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Categoría: Internet

Cuando Internet nos robó la privacidad

Peter Fleischer admitía recientemente en las páginas de El País que Google había cometido algunos errores en lo referente a la privacidad de sus usuarios. La entrevista resulta muy interesante puesto que Fleischer desgrana uno a uno algunos de las polémicas en las que se ha visto envuelta el gigante californiano desde Google Earth, Google Street e incluso su polémica con las sentencias judiciales que se publican en el Boletín Oficial del Estado. De repente, se acuña un nuevo término para tratar de acomodar la nueva realidad que sufren los ciudadanos y que trata de ser extendido al archivo eterno que promete ser Internet: el derecho al olvido. Este nuevo derecho salpica a los medios de comunicación que se ven asaltados por personas que desean que los errores del pasado no les encuentren a través de Google.

No debemos olvidar que la privacidad es un derecho humano, reflejado así en la Declaración Universal de los Derechos Humanos en su Artículo 12: «Nadie será objeto de injerencias arbitrarias en su vida privada, su familia, su correspondencia, ni de ataques a su honra o su reputación. Toda persona tiene derecho a la protección de la ley contra tales injerencias o ataques.» Sin embargo, actualmente, somos cada vez más conscientes que una vida interconectada a través de la web nos resta precisamente este derecho de distintas formas.

Una de las primeras polémicas surgidas a través de la recopilación de datos de los usuarios se desató precisamente ante la activación del sistema operativo Windows XP. Este movimiento de Microsoft para tratar de reducir la piratería durante el lanzamiento de nuevo sistema operativo fue ampliamente contestado puesto que suponía una violación de la privacidad ya que recopilaba información de los equipos informáticos para ser usado y enviados a Redmond a través de Internet.

Los usuarios de Windows parecían olvidar que, ya desde los comienzos de la popularización de la Red, se vigilaba a los internautas a través de las Cookies. Estos pequeños ficheros de texto disponen de dos fines principalmente:

  • Llevar el control de usuarios: cuando un usuario introduce su nombre de usuario y contraseña, se almacena una cookie para que no tenga que estar introduciéndolas para cada página del servidor. Sin embargo una cookie no identifica a una persona, sino a una combinación de computador-navegador-usuario.
  • Conseguir información sobre los hábitos de navegación del usuario, e intentos de spyware, por parte de agencias de publicidad y otros. Esto puede causar problemas de privacidad y es una de las razones por la que las cookies tienen sus detractores.

El uso de las Cookies está siendo regulado por las administraciones públicas y ante ciertas deficiencias que poseen como la identificación inexacta cuando un usuario utiliza distintos navegadores en su ordenador, las compañías tecnológicas han desarrollado las supercookies que van un paso más allá y que han desatado una nueva tormenta en la Web sobre su uso “oculto” por ciertas empresas como Microsoft.

Parece que las nuevas empresas surgidas al calor de Internet parecen ansiosas porque sus usuarios desechen ese derecho a la privacidad. Nunca la sociedad fue tan eficientemente destripada para la generación de dinero a través del marketing. La polémica de la publicidad contextual en el Gmail es ya sempiterna, así como el lanzamiento de nuevos servicios como Google Buzz son observados con lupa. Por otro lado, y dejando de lado a Google, Facebook es predominantemente una de las empresas más criticadas por su laxitud a la hora de controlar la información que sus usuarios comparten. Mark Zuckerberg ha proclamado que la “era de la privacidad se ha terminado”, sin embargo sus usuarios critican cada movimiento que hace encaminado hacia ello como, por ejemplo, la identificación automática de personas que aparecen en las fotos que se suben a ella.

En cualquier caso, la utilización de cierta plataforma web o de cierto software siempre constituye una opción, la publicación de ciertos contenidos por nosotros mismos es otra. Pero, ¿y si nuestra privacidad se violenta mediante nuevas vías como la utilización de cierto software o teléfono móvil? El iPhone y el iPad registraba los movimientos de sus usuarios, algo que también ha sucedido con los teléfonos que utilizan Android el sistema operativo para teléfonos móviles de Google, mientras que Electronic Arts (EA) lo hacía casi por contrato con Origin.

