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Etiqueta: Sociedad del Conocimiento

La revolución digital llega al ágora, ¿del ágora al Parlamento?

Me imagino como tertuliano un tanto desconcertado frente al movimiento social que se está produciendo actualmente en las principales plazas de las ciudades españolas, o del 15M. De hecho, lo soy un poco. He acudido a la Plaza del Ayuntamiento de Valencia dos veces y he animado a todos mis conocidos a acudir. Para todos es algo nuevo, los más mayores (aunque yo ya no soy tan joven) tuvieron su movimiento de inconformismo frente a una Dictadura, pero frente a la Transición o el siempre accesible Mayo del 68 no se percatan que algo se perdió en el camino y eso es lo que aparentemente se reclama. Recuerdan a ese Mayo del 68, a su representante Daniel Cohn-Bendit, ya integrado en el sistema y con cargo en el Parlamento Europeo, y consideran que este movimiento se diluirá como un terrón de azúcar en el paso del tiempo. Habrá que verlo.

Es curioso que no hace tanto, nos sugerían que nos indignásemos, que nos lanzásemos a la calle. Pero cuando lo hacemos, justo en un momento electoral, nos dicen que así no, que no es nuestro momento, que el momento es suyo, el momento de los partidos, para sugerirnos sus ideas, que su mensaje nos empape, que nos sentemos frente a la tele, que nos olvidemos del frío adoquín y las noches al raso, que no pensemos que nos ofrecieron ideas, pero nos dieron gato por liebre. Nos mintieron. El domingo lo llamarán la “fiesta de la democracia”, pero el fin de semana se comprobará, tal vez, si la democracia se convirtió sin querer en represora de sí misma.

Lo reconozco. He vagado por medios de comunicación, he escuchado tertulias, he leído análisis políticos intentando diseccionar un movimiento que no tiene líder, que se demuestra cívico y sensato, y que actualmente trata de definirse en sus reivindicaciones. He estado a su lado, codo con codo, escuchándoles, es gente indignada, pero no cabreada. La violencia es inexistente. Como los tertulianos, no sé qué es esto, es un movimiento que está por definir, pero gana adeptos día a día. La sociedad está cansada de la impostura. Tienen razón los tertulianos, no vivimos en los países árabes del Mediterráneo inmersos en dictaduras, pero la sociedad se siente estafada, sin un futuro y cansados de mantener un sistema que no sabe sostenerse a sí mismo.

He tuiteado, retuiteado, compartido fotos, pero curiosamente me he mantenido fuera de los blogs. No he leído blogs para entender esto. He acudido a los medios de comunicación, los he seguido, los he censurado y he compartido su incertidumbre y sorpresa. La revolución será tuiteada, es cierto, pero no nos explicará porqué. Twitter se presenta como centro neurálgico de qué está pasando pero no el porqué. Nadie convoca a nadie, pero siguen acudiendo unidos por un hilo digital que es casi imposible de seguir. Las multitudes se muestran inteligentes y se autoorganizan.

Actualmente, asistimos al mayor experimento social digital, lo estamos viviendo y somos partícipes de él. En una sociedad moderna y occidental, las movilizaciones en Twitter asustaron a los políticos a la hora de aprobar la famosa Ley Sinde, sin embargo en aquel momento, del salón, el internauta no se movió. No se prendió la mecha, pero hoy lo hace y se multiplica exponencialmente. Algunos creen que 60,000 personas manifestándose no son suficientes para promover un cambio, que no alcanzarían para un diputado en el Congreso de Diputados, por lo tanto no hay que escucharles. Sin embargo, la Democracia muta hacia espacios más abiertos, donde las ideas no tardan semanas en propagarse, si no horas. La clase política tardará en hacer la digestión de lo que estamos asistiendo, pero reconocerán que aquellos que los eligen, pueden mostrar su disconformidad de las formas más variadas. En los 60 o en los 70, no existía Twitter, ni teléfonos móviles, las protestas fueron buscando la arena de playa bajo el asfalto y los adoquines. Hoy, la tecnología abre puertas a una economía globalizada e interconectada, pero también hacia una sociedad más participativa y abierta, ¿debemos aprobar una y censurar la otra?

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La Sociedad de la Ignorancia

[…] La expectativa de una Sociedad del Conocimiento, surgida del desconcierto posmoderno gracias al poder de la tecnología, ha resultado ser en la práctica una Sociedad de la Ignorancia, compuesta por sabios im­potentes, expertos productivos encerrados en sus torres de marfil y masas fascinadas y sumidas en la inmediatez compulsiva de un consumismo alie­nante. Las nuevas formas de comunicación nos permiten ser más eficientes en el dominio de la naturaleza pero como individuos nos están convirtiendo en seres cada vez más ignorantes y más encerrados en las pequeñas esferas que surgen como resultado de las nuevas fuerzas disgregadoras que afec­tan a toda la sociedad. La Sociedad de la Ignorancia es, a fin de cuentas, el estado más avanzado de un sistema capitalista que basa la estabilidad de la sociedad en el progreso, entendido básicamente como crecimiento econó­mico19, pero que una vez satisfechas las necesidades básicas sólo es posible mantener gracias a la existencia de unas masas ahítas, fascinadas y esen­cialmente ignorantes. […]

