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La Sociedad del Conocimiento, aquí y ahora

Nadie podrá negar que el modelo económico en España está evolucionando desde los distintos sectores económicos (Agricultura, industria y servicios) debido a la Globalización de los mercados. Los retos a los que nos enfrentamos pasarán por ser traumáticos en algunos de estos sectores debido a que no se ha fomentado convenientemente la transición económica ante el brutal cambio industrial que se avecina. Las grandes inversiones que están realizando algunas compañías nacionales e internacionales en territorio asiático, sumada a la gran capacidad competitiva de estos países (no entramos en consideraciones), que seguramente realizarán su revolución económica durante este siglo XXI; nos abocan sin remedio a una transformación esencial dentro del marco económico en el que vivimos. Ya escribí en otro artículo sobre la necesidad del cambio, que la economía española debía encarar de una vez la transición de la Sociedad Industrial desde la que partimos hacia la Sociedad del Conocimiento. No cabe duda de que si se quiere sobrevivir la transición debe comenzar sin demora y podemos estar seguro que la economía de España puede hacerlo sobre todo porque tiene mano de obra lo suficientemente bien formada para mostrar sus capacidades a la hora de asumir este reto. Pero, debemos de reconocer que lo que se echa en falta son infraestructuras y capacidades materiales para ello.

Los documentalistas somos conscientes que debemos tomar parte de una forma proactiva en este cambio, que seremos el vértice en esa transición, que la Sociedad del Conocimiento será un peldaño más hacia nuestro reconocimiento dentro de la Sociedad como profesionales capaces y útiles para su desarrollo. Sin embargo, todavía tenemos que derrocar algunas estructuras internas del pasado que permanecen, debemos de creer en nosotros y, sobre todo, ser capaces de asumir los retos que actualmente se nos presentan y superarlos.

El hecho es que no debí ir muy lejos para refrendar mi consideración de la necesidad del cambio en la mentalidad de los profesionales de la información. El jueves pasado acudí a la I Jornadas sobre Gestión del Conocimiento en los Centros de Documentación celebrada en Valencia. Dentro de una de las ponencias más interesantes, se abordaba la Gestión del Conocimiento desde tres puntos de vista:

  • El profesional de la información
  • Las Pymes
  • Las grandes organizaciones

Todo lo que se dijo allí se enmarcaba en forma de introducción de lo que se está realizando dentro del ámbito empresarial y Agustí Canals, encargado de introducir al nuevo profesional de la información de la Sociedad del Conocimiento, aseveró que los documentalistas eran los más indicados para asumir el reto de la Gestión del Conocimiento. Sin embargo, y para ello, los documentalistas debían de tratar de desprenderse de cierta carga Humanística de la carrera, el enfoque que hasta ahora se había dado, y tratar de abrir nuevas puertas. Básicamente, los puntos que se debían de revisar y ampliar eran dos: Las nuevas tecnologías y la gestión en las organizaciones.

Ya comentamos aquí que para los nuevos documentalistas, aquellos alumnos de nuevo ingreso universitario, el gran inconveniente es la carga lectiva en tecnología que pueda tener la diplomatura en Biblioteconomía. Sin embargo, tal y como aseveró en la charla Vicent Pons, si los nuevos profesionales de la información desean abrirse puertas, es decir, comenzar a introducirse dentro del ámbito empresarial, debían obligarse a estudiar la temida, pero sin duda completamente necesaria, informática. En cualquier caso, si siguiendo los consejos de Canals, además de nuevas tecnologías aplicadas a la Documentación, añadiésemos en los planes de estudio Gestión Empresarial, es decir más matemáticas y estadística, no me costaría imaginar los miedos que esto podría representar a los estudiantes.

Sin embargo, todo ello es necesario y no es posible una vuelta atrás. La sociedad, los roles que se adoptan dentro de ella y las necesidades cambian. La tecnología se introduce lentamente dentro de las bibliotecas, los centros de documentación automatizan cada vez más sus tareas, a los documentalistas se les exige cada vez más funciones dentro de las estructuras de las organizaciones y lo peor que podríamos hacer es mirar hacia otro lado como si aquello no tuviese relación alguna con nosotros.

Los sistemas de gestión documental adquieren cada vez mayor peso dentro de las organizaciones, rechazar la evidencia de la transición del papel a lo digital sería de necios y por ello no debemos alegar que nos es ajeno. Hubo un tiempo en que todo se escribía o se imprimía, se sellaba y firmaba, pero no nos equivoquemos vendrá un tiempo en el que dejará de hacerse.

