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El Documentalista Enredado Entradas

El olvido está lleno de memoria

El jueves pasado 7 de octubre, estuve hablando con dos buenas amigas sobre la idea de recuperar algunos textos de la extinta revista universitaria Lletraferits para añadirlos al portal de El Documentalista Enredado. Aunque tendremos tiempo para profundizar sobre el tema, Lletraferits era una edición independiente que nació desde las mentes más inquietas de la segunda promoción de la Diplomatura de Biblioteconomía y Documentación de la Facultad de Historia de la Universitat de València. Aunque Lluïsa Crespo y Àngels Belloch fueron su principal núcleo, recibieron muchas colaboraciones externas de buenos amigos y compañeros de la carrera, entre ellas la mía propia. Maria Elena Mateo y yo convenimos hace tiempo que era muy digno realizar un pequeño homenaje desde esta página web a aquella pequeña publicación; así pues disfruté de una pequeña reunión preeliminar para acordar qué textos merecían ser recuperados y cuáles no.

De aquel encuentro, debo decir que Àngels consideraba que muchas de las secciones de Lletraferits no merecían ser recuperadas porque estaban desfasadas y eran inadecuadas. Sin embargo, sigo considerando que todo merece ser recuperado si posee cierto valor, y es curioso que de esa recuperación de la memoria esté escribiendo este post.

La revista Lletraferits había editado a lo largo de su historia 5 números, yo, con el transcurso de estos años, había perdido el número 3º. Durante aquella reunión, Lluïsa me trajo un ejemplar de aquel número de 1999 y hojeándolo descubrí que en la sección Bibliomanía se recogía una noticia de agosto de 1999 que entonces me había pasado desapercibida y que creo que es necesario rescatar. Sinceramente, considero que deberíais sacar vuestras propias conclusiones sobre aquel hecho. Yo, simplemente, transcribo los comentarios del conseller José Emilio Cervera que desencadenaron la polémica.

«El conseller de Sanidad puso como ejemplo que los bibliotecarios «cuando ordenan mal los libros no tienen nada que perder, pero en cambio, a los cirujanos estadísticamente se les muere un paciente de cada mil y eso sólo les ocurre a ellos, no a los bibliotecarios, y no se puede satanizar una profesión de la que dependemos los cuatro millones de valencianos, con esa frivolidad».»

Este inoportuno comentario del conseller fue recogido por el diario Levante, así como las reacciones que provocó aquella desgraciada comparación. Por lo visto, en Iwetel se produjo un acalorado debate sobre el tema.

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Documentalistas, ¿principales culpables del fracaso de algunas series de TV?

Hoy, el diario El País se hace eco de la eliminación de la parrilla televisiva de Telecinco de la serie venida a menos Los 80. El diario independiente de la mañana recoge que la serie de televisión se toma un descanso hasta enero de 2005 cuando supuestamente retornará tratando de eliminar el tono dramático que había ido mostrando desde su estreno el 8 de septiembre. Obviamente, esto no tiene ningún interés para nosotros; sin embargo, el diario realiza un despiece en el que trata de analizar el porqué de una serie que se ha ido desinflando en audiencia según se han ido emitiendo los capítulos.

Para ello, recoge algunas de las opiniones de los protagonistas de la Movida como Jaime Urrutia (Gabinete Caligari) o Loquillo. Sólo voy a transcribir aquí, por su interés, una de las opiniones, la que corresponde a Enrique Sierra (Radio Futura) en la que afirma:

«Un día me llamaron y me dijeron que pusiera la tele. Entonces vi a unos chavales tocando Enamorado de la moda juvenil, y la verdad es que me pareció ridículo. Era como si los documentalistas no se hubiesen mirado ni un vídeo de los ochenta. Es todo un problema de falta de interés.»

De esta opinión, que no voy a criticar, podemos desglosar dos cosas:

  1. La profesión está asentada, lo suficiente, para que alguien crea que el puesto laboral que debería existir en toda serie histórica lo desempeña alguien que no ha hecho bien su trabajo.
  2. Es un tanto ingenuo creer que siempre se va a hacer caso a los documentalistas que realizan su trabajo con los medios que ponen a su alcance la producción de las series.