BREY, Antoni; INNERARITY, Daniel; MAYOS, Gonçal. La Sociedad de la Ignorancia y otros ensayos. Barcelona: Infonomía, 2009. p.37

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El descrédito de la memoria en la Sociedad de la Información

Es curiosa la contradicción en la que se sumerge la cacareada Sociedad de la Información con proyección a convertirse en Sociedad del Conocimiento. Disponemos de innumerables fuentes de información, nos ofertan análisis de todo tipo cual mercadillo, podemos hallar puntos de vista completamente transgresores e, incluso, algunos que ningún medio de comunicación se atrevería a publicar ni siquiera señalar. Sin embargo, esta sociedad impactada continuamente por promociones publicitarias, por necesidades sociales, vitales y de consumo completamente conducidas por las cabezas pensantes del marketing de las marcas; cae con demasiada facilidad, tal vez una derivación de su propia obsolescencia, en el olvido.

Porque todas esas informaciones, esos análisis se superan inmediatamente por los nuevos hechos, como si su inmediatez fuese precisamente su condena, debido a que se quedan en la superficie dejando de lado la necesidad de una visión más profunda con mayor perspectiva y sosiego que todo análisis, merecedor de ese nombre, necesita. Puede que se trate de una consecuencia de los tiempos que corren. Nuestra mayor lacra consiste en que el Donde dije digo, dije Diego es demasiado frecuente a todos los niveles, tanto a nivel político como empresarial y/o personal. No importan los insultos a la inteligencia a los que nos tienen demasiado habituados nuestros líderes, nos encontramos con que una sonrisa de maldad puede enterrar a la palabra, como si éstas no tuviesen el peso de antaño. Es obvio que ya no lo tienen.

Los jóvenes no se detienen a aprender a escribir, ni a expresarse, no se les transmite que se trata de una necesidad. Eludimos que el proceso de síntesis que merece todo escrito bien realizado es un seguro para la vida futura, para defender los ideales de cada uno y la integridad de un individuo. Hoy en día, todo parece ir demasiado deprisa, hemos interiorizado completamente el eslogan "consume y muere" y si no puedes consumir: púdrete. No te esfuerces en realizar un esfuerzo intelectual para desarrollar un trabajo para el colegio, plágialo, con un poco de suerte el profesor no se percatará. Si trabajas, si realizas el esfuerzo por ti mismo, es probable que seas el único estúpido que lo haga. Incluso, los actores de teatro dentro de una nueva moda ya no memorizan sus obras, ahora se dedican a leerlas en el escenario, el apuntador se ha convertido en un libro abierto en sus manos, ¿para cuándo grabarán sus voces y las emitirán en Dolby Surround para el patio de butacas ofreciendo tan sólo su presencia a los espectadores que han acudido a verlos a ellos?

La memoria es un valor a la baja en nuestra sociedad, y no podemos salvar siquiera la cotidianeidad. Ya no recordamos los números de teléfono de nuestras amistades, ni sus direcciones postales, para qué hablar de las direcciones de correo electrónico; las tenemos almacenadas en cachivaches electrónicos, desconocemos la cantidad de películas o canciones que poseemos pero que ni siquiera hemos visionado ni escuchado. Consumimos demasiado rápido, somos seres multitarea que saltamos de un lugar a otro ante cualquier hecho que nos desvíe la atención, necesitamos el silencio sepulcral para estudiar, para trabajar o para leer. Precisamos de un símil de burbuja etérea para centrarnos en una sola actividad, sin percatarnos de nuestra culpabilidad inmediata, nuestra atención es demasiado cara y siempre la andan buscando, importunándola.

Anteriormente, disponíamos de un canal televisivo, ahora disponemos de cientos para sortear las promociones publicitarias. Que consigamos atender a un anuncio dentro de ese canal, que captemos su mensaje, es ya una tarea demasiado ardua en una sociedad que busca que se lo den todo hecho y con prontitud, que no parece ser consciente de que el esfuerzo presta su recompensa a quien lo merece, a quien piensa y es consciente de cómo ella se mueve. De este modo, nos percatamos de que la sociedad planteada en 1984 es irrisoria hacia donde nos conducimos, donde la globalidad parece ahuyentar nuestra perspectiva de los hechos, como si la necesidad de estar alineado fuese suficiente para colmar una vida entera y plena, aunque tarde o temprano nos percataremos que nunca es suficiente

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Juan José Millás y la Sociedad del Conocimiento

Hace ya unos meses que el Fórum de las Culturas de Barcelona 2004 cerró, yo no pude asistir, pero aunque lo tenía un tanto apartado, deseaba poder recuperar uno de los hechos que allí sucedieron. Realmente no sabía cuándo, tampoco sabía cómo, pero lo que sí sabía consistía en que la Cadena Ser había realizado una programación especial para hacer balance del acto. Cuando se radió, había escuchado por casualidad una corta conversación que había mantenido Gemma Nierga con un documentalista que trabajaba allí. Durante la brevísmia entrevista, la periodista parecía sorprendida de aquel extraño oficio y me hubiese gustado recuperar aquellas palabras. Quería haberlo recuperado, porque no lo he hecho. Recuperé Un acróbata, un volador y un bombero animador del Forum nos explican en qué consiste su trabajo, desconozco si al documentalista lo recortaron o simplemente estoy equivocado.

