de ellas temía que, aún comprendiendo su significado, si no lo habían acabado se llevaran el libro para terminarlo en casa. Al escuchar aquello, yo más bien temí, conociendo como es la picaresca nacional, que se llevaran los libros sin más.

Por lo que sé, las bibliotecas de usuarios hospitalarias suelen dar normalmente servicio a los pacientes ingresados, sus familiares o acompañantes, y al personal hospitalario. Pero esa idea altruista de ofrecer libremente libros a los miles de pacientes externos que visitan diariamente las consultas de este hospital, me pareció realmente encomiable (aún a riesgo de convertirse en un bookcrossing no intencionado) y me hizo sentir orgullosa como compañera de profesión. Estos libros servirían sin duda para ayudarles, no sólo a pasar el tiempo o incluso a iniciarles en la lectura, sino también a olvidar durante un breve momento los motivos por los que visitaran el hospital. Pensé además que qué mejor sala de lectura que una en que ya colgaba el cartel de:

SE RUEGA SILENCIO

Publicado en Biblioteconomía

9 comentarios

  1. Qué idea tan genial!!!!!

    Me parece estupendo, un servicio de extensión bibliotecaria como dios manda, si señor… más, me corroe una duda a mi en efecto, si comienzas a leer un libro, te gusta, no te lo podrían prestar? No se, préstamo para casa, ajajajajaja o algo así, porque claro, o solo dejan libros de historias cortas o puede pasar cualquier cosa…

  2. NO me parece normal que a la gente que esté esperando durante unos minutos o unas horas a que le atiendan a él o a su acompañante se le ofrezcan libros, pues no los van a poder terminar, y como bien dices, pueden acabar por llevárselos a su casa. Sería más lógico ofrecer unas revistas, que al menos distraen más y no habría mucho problema si alguien se llevara alguna.
    Saludos.

  3. Aunque los libros de esta colección son muy finos, unas cincuenta páginas, me temo que da tiempo para leer un par, lo cual no deja en muy buen lugar a la sanidad valenciana…

    ¡4 meses para ver a un especialista!

  4. Se ve que no vais con mucha frecuencia a una consulta externa de hospital: la hora en que te citan no corresponde NUNCA con la hora en que te toca.

    Sin ir mas lejos, el día del que hablo en cuestión, tenía cita a las 11.30, llegué un rato antes y no salí hasta las 13h. pasadas.
    Como dice Marcos, te da tiempo para leer un par de libros de esa colección (que son muy finitos).

    Y si hablamos del tiempo que hay que esperar en Urgencias, no te quiero ni contar…

  5. Bueno si, lo de las urgencias no tiene nombre, me tiré una tarde entera (de tres a diez de la noche) para un esguince (y yo pensando, pues me voy a casa, pongo el pie en alto y me lo vendo, que total,es lo que me van a hacer aquí….)

  6. En el consultorio de Valdemorillo la gente de la biblioteca municipal tienen una estantería llena de revistas y de libros infantiles para amenizar la espera y publicitar la propia biblioteca que no queda lejos de allí.

  7. Lo del consultorio de Valdemorillo, es una muy buena idea para promocionar la biblioteca.
    En Mislata hacen también campañas para dar a conocer la biblioteca a la gente del municipio y ponen un puesto en el mercado municipal en Navidad.

  8. En Galicia, entras por urgencias a las 3 de la tarde, y antes de que te pasen a examinar ya te has leído la saga completa de El Club de los 5

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