Por mi experiencia, sé que no siempre la realidad se ajusta a lo que los guionistas y/o los directores quieren desarrollar en las tramas de los capítulos. Muchas veces la realidad es más cruda de lo que se está dispuesto a enseñar o no es exactamente igual a lo que los responsables de realización recuerdan. Si a los protagonistas de la Movida les parece ridícula la serie, ¿qué podrá opinar el documentalista, si es que en realidad lo hay, de Los 80 al cual pasan por la lavadora su trabajo?

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«El Último Catón», una novela documentada

Lo primero es reconocer que puedo ser uno de los pocos lectores compulsivos que no haya leído todavía El Código Da Vinci de Dan Brown. Uno de los bombazos editoriales de este año. La verdad es que adquirí la novela, aunque no para mí, sino para mi hermana que no salía de la imaginería de Harry Potter y Tolkien haciendo un bucle que yo no llegaba a entender. Así pues, buscando que al menos refrescase sus lecturas compré el libro en julio para que leyese las 600 páginas que lo componen. Simplemente, lo devoró. Posteriormente, otra de mis hermanas, después de acabar sus viajes por media España, regresó a casa en Agosto y como entre sus pobres estanterías no hallaba nada de su interés, procedió a leerse el Código dos veces seguidas produciéndole, para qué negarlo, una total incredulidad. Pero, ¿será verdad lo que cuenta? Preguntaba completamente sorprendida.

Y aunque estamos en octubre y todavía no haya comenzado a leer el segundo libro de Dan Brown, el primero, Ángeles y Demonios, lo acaban de editar en España; tampoco tengo excesiva prisa. Parece que ha surgido un interés notorio en la sociedad sobre las sociedades secretas antiguas que se prolongan hasta hoy en día y tras el Código Da Vinci se han publicado varias obras paralelas para desentrañar los secretos del libro, para refutarlos, para ridiculizar sus errores o simplemente a rebufo del éxito, la publicación de obras similares y afines. Claro, que en el país galo, este éxito aumentará las visitas al Louvre y otros lugares de París. Sinceramente, el Código da Vinci es una novela y el autor puede deformar la realidad para tratar de ajustarla dentro de una trama que es ficción, persiguiendo tener un impacto mayor sobre el lector.

Así pues, dejando el best-seller americano a un lado, me he dispuesto después de terminar Berlín, la caída de Anthony Beevor, a leer El Último Catón de Matilde Asensi. Ayer lo comencé a leer y hoy estoy escribiendo un post. Pero ¿no se merece un apunte en este blog lo siguiente?:

«En segundo lugar a José Miguel Baeza por su inestimable auxilio en las traducciones de griego y latín y por ser el mejor documentalista del mundo: es capaz de encontrar el dato más extraño en el libro más extraño.»

Aunque es probable que nadie se lea los apartados de agradecimientos de los libros, al menos, un documentalista ha recibido una definición por parte de una periodista: «es capaz de encontrar el dato más extraño en el libro más extraño». Además, os aseguro que el libro promete. Cuando lo acabe, ya hablaremos.

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Indiana Jones: «El 80% del trabajo en Arqueología se hace en la Biblioteca»

Vaya, es probable que si seguimos así, pronto nos toque abrir en el blog una categoría más con el cine como principal temática. Pero mientras esto sucede, o no, hablemos de la película Indiana Jones y la última cruzada (1989).

Aunque parecía que el filón del doctor Jones estaba agotado después de dos películas anteriores, En busca del arca perdida (1981) y El Templo Maldito (1984), a pesar de que no del todo puesto que parece que se va a rodar una cuarta parte; George Lucas (Historia y producción) y Steven Spielberg (Director) dan un paso más agregando un elemento determinante para que el famoso arqueólogo se lance a por más aventuras. La búsqueda de su padre que se encuentra desaparecido mientras seguía la pista del Santo Grial o Santo Cáliz, que según afirman en realidad descansa en Valencia, obliga a Indiana Jones a comenzar a seguir las pistas que ha ido dejando su padre a lo largo de sus investigaciones.

El guionista juega al comienzo de la película con el gag mediante el cual el arqueólogo, durante el transcurso de una clase, afirma que el 80% del trabajo de la arqueología se realiza en una biblioteca y continúa aseverando que nunca una X marca el lugar donde excavar. Posteriormente, las investigaciones que realiza durante la búsqueda de su padre le conducirán a una biblioteca, en realidad una iglesia reconvertida en biblioteca, de Venecia (Italia). Allí, observando una cristalera y los elementos que la acompañan descubre que, efectivamente, una X marca el lugar por donde entrar a las catacumbas y seguir obteniendo pistas sobre el paradero del Santo Grial y por ende de su padre.