La privacidad se encuentra en retroceso por la trazabilidad que ofrecen las nuevas tecnologías cuyas posibilidades son infinitas. Los poderes públicos se muestran poco ágiles y lentos a la hora de regular ese derecho y son los usuarios los que deben solicitar ese derecho. No todo vale para hacer dinero, hay información que no debería ser recopilable.

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La eterna batalla entre la información «pull» y la información «push»

Me quieren enterrar otra vez el formato RSS. El formato deseado por muchos documentalistas y que cruzan los dedos porque una página disponga de él. Muchos todavía no hemos aprendido a configurarlo correctamente y ya lo quieren jubilar esos grandes gurús que lo consideran como un objeto del pasado, glorioso, puede ser, pero pasado. En Internet al contrario que la vida real aquello de «cualquier tiempo del pasado fue mejor» no aplica.

En esta ocasión, el debate lo iniciaron ya hace un par de meses Facebook y Twitter al jubilarlo dentro de sus sistemas de difusión de contenidos. Las cuentas de usuario ya no distribuyen RSS como lo venían haciendo y ha sido a raíz de que  estas dos grandes empresas, tan populares actualmente, deciden finiquitar el RSS, el debate se instaura de nuevo. ¿Son los RSS necesarios?

Personalmente considero que, más allá de los formatos que tan rápido pasan por ser sustituidos por otros – De hecho, al RSS se le acusa de no haber evolucionado mucho desde que está entre nosotros -, la batalla se debería centrar entre la difusión de la información de una forma pull o push. Actualmente se considera, y creo que de una forma errónea y soy bastante excéptico sobre ello,  que la información debe de hallarnos. Es decir, que si una noticia es realmente relevante debe de aparecer en nuestras pantallas o dispositivos móviles de forma machacona y existente fruto de un filtrado informativo social (¿Alguien sabe dónde está Digg ahora?). Una información debe de ser Trending Topic impuesto de forma social. Por ejemplo, en Twitter una historia debe encontrarnos gracias a que las personas que seguimos la «promueven», la difunden y la retuitean hasta que nos alcanza o llama la atención.

Claro que entraríamos en el debate de los verdaderos intereses que tienen las personas que seguimos en Twitter y sus finalidades. Recuerdo perfectamente un correo electrónico dentro de una lista de distribución – sí, todavía existen y son muy activas -, de un usuario que pedía a los profesionales que no mezclasen los mensajes personales con los profesionales en Twitter. Desgraciadamente, y personalmente, yo busco información personal en Twitter, a saber, intereses, hechos, filtrado de noticias… No es recomendable que una persona se centre demasiado en lo profesional, publicando todo lo que encuentra en la Web como se se tratase de un  weblog, porque simplemente no le seguiría nadie.

No me interesa seguir a, por ejemplo, a El País o al Levante-EMV en Twitter. No quiero información excesiva en mi Time Line en el sitio de microblogging, simplemente porque la atención es el verdadero valor que tenemos cuando nos encontramos en Internet y prefiero seguir a personas en Twitter a las marcas ya las dejo para la web o para el RSS. En Twitter, encontramos información Push, muy candente, que es extremadamente relevante para muchos, pero existe otra tipo de información que es relevante para nosotros y para pocas personas más.

Porque uno de los aspectos muy positivos del RSS es la capacidad de seguir una publicación que nos interesa de forma constante. Extraemos (Pull) esa información porque en general nos interesa casi todo lo que se publica allí, no tenemos que esperar que alguien la promocione. Es una decisión personal, una fuente de información valiosa a la que atendemos cuando realmente tenemos un momento y donde no es necesario estar atento 24/7 para encontrarla.