En cualquier caso, y retornado a la Jornada de Gestión del Conocimiento, algún asistente inquirió con incredulidad si aquello de la Gestión del Conocimiento había resultado eficaz para alguna organización o si, por el contrario, tan sólo se trataba de teorías y la práctica se había demostrado inútil o simplemente no se había utilizado. Las respuestas fueron rotundas, desde los dos ámbitos empresariales de aplicación muy distintos entre sí (Pymes y grandes organizaciones) ya había ejemplos de éxitos parciales o totales de aplicación de políticas de Gestión del Conocimiento. Obviamente, nadie se atrevió a refutar lo que los ponentes afirmaban, pero a la salida de la charla los comentarios en general eran de rechazo sobre lo que allí se había abordado.

Desde luego que había quien abogaba por el mantenimiento de los (sus) calafatos informativos, lo mío es mío y no pienso compartirlo. Pero desde mi punto de vista, se obvió el comentario de uno de los ponentes que aseveraba que la información compartida se alimenta de nuevas fuentes y de nuevas experiencias que, a su vez, repercuten en la experiencia de aquel que está dispuesto a compartirla y de la organización en general.

La Sociedad del Conocimiento es I+D+i, la letra pequeña corresponde a innovación, y tan sólo se llega a ella a través de acciones que conduzcan a la compartición de ideas y de experiencias. Hoy por hoy, la innovación no pasa por la determinación de una sola persona, por los tesoros de información para disfrute de un elegido, sino que se debe de hacer partícipes a distintas personas con roles diversos dentro de la organización. Los documentalistas debemos ser los primeros en poseer una mente abierta para lo que vendrá, puesto que si no lo hacemos seremos literalmente engullidos por otros que se supieron adaptarse mejor que nosotros.

El cambio empieza aquí y ahora, o lo aceptamos o fracasaremos irremediablemente. Desde luego que no habrán segundas oportunidades.

Publicado en Profesión

7 comentarios

  1. ¡Perfecto! Siempre para atrás como los cangrejos.
    ¿Por qué no mejor nos quitan los ordenadores directamente y nos vuelven a poner los catálogos de fichas manuales?
    ¡Me parece absurdo luchar contra el avance del tiempo!

  2. Completamente de acuerdo, por los listados que he visto el nuevo título de grado en Información y Documentación está englobado dentro de las carreras de Humanidades, lo cual no debería ser preocupante salvo por el contenido de la nueva titulación en cuanto se apruebe.

    Ya veremos lo que nos depara la aprobación de los nuevos curricula…

  3. Pues Agustí Canals debería de pasaearse más por la unviersidad y recordar a los encargados de redactar y aprobar los planes de estudio, qué la sociedad precisa de documentalistas, de profesionales preparados y motivados para llevar a cabo actividades de gestión, control, vigilancia y difusión del conocimiento intenro y externo de las organizaciones, que la gestión del conocimiento y la vigilancia tecnológica es algo más que mantener ordenada la documentación empresarial y «vigilar» qué se publica en la prensa diaria.

    El problema reside no en que la gestión del conocimiento sea un término de moda, sino que gestión del conocimiento es utilizado gratuitamente por muchos!

  4. El término «Gestión del conocimiento» no me trae buenos recuerdos precisamente… bueno, pero eso es otra cuestión, lo importante es reseñar, que cada vez más se nos forma para atender a dichas necesidades informativas, lo llames gestión del conocimiento o de otra manera, lo importante es aprender a saber responder ante la necesidad empresarial.

  5. […] Cuando decimos que somos bibliotecarios o documentalistas, inmediatamente, todo el mundo nos identifica con la idea estereotipada que se tiene de la profesión. En realidad, a decir que soy documentalista ya renuncié hace tiempo, por el esfuerzo que supone, a mí explicar lo que es y a los demás entenderlo. Pero, lo dicho, partiendo de un perfil clásico y establecido de amante de la lectura y ordenado; llegamos a la imagen de bibliotecario callado, recatado, frustrado, huraño… que queda recogido hasta en el mundo del cómic más actual. Muy lejos está en la mente de todos el Librarian Chic y el mundo tecnológico en el que cada vez estamos más inmersos. […]

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