Desde luego que he tardado casi 10 meses en realizar una tarea que debería haber realizado antes, en recuperar los sonidos de aquel, ahora sí lo sé, 17 de septiembre de 2004; y he llegado a la conclusión de que estaré confundido sobre la conversación del documentalista y la periodista. Pero, a pesar de mi fracaso inicial, algo positivo he podido entresacar de la lamentable fonoteca de la Cadena Ser.

Se trata de un extracto del inicio del programa La Ventana en el que el escritor Juan José Millás realiza unas disertaciones muy interesantes sobre la Sociedad de la Información en contraposición con la del Conocimiento. Aquellos que escuchéis los 49 minutos del corte, descubriréis que en un momento dado, los compañeros del programa parecen divertirse con las extrañas hilvanaciones del escritor, sin embargo posteriormente Millás retoma sus argumentaciones en la tertulia del programa con algunos responsables del Fórum.

El corte completo Desde el Fórum, en el espacio «Habitar el mundo», emitimos hoy La Ventana y hacemos balance de este gran evento podéis escucharlo en la web de la Cadena Ser, sin embargo he querido extraer los comentarios de Juan José Millás puesto que el documento sonoro es bastante largo. Así que en formato MP3, podéis descargaros el comienzo de la reflexión de Millás sobre la Sociedad del Conocimiento y de la Información y, en un segundo, entra en debate en la tertulia con Ramón Folch comisario de la exposición del Fórum «Habitar el mundo».

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El valor de la información que aportan los usuarios

En las I Jornadas sobre Gestión del Conocimiento en los Centros de Documentación, recientemente celebradas en Valencia, tuve ocasión de asistir a la ponencia de Eduardo Manchón titulada «El usuario como generador de Arquitecturas de Información».

Manchón proclamaba que, en la actualidad, no existe un sistema de búsqueda capaz de competir con Google en cuanto a la eficacia de sus resultados ya que la estrategia de búsqueda «site«, que restringe la búsqueda al sitio web en cuestión, ofrece mejores resultados que cualquier sistema de búsqueda propio. Para ilustrar este hecho, comentaba el sistema de búsqueda PubMed (proyecto desarrollado por la National Center for Biotechnology Information (NCBI) en la National Library of Medicine (NLM) y que permite el acceso a bases de datos bibliográficas biomédicas compiladas por la NLM), que no era capaz de alcanzar la eficacia de Google en la localización de sus propios documentos.

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La Sociedad del Conocimiento, aquí y ahora

Nadie podrá negar que el modelo económico en España está evolucionando desde los distintos sectores económicos (Agricultura, industria y servicios) debido a la Globalización de los mercados. Los retos a los que nos enfrentamos pasarán por ser traumáticos en algunos de estos sectores debido a que no se ha fomentado convenientemente la transición económica ante el brutal cambio industrial que se avecina. Las grandes inversiones que están realizando algunas compañías nacionales e internacionales en territorio asiático, sumada a la gran capacidad competitiva de estos países (no entramos en consideraciones), que seguramente realizarán su revolución económica durante este siglo XXI; nos abocan sin remedio a una transformación esencial dentro del marco económico en el que vivimos. Ya escribí en otro artículo sobre la necesidad del cambio, que la economía española debía encarar de una vez la transición de la Sociedad Industrial desde la que partimos hacia la Sociedad del Conocimiento. No cabe duda de que si se quiere sobrevivir la transición debe comenzar sin demora y podemos estar seguro que la economía de España puede hacerlo sobre todo porque tiene mano de obra lo suficientemente bien formada para mostrar sus capacidades a la hora de asumir este reto. Pero, debemos de reconocer que lo que se echa en falta son infraestructuras y capacidades materiales para ello.

Los documentalistas somos conscientes que debemos tomar parte de una forma proactiva en este cambio, que seremos el vértice en esa transición, que la Sociedad del Conocimiento será un peldaño más hacia nuestro reconocimiento dentro de la Sociedad como profesionales capaces y útiles para su desarrollo. Sin embargo, todavía tenemos que derrocar algunas estructuras internas del pasado que permanecen, debemos de creer en nosotros y, sobre todo, ser capaces de asumir los retos que actualmente se nos presentan y superarlos.

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