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Internet nos hace más tontos

Nicholas Carr suponía que las nuevas tecnologías, no sólo Internet o la Web, nos estaba haciendo vagos. Al introducir los textos a través de los móviles, antes con los SMS y ahora con las distintas aplicaciones de mensajería y de Redes Sociales de los smartphones, hacemos trizas la gramática y la ortografía fruto de años de estudio metódico y que ahora muchos descubrimos que nos cuesta controlar. Nos encontramos perdiendo la capacidad de expresarnos a través de la escritura, porque intentar expresar una idea a través de 140 caracteres obviamente no ayuda a desarrollarla, sólo a bramar por ella, pero la tecnología también merma otras capacidades como la capacidad de retención lectora.

Leer un documento en un iPad disminuye nuestra capacidad de retención sobre lo que leemos en un 20%. Lo más curioso es que los patrones de comportamiento son similares en papel que ante el dispositivo electrónico, o sea, que en el iPad no existe la lectura en diagonal que solemos utilizar cuando leemos en una pantalla. Y es que ante un ordenador acudimos a los párrafos donde la información nos más impacta más o nos parece más relevante, en un intento de subrayado digital, que nos priva del desarrollo de las ideas que se encuentran en el texto mismo.

Finalmente, otro de los aspectos que nos limitan en el mundo tecnológico es el comportamiento que tenemos a la hora de consumir información en la Web. Además de considerar a Google nuestra memoria, el lugar donde encontraremos aquel documento o idea que tanto nos gustó y que por lo tanto no tenemos necesidad de guardarla ya sea en nuestro propio ordenador o en uno de esos sitios para almacenar enlaces; muchos de nosotros tenemos una visión cerrada de lo que es la Web y de las posibilidades. La opción de encontrar en la Red personas que tienen los mismos gustos que nosotros o que piensan como nosotros, nos cierran la opción de descubrir y de argüir con otras personas que piensan justo lo contrario. En este caso, perdemos la riqueza del intercambio de ideas que son para nosotros disonantes, pero que enriquecen nuestros puntos de vista.

Por supuesto que a la forma en la que consumimos información le sucede lo mismo. Según avanza la posibilidad de que dispongamos perfiles dentro de los sitios web informativos, que sepan qué información nos gusta y nos interesa sobremanera, va en detrimento de que sepamos qué es lo importante. Antes cuando querías estar informado y adquirías un periódico, lo ojeabas y un periodista, o varios, dependiendo de la importancia de la pieza informativa disponía de cierto espacio y de colocación para la misma. Actualmente, consumimos sólo la información que nos interesa, vamos al quite, casi obviando y maltratando el resto, convirtiéndose Internet justo en lo contrario de lo que nosotros pensábamos, en un embudo. Un embudo que sólo nos ofrece información que nos interesa que no es necesariamente la importante, que se centra en satisfacernos más que en informarnos, empobreciéndonos intelectualmente en la mayoría de las ocasiones, haciéndonos un poco más tontos.

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Web 2.0: La utopía resquebrajada

Este texto se publicó originalmente en el blog colaborativo Neumattic el 25 de enero de 2011

Hubo un tiempo que consideramos que nosotros, los internautas, los usuarios, desplazaríamos a los grandes medios de comunicación. Hubo un tiempo que nosotros expertos, profesionales, conocedores de la realidad social que vivimos, podríamos hablar cara a cara con los grandes medios, corregirlos, castigar la forma en que pudiesen filtrar la información, darle el tamiz que ellos obviaron u olvidaron. Nosotros nos haríamos un hueco, crearíamos una comunidad interconectada que hablaría con voz propia, con mayor autoridad que los gobernantes o los propios periodistas. Nos haríamos un hueco en esta democracia con una voz propia. Nosotros éramos los medios, nosotros construíamos la Web.

Esta nueva Web, refundada tras sus cenizas del desastre de la Burbuja.com, palpitaba en su momento cumbre con innumerables usuarios actualizando blogs con mayor o menor rigor, con mejores y peores historias, con grandes discusiones que aportaban contenidos o simplemente con el típico griterío de un bar. Pero era un sueño y era nuestro, íbamos a cambiar el mundo, pero ¿qué podría quedar de ello?

