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Diccionario de las ideas recibidas

Cuando Flaubert murió en 1880, dejó inacabada Bouvard et Pécuchet; obra considerada por él mismo como su testamento y que refleja desde un punto de vista cómico y trágico al mismo tiempo la estupidez humana.

Los dos protagonistas, Bouvard y Pécuchet, llevados por su ingenuidad y su fe en las teorías que encierran los libros, deciden dedicar su vida a llevarlas a la práctica y, gracias a su nutrida y creciente biblioteca, estudian los diferentes temas que a lo largo de los años despiertan su interés: la agricultura, la química, la arqueología, la literatura, la religión, la educación…; pero acaban perdiéndose en el sin fin de contradicciones que reflejan estos libros y terminan cada experimento en el más rotundo fracaso.

Al igual que El Documentalista Enredado ha ido seleccionando algunas definiciones oficiales de la terminología específica de la profesión, la documentación, la biblioteconomía y la archivística; Bouvard y Pécuchet, ya desengañados de todo, también hicieron acopio de todos los conocimientos que habían asimilado en su “Diccionario de ideas recibidas” (doc. en PDF). De estos términos, transcribimos aquí sólo los más “bibliodocumentales” o relacionadas con la lectura y la escritura; para que sus axiomas nos ofrezcan una perspectiva distinta y, desde luego, mucho menos ortodoxa que la oficial.

Autor. Hay que “conocer autores”, pero no hace falta saber sus nombres.
Biblia. El libro más antiguo del mundo.
Biblioteca. Siempre hay que tener una en casa, sobre todo si se vive en el campo.
Clásicos (los). Se supone que hay que conocerlos.

Crítico. Siempre “eminente”. Se supone que lo sabe todo, lo conoce todo, lo ha leído todo, lo ha visto todo. Cuando no le guste, llámele Aristarco o eunuco.
Daguerrotipo. Remplazará a la pintura.
Diderot. Siempre seguido de D’Alembert.
Diccionario. Reirse de él: está hecho sólo para los ignorantes.
Diccionario de rimas. Es vergonzoso utilizarlo.
Documento. Los documentos son siempre “de la mayor importancia”.Todos los conspirados detenidos llevan siempre encima documentos muy comprometedores.
Enciclopedia. Criticarla. Reírse de lástima, por si fuera una obra rococó.
Erudición. Despreciarla por ser el signo de un espíritu mezquino.
Escribir. Todo lo que hace falta para escribir. Escribir currente calamo es la excusa para las faltas de estilo u ortográficas.
Escrito. “Bien escrito”, palabras que usan los porteros hablando de los folletines y de los cuadernos escolares.
Escritura. Una bella escritura abre todas las puertas. Cuando es indescifrable es un signo de ciencia. Ej. Las recetas del médico.
Etimología. Nada más fácil de encontrar, con el latín y un poco de reflexión.
Folletines. Las novelas publicadas en forma de folletines son mucho más morales para leer que en volúmenes. Causa de inmoralidad. Discutir sobre el posible desenlace. Escribir al autor para sugerirle ideas. Enfurecerse cuando aparece en ellos un nombre parecido al propio.
Fotografía. Sustituirá a la pintura (véase Daguerrotipo).
Frontispicio. Los grandes hombres quedan bien en ellos.
Gramática. Debe enseñarse a los niños desde la primera infancia, como si fuera una cosa clara y fácil.
Gramáticos. Son todos pedantes.
Ilegible. La receta de un médico sólo es eficaz si es “ilegible”. Las firmas oficiales también tienen que ser ilegibles; igual que las de los particulares. Esto indica que se está abrumado por la correspondencia.
Iliada. Siempre seguida de “La Odisea”.
Imágenes. Siempre hay demasiadas en la poesía.
Imprenta. Maravilloso descubrimiento. Ha hecho más mal que bien.
Impreso. Hay que creer todo lo que está impreso. ¡Ver el propio nombre impreso! Algunos cometen crímenes sólo por esa razón.
Inscripción. Siempre es cuneiforme.
Instrucción. El pueblo no la necesita para ganarse la vida. Hacer creer siempre que se ha recibido mucha instrucción. Las clases “ilustradas” no son capaces de darse cuenta de lo contrario.
Introducción. Palabra obscena.
Jeroglífico. Antigua lengua de los egipcios. Escritura misteriosa inventada por los antiguos sacerdotes egipcios para ocultar sus secretos. ¡Y pensar que hay gente que los entiende! Después de todo, ¿no será un bulo?
La Fontaine. Sostener que no se han leído nunca sus cuentos. Llamarle: “buen hombre”, “el inmortal fabulista”.
Latín. Lengua natural del hombre. Estropea el estilo. Sólo es útil para entender las inscripciones de las fuentes públicas. Hay que desconfiar de las citas en latín, siempre ocultan algo audaz. Citas que hay que hacer. Ejemplos…
Libelo. Ya no se escriben.
Libro. Sea el que sea, siempre es demasiado largo.
Literatura. Ocupación de ociosos.
Mano. Tener una bella mano es escribir bien.
Melodramas. Menos inmorales que los dramas.
Mensaje. Es más noble que “carta”.
Metáforas. Producen mal efecto en el estilo.
Novelas. Las novelas pervierten a las masas. Son menos inmorales por entregas que en volúmenes. Tan solo pueden tolerarse las novelas “históricas” porque enseñan historia. Ej. Los tres mosqueteros, etc. Hay novelas escritas con el extremo de un bisturí. Ej. Madame Bovary.
Ortografía. No es necesaria cuando se tiene un buen estilo. Creer en ella como en las matemáticas.
Párrafo. Cuanto más complicado, más bello.
Periódicos. Su importancia en la sociedad moderna: ej. Le Figaro. Hay que criticarlos siempre, al tiempo que creemos lo que dicen. Los periódicos “serios” son: La Revue des Deux Mondes, L’Economiste, Le Journal des Débats. Hay que dejarlos descuidadamente en la mesa del salón, pero habiéndolos recortado antes. Señalar un pasaje con un lápiz rojo produce también un buen efecto. Leer por la mañana un artículo de estas hojas serias y graves, y por la noche, en sociedad, dirigir con destreza la conversación sobre el tema estudiado para poder destacar con brillantez.
Poesía (la). Es totalmente inútil. Está pasada de moda.
Poeta. Sinónimo de soñador y bobo.
Portafolios. Un portafolios bajo el brazo le da a uno aspecto de ministro.
Prosa. Es más fácil de escribir que los versos.
Rima. Nunca es razonable.
Sáfico y Adónico (versos). Excelente efecto en una crítica literaria.

Publicado en Literatura