Todavía en la biblioteca, el guión sigue jugando malas pasadas a los personajes tratando de añadir elementos cómicos a la historia. Su siguiente víctima es un bibliotecario que mientras procede a sellar libros se convierte en actor cómico durante los intentos de Jones de producir un agujero para entrar en las catacumbas que se hallan debajo de la biblioteca. Cada vez que el bibliotecario, de traje, pajarita, gafas, calvo y cara severa; sella, Jones produce un golpe en el suelo que el bibliotecario considera causado por el matasellos defectuoso.

El resto seguro que lo habéis visto. En una palabra, una gozada.

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Los bibliotecarios también se enamoran

El epígrafe tendría que ser: (Aunque sea un cuento chino). 😛

Resulta que mirando la cartelera descubro que la película que actualmente tenemos en las carteleras españolas, El tren de Zhou Yu, trata de un bibliotecario y ¡poeta! que se enamora perdidamente…

Bueno, os adjunto la sinopsis que he tomado prestada de La Butaca que es un tanto intrincada.


Xiu (Gong Li) es una mujer sofisticada e independiente. En su intento por llegar a la cima de su complicada relación con un tímido e introvertido poeta, Chen Ching (Tony Leung Ka-Fai), descubre una poderosa historia de amor que va mas allá de los confines del tiempo y la distancia.

Un poco antes que Chen Ching empiece su relación con Xiu, éste conoce a una pintora de porcelana, Zhou Yu (también Gong Li) en un baile en Yunnan. Hechizado por su excepcional belleza, Cheng Ching le da uno de sus poemas y vuelve a casa, a Chongyang, donde trabaja como bibliotecario. Él se sorpren-de al encontrarla llamando a la puerta de su casa unos días después. Los dos se enamoran casi inmediatamente.

A pesar de vivir en ciudades diferentes, Zhou Yu se compromete a recorrer esa gran distancia dos veces por semana en tren para ver a Chen Ching. Cada vez, Chen Ching la espera en la estación con una flor diferente, y ya en su pequeño apartamento, hacen el amor efusivamente, llevados por la pasión de la poesía de Chen Ching, sin embargo, en la celebración de la publicación de los poemas de Chen Chiang en uno de los pe-riódicos, Chen Ching de repente pregunta a Zhou Yu, «¿me quieres como persona o simplemente amas mi poesía?», pregunta a la que Zhou Yu contesta, «es del poeta del que soy cautiva». Y de hecho, su obsesión por Chen Ching y su poesía es tal que está determinada a conseguir que su poesía se publique incluso aunque ella tenga que pagar para que sea así.

Las cosas empiezan a cambiar para los amantes después de esto, ya que Chen Ching se encuentra cada vez más presionado por la pasión de Zhou Yu y por las grandes expecta-tivas que tiene de él. Cuando su superior en la biblioteca le informa que hay una vacante en una ciudad del Noreste, Chen Ching rápidamente acepta y utiliza esto como excusa para acabar la relación con Zhou Yu. Xiu finalmente llega a la pampa donde Chen Ching ha estado llevando un auto-exilio y una vida empobrecida. Probablemente a causa de la culpa y la desesperación, Chen Chiang le suplica a ella que se quede y viva con él, momento en el que Xiu le confiesa que sabe lo que ha pasado entre él y Zhou Yu, y que en realidad ha conocido a Zhou Yu. Chen Ching insiste en que no es posible que Xiu haya conocido a Zhou Yu, ya que ésta se mató en un accidente de tráfico. Mientras espera en uno de los vagones a que salga el tren, Xiu cierra el libro que ha estado leyendo y releyendo titulado «El tren de Zhou Yu». Es una antología de la poesía de Chen Ching. También es el libro que le llevó a la fama y la populari-dad. Una cara familiar de repente aparece entre los muchos pasajeros del com-partimiento de delante, una cara llena del entusiasmo de una mujer profunda-mente enamorada. ¿Es Zhou Yu? ¿O es la propia proyección secreta de Xiu?