El sueño parece diluirse tras estos cinco años acelerados en los que hemos pasado de sólo poder usar la web principalmente desde nuestros ordenadores a otros dispositivos como móviles y tabletas. La información que compartimos es inmediata, se prima el aquí y el ahora, lo breve, lo ingenioso, lo impactante, lo taquigráfico. Una muestra de nuestra sociedad acelerada, lo importante por la mañana es olvidado al anochecer, el impacto que dure un segundo, pero que se grave en la retina aunque se trate de 60 minutos.

Automattic, consciente de la falta de tono muscular de la Blogosfera, ofrece un reto a los blogueros sean o no usuarios de su plataforma: Publicar un post al día. Una imagen, un texto breve son razones más que suficientes para los chicos de WordPress, aunque han tenido que bajar varios peldaños su reto y actualmente se conforman con un post a la semana. Sin embargo, eso mismo ya se comparte en Twitter y/o Facebook, feroz competencia me temo ante que los blogs, menos inmediatos, poco pueden hacer.

Dentro de la Blogosfera, otros que están soportando esta corrección son las redes de blogs. De un tiempo a esta parte, se ha pasado de una situación en la que existían múltiples en activo, apareciendo como setas, hemos pasado al cierre e incluso la compra de algunas de ellas.

Otros proyectos que se convirtieron en estandartes de la Web 2.0 como los marcadores sociales tampoco se encuentran en su mejor momento. Nos referimos principalmente a Delicious que, como es bien sabido, iba a ser cerrado por Yahoo! tras su fracaso en su adquisición y que provocó una reacción melancólica dentro de la Web Social que sólo ha derivado a la intención de la compañía norteamericana hacia su venta, más que su cierre. Sin embargo, los usuarios de Delicious ya se han dispuesto a la búsqueda de alternativas que no hace presagiar un buen desenlace sobre esta web que provocó ríos de tinta en su momento.

La promoción social de informaciones tampoco pasa por su mejor momento tras el descenso de Digg a los infiernos. Los distintos cambios que ha sufrido la gestión de la Web no han sentado nada bien a su comunidad y los internautas han ido progresivamente abandonando el barco. El descenso del tráfico de Digg también tiene su efecto gracias a otras alternativas para compartir información y mantenerse actualizado como sucede con Twitter, lo que nos lleva a la consideración de que los hábitos y las evoluciones de los internautas tienen mucho peso a la hora del desarrollo del negocio de este tipo de webs.

Y, finalmente, y esto debería ser un punto de atención para aquellos proyectos que se encuentran en su hype actualmente. MySpace, otrora la red social por excelencia, que ha visto cómo debía ceder su cetro a otra red social (Facebook) que simplemente ha sabido barrerla del mapa. La estrategia de Rupert Murdoch falló, pero es otro punto de atención innegable que, en la Web, las generaciones que reemplazan a las siguientes bien pueden acabar con un proyecto que parecía completamente asentado y viable económicamente.

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La Web devora a sus hijos

Saturno devora a sus hijos

Tim Berners-Lee, creador de la Web, parece un tanto disgustado sobre los derroteros hacia los que camina su criatura. Su crítica se dirige hacia las relaciones que se desarrollan dentro de ella, para él las Redes Sociales son sólo cotos cerrados que no favorecen el intercambio real de ideas o de intereses, sino simplemente sirven para reforzarlos y conectar personas de ideas similares, llegando incluso a los extremos, sin favorecer el debate. Desgraciadamente, esta idea no es exclusiva de Berners-Lee sino tambien de pensadores que tienen la percepción de que la Red, en vez de galvanizar ideas, simplemente reconduce pensamientos similares sin que sea posible la interconexión de las mismas, favoreciendo su aislamiento.

