Al empezar este año 2009 me propuse combinar dos de mis aficiones favoritas, la lectura y el arte, y compartirlo con vosotros en este blog.
Como la mayoría de los propósitos de Año Nuevo, éste no corrió mejor suerte, y tan solo las lectoras de Hopper visitaron vuestras pantallas con sus figuras reposadas, concentradas en la lectura, leyendo en espacios públicos pero al mismo tiempo aisladas por una soledad palpable y, a pesar de ello, impactantes y vivas en cuanto a su color y textura.
En esta ocasión retrocedemos un siglo y nos vamos a la Francia del XIX, para visitar los salones de las clases acomodadas tal como nos los muestra el pintor francés Fantin-Latour.
Henri Fantin-Latour (Grenoble, 14 de enero de 1836 – Buré, 25 de agosto de 1904) vivió en la Francia de los pintores impresionistas pero, aunque fue amigo de alguno de ellos, se mantuvo al margen de esta corriente pictórica. En cambio, se vio influenciado por los simbolistas -relacionándose con los poetas Verlaine y Rimbaud, a los que retrató con otros artistas de su época en “Un rincón de mesa” (1872)-, y siguió a lo largo de toda su vida esta corriente de inspiración imaginaria. Pero paralelamente, fue un pintor realista e intimista como puede verse en sus exquisitos bodegones -con los que alcanzó un gran éxito comercial-, así como en los retratos que hizo a familiares y amigos íntimos, o por encargo.
Uno de sus temas más característicos en el retrato es el de las figuras femeninas que leen y escuchan la lectura. En estos cuadros de Fantin-Latour descubrimos a jóvenes ociosas que seguramente, sin más ocupación que la de lograr una buena boda, pasan su tiempo pintando, bordando y leyendo.
Al contrario que Hopper, aquí la lectura se desarrolla en la privacidad y la intimidad del hogar, frente a la lectura en lugares públicos; deja de ser una acción solitaria y se comparte lo leído, una mujer lee mientras la otra pinta, borda o simplemente escucha; y sus trajes sobrios las arropan, llamando nuestra atención sobre sus rostros iluminados y los libros que sostienen entre sus manos, despertando nuestro interés sobre las lecturas que comparten.
Es muy probable que a muchos se les haya pasado por alto la estupenda exposición que el Museo Thyssen-Bornemisza está realizando hasta el próximo 10 de enero sobre este poco conocido pintor francés del XIX. Por ello, no puedo dejar de recomendaros esta amplia muestra, con más de setenta pinturas que recogen la variedad de su temática: sus trabajos como copista de obras clásicas del Louvre, sus alegorías musicales y poéticas de corriente simbolista, sus bodegones de flores y frutas que muestran su evolución como pintor, sus autorretratos, sus retratos y, sobre todo, las seis piezas que dedica a esa pasión que muchos de nosotros compartimos, la lectura.
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