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El bibliotecario detective

Normalmente, en todos los libros y películas, los bibliotecari@s son unos personajes secundarios sin vida propia, generalmente amargados, frustrados o solitarios. Incluso se puede dar el caso de que lo sean todo a la vez. Sin embargo, en esta ocasión es el bibliotecario el que se sitúa como protagonista del relato El último lector y nos resultará interesante saber como lo representa David Toscana, el autor. Podremos comprobar si finalmente recae en los tópicos o consigue desembarazarse de ellos.

Si alguien se hace con el libro, que nos comente cómo fue su experiencia. De momento, recogemos la noticia.

El último lector, nuevo libro de David Toscana

Esta historia inicia en Icamole, un lugar al norte del país, ahí donde el agua y la esperanza han sido negadas a sus habitantes, excepto a Lucio, el bibliotecario del pueblo quien en medio del desierto vive batallas campales, romances prohibidos e historias prosperas con tan sólo cambiar de página.

Así transcurren días, semanas y años, hasta que el anuncio de la desaparición de una niña modifica la pasividad de Icamole y da rienda suelta a todas las vivencias adquiridas en los libros, al encontrarse en ellos las respuestas. De la pluma de David Toscana llega El último lector, libro que intenta rebasar los límites de la lectura.

“Se pierde esta línea entre realidad y ficción, que malamente llamamos a lo que está puesto en las novelas, que tiene que ver con lo que está en la realidad o que incluso podemos decir es otra realidad”, expresó el escritor. Un libro que de acuerdo a David Toscana cuestiona el consumo de la literatura, ya que para él una mala o buena lectura puede cambiar el alma.

“Un buen libro hace que una vez que lo cerramos y salimos a la calle a esa realidad, la vamos a ver de modo diferente”, dijo Toscana.

Visión que será transmitida por los personajes que transita entre largos viajes en tren, el rostro de una niña llamada Babbette y el aroma a tierra mojada.

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El «Masterplan» de Google Inc. /y 3

2003 – 2004. Afianzamiento y expansión

Con los ingresos publicitarios estancados, las empresas serias que se hallaban en Internet se refugiaron en el pago de contenidos para intentar mantener la viabildad de su negocio. Uno de los puntales sobre este cambio de rumbo de las empresas, lo podemos situar en el cierre de los contenidos que anteriormente habían sido gratuitos y de libre acceso de los medios de comunicación. El camino que adoptaron fueron fundamentalmente dos que podemos encontrar en dos de los periódicos más importantes de España. El Mundo y El País dejaron de ofrecer a través de su páginas web sus ediciones impresas, mientras que uno y otro se decantaba por unos modelos distintos. El Mundo mantenía el acceso gratuito  a las últimas noticias, mientras que El País cerraba toda su edición. Este cerrajón completo de los diarios más importantes  ponía entre las cuerdas a ciertas empresas que habían aflorado ante el acceso gratuito a los contenido de los medios de comunicación que se servían del Press-Clipping como modelo fundamental de negocio. El conflicto como era de preveer no tardaría de servirse, pero ya entraremos en él con más profundidad en este blog más adelante.

Otro de los ejemplos en la búsqueda de rentabilidad sobre los servicios que se ofrecen en Internet  lo constituyen los sitios web que ofertan correo electrónico. Hotmail y Yahoo no ofrecían hasta 2004, sólo 2 y 6 megas de espacio respectivamente, sino que en un principio Hotmail ofertaba hasta 10 megabytes. Sin embargo, las cuentas de correo de los usuarios se fueron diluyendo lentamente, mientras la crisis tecnológica se agudizaba y las empresas se lanzaban a cobrar por el alojamiento de 10 megabytes hasta 10 € al mes.

Frente a esto, Google consolidaba nuevos servicios y creaban otros nuevos. En una palabra, trataba de innovar. Google Toolbar, Froogle, Google News, Google Alerts, Google Groups marcaban lo que algunos consideraron como una desviación del negocio de Google hacia lo que había sido hasta entonces, las búsquedas en Internet. Se comenzó a intuir que Google trataba de crear un portal añadiendo a la creación de servicios de diseño y desarrollo propio, mientras adquiría y promocionaba otros nuevos como el servicio más famoso de creación de bitácoras o blogs Blogger. El temor de que tropezase en la piedra sobre la que ya habían caído otros buscadores se hacía patente.