Tony Judt nos ofrecía el ejemplo de un periódico. En un periódico en papel, el lector consulta las noticias que le gustan o le interesan atravesando el producto entero, saltando de columna en columna. Sin embargo, la Web te dirige directamente hacia el objeto de tu interés muy concreto. Su consideración es que en la Web el árbol no te deja ver el bosque.

Pero las preocupaciones de Berners-Lee no quieren decir que la Web no se convierta en un catalizador real de ideas. Actualmente, la Sociedad se encuentra desmotivada y desmovilizada. Las manifestaciones y movilizaciones se presentan con objetivos específicos pero fuera de un corpus ideológico. Una vez el objetivo se ha cumplido el movimiento no tiene razón de ser, no hay pasos posteriores y se diluyen. Las Redes Sociales y Twitter puede que simplemente sean un reflejo precisamente de esa sociedad y que la idealización de Berners-Lee se sustente en una visión anacrónica de lo que tendría que ser precismente nuestra sociedad.

Por otro lado, la Web devora a sus hijos a velocidades de vértigo. En el caso de las Redes Sociales, MySpace marcaba tendencia hasta hace poco, actualmente su comprador, Rupert Murdoch, piensa en cómo venderla. Delicious una bandera de la Web 2.0 iba a ser cerrada por Yahoo!, aunque recientemente ha sido adquirida – ¿rescatada? ¿salvada? – por los creadores de YouTube. La propia Google dispone de sus propias dificultades para amoldarse a esa nueva Web que a su padre no le gusta y trata de convertirse en social.

Facebook asegura que la mitad de sus usuarios son activos, conectándose en tiempos razonablemente cortos, y que más de un tercio se conecta a través de dispositivos móviles. La Web ha muerto aseguraba Chris Anderson contemplando a las aplicaciones – las apps – como el futuro. Todo parece indicar que la Web será móvil o no será, puede que Berners-Lee no la hubiese contemplado así, pero el creador de uno de los inventos con mayor impacto de la Humanidad permitió que fuese un ente vivo, mutable y completamente cruel con sus hijos y su padre.

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Periodismo “low cost”

Periodismo

Leía la semana pasada que, en Estados Unidos, los “drive through” de algunos establecimientos de comida rápida ya no los atendían norteamericanos, sino que detrás del altavoz hablabas con una persona del Tercer Mundo (En este caso, India). Es decir, llegas con tu coche al establecimiento, y sin bajar del mismo le das a un botón y realizas tu pedido de hamburguesa y patatas. El pedido lo apunta un indio y pasa el pedido a la cocina que posteriormente recoges sin salir del coche. Ahorro de costos llevado al extremo. Todo lo que puede externalizarse, se hace.

Los bloguers siempre han sido conscientes de la dureza a la hora de obtener rendimientos de las piezas que componen. Los sueldos de los bloguers se han contemplando más como un complemente que como un salario en sí, pero no es de extrañar que nos encontremos una cantidad mayor de bloguers de América Latina dedicándose a ello. Puede que a ellos les salga una mayor renta en comparativa y les compense dedicarse a ello de una forma mucho más intensa y dedicada. Puede que duela, pero si los primos lejanos de los periodistas tienen sueldos bajos, los periodistas comprueban hirientemente cómo su oficio pierde poder adquisitivo.

Los niveles salariales en una redacción impresa o en una redacción digital no son los mismos en España. Los convenios para la redacciones impresa y digital se negociaban a parte, aunque actualmente tienden a igualarse a peor. Que se lo digan a los nuevos periodistas que entren a formar parte de la plantilla de uno de los diarios más prestigiosos en España, El País. De los 50.000 €/año que podía cobrar anteriormente un periodista raso en la redacción impresa, se están planteando en el diario madrileño a cobrar 14,000 €/año tal y como lo hacen sus compañeros de la edición digital. Aunque estas reducciones tan drásticas, no se centran tan sólo en un diario concreto.