Pero debemos de detenernos en otro de los servicios del buscador, Adsense, el servicio de publicidad de Google, que aportó un aire de democratización en el negocio de  Internet. La propuesta era sencilla, tú tienes una página web y le quieres sacar rendimiento económico. No sé cuantas visitas tienes, pero tampoco me importa. Yo vendo una serie de palabras clave a unas empresas que me pagarán por ellas, el anuncio se amoldará a los contenidos de tu página, puesto que si tienes un internauta visitando tu página de Peces Tropicales, seguramente estará interesado en adquirir peces nuevos o accesorios para ellos. Por lo tanto, el anunciante me pagará por la palabra “Peces Tropicales” para aparecer publicitado en tu página web. Si el internauta además hace clic sobre el anuncio de texto, que además no relentizará la carga de la página, yo te pagaré una cierta cantidad. Si llegas a 100 $ durante un mes te mandaremos un cheque, si no te enviaremos la cantidad de sea pasado un tiempo. Ganamos todos.

La palabra es revolución. Es difícil no entrar en una página web modesta, y no tan modesta, y no encontrarse un pequeño recuadro de texto que dice Anuncios Goooooogle, que no molesta ni interfiere la navegación. Nada de animaciones en Flash ni Pop-Ups ni Banners, que parecen condenadas a desaparecer. Una vez más, lo sencillo y simple es bello, además de rentable.

Y aún le debemos más gratitud a Google. Si además de llenarnos los bolsillos de forma sencilla, nos ofrecen una cuenta gratuita de 1 Gigabyte, ¿nos vamos a negar a aceptarla? Ante el anuncio de la aparición de Gmail,  a las páginas que ofrecían cuentas gratuitas de correo les entró el pánico, la fiebre para obtener una cuenta de Gmail todavía sacude la Red, y comenzaron a multiplicar el espacio que ofertaban. Yahoo! fue la primera en multiplicar el espacio de 4 o 6 Mb pasó a 100, mientras se sucedían los rumores de que llegaría a 250; mientras que el gigante de Redmond, Microsoft, aseguraba que a finales de verano los irrisorios 2 Mb de Hotmail alcanzarían los 250. Algo que a fecha de hoy todavía se espera.

Paralelamente, surgieron otros servicios que alcanzaban los 1 o 2 Gb, que debido a la imprevisión y las prisas funcionaban deficientemente o no llegaban ni a funcionar. Durante mucho tiempo, Google tuvo publicidad gratuita sobre un servicio que muy pocos pueden disfrutar en la actualidad. Los negocios paralelos e incluso el mercado negro que se formó posteriormente obligaron a Page y a Brin a intervenir. Aunque Gmail todavía tiene que enfrentarse a otros problemas derivados a la intimidad de las personas.

Google’s IPO o la resurrección del Nuevo Mercado

Hacía mucho desde que la burbuja tecnológica explotó y arrastró a la vieja economía. Nunca se había generado tanta expectación sobre la salida a Bolsa de una empresa tecnológica. Google se adentraba una vez más en la Historia para desafiar a los agoreros.

Muchos rumores se sucedían, los métodos por los cuales se sacaba al parqué las acciones de Google generaban desconfianza, los anuncios de anteriores repartos de acciones ensombrecían la puesta a punto para la cotización y finalmente la horquilla de salida sufrió una rebaja drástica para poder ser aprobada por la SEC estadounidense.

Las acciones de Google se cotizaron aún más altas que las cuentas de Gmail y se buscan con tanta fruición como en el caso del correo electrónico. Si bien anteriormente como ya señalamos, la salida a bolsa de un valor tecnológico se había utilizado para la lucración personal de sus fundadores que no tardaban en vender sus participaciones, en el caso de Google no parece que vaya a ser así.

No se trabaja para ser el número 1 para echarlo a perder. Sin embargo, hallar nuevas vías de financiación, y vender acciones es una manera de financiarse, se hacía necesaria en cuanto Microsoft y Yahoo decidían desarrollar nuevos motores de búsqueda para competir de nuevo con Google. Puede que Gmail sea fuegos de artificio para que ambas empresas tengan que reinvertir en los servicios de e-mail que tenían abandonados y desviar la atención de los buscadores. Sin embargo, el Masterplan de Larry Page y Sergei Brin, el de convertirse en un referente de los internautas, de las formas que se deben de desarrollar en los negocios de Internet y, por ende, de la Sociedad de la Información,  les está saliendo, desde mi punto de vista, bastante bien.

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