El periodismo tiende hacia la reducción de costes en un mundo hiperconectado, en el que cualquiera puede ofrecer información y sólo los más competitivos, los que reduzcan costes, podrán sobrevivir. La red de blogs que constituyen el Huffington Post, recientemente adquirido por AOL, en un mundo donde cualquiera le puede hacer sombra a las “Viejas Damas Grises” del periodismo, es un toque de atención hacia dónde los periodistas. En un grupo informativo, donde la información es creada casi gratis por un buen puñado de colaboradores, mientras los que disponen de un sueldo son los menos, consiguiendo una audiencia global de 26 millones de usuarios al mes. Si la información es creada casi gratis por un puñado de aficionados en el Huffington Post atrayendo a una audiencia tan grande, ¿por qué no podría suceder lo mismo en España? ¿Podrían externalizarse informaciones hacia otros países, Globalización lo llaman, como sucede en el mundo de los blogs?

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Cuando el modo de empleo no es tan importante, el caso de Twitter

La aventura de comprar un mueble barato que uno mismo tiene que ensamblar en su casa no acaba con intentar encajarlo en la parte trasera del coche, sino cuando lo desembalamos y nos damos cuenta de la cantidad de tornillos, vielas y tuercas que lleva incluidas. Una media hora de mucha paciencia podemos llegar a dedicarle al arte de tratar de identificar una a una de esas pequeñas piezas que nos conducirán a ensamblar el conjunto, pero al menos alguien se preocupó de que llegásemos a tener un objetivo ofreciéndonos una hoja con sus instrucciones y gráficos del paso a paso.

El Social Media es una herramienta, una idea, sin embargo nadie sabe cómo acabarán de usarla sus usuarios. Se encaja en el maletero del coche, pero cuando se desembale ya veremos cómo acaba en forma. Twitter es un buen ejemplo de ello. Podría decirse que 140 caracteres son insuficientes, aunque en este momento puede que sean los justos. Ya no hablamos de revoluciones, olas virales, protestas o conversaciones más o menos afortunadas, sino de una herramienta que puede que llegue a desplazar la popularidad de Facebook durante este año.

Personalmente, no entiendo porqué algunas personas protegen sus “tuits”, aunque puedo entender a algunas de ellas (Es mejor que el jefe no lo sepa). Entiendo Twitter como un ambiente abierto, en lo que no importa demasiado lo que se expresa, porque no tiene que ser sincero, ni íntimo, abierto a los ojos de todos porque es precisamente eso lo que interesa. No hay mejor filtro social, enlaces que se comparten, frases trasladadas no necesariamente por su rigor, un ambiente vírico de información, imposible de seguir por cualquier persona, pero que en múltiples ocasiones llega hasta donde yo no podría como individuo que quiere permanecer informado.

Hay quien considera que Twitter acabaría con la sindicación de contenidos (RSS), pero no lo creo. La marca o la cabecera de una publicación todavía es importante y seguir un medio de comunicación a través de este sistema es perfectamente justificable (Sobre todo si dispone de feeds completos) en este mundo telegráfico que estamos creando.

Por otro lado, he visto cómo alguno de sus usuarios lanzaba peticiones de que se intentase mantener el rigor de Twitter, que no se llenase de basura, informativa se entiende. Sin embargo, el valor de esta herramienta es precisamente ése, el salto del rigor a la banalidad y si quieres lo consumes y si no lo obvias. Por supuesto que entiendo que algunas personas no gusten de perder el tiempo – procastrinar lo llaman ahora –, aunque ese ruido es tan sencillo de silenciar como dejar de seguir a algunos de esos usuarios molestos. Puede que los consejos para la utilización de una herramienta que se mueve en un ambiente abierto, no sean de mucha ayuda y que cada uno deba hacer lo que le apetezca, pero haberlos haylos.

Finalmente, existe una clasificación de los siete usuarios de Twitter que se deberían seguir. Personalmente, no siendo ni “activista” ni “académico”, me quedo con el rol de “enlazador” que es lo que realmente me gusta hacer y lo que prefiero que hagan las personas que sigo… Siempre caigo en algún enlace recortado.

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