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A su lado, los libros de bolsillo son gigantes

En los años treinta llegó el libro de bolsillo. Los lectores en Alemania, Reino Unido y Estados Unidos respondieron magníficamente a la idea de poder leer en el tren o el autobús un libro de reducido formato fácilmente transportable. Parecía algo novedoso: un producto de ocio diseñado y adaptado a la era científica.

Pero la realidad es que el libro en miniatura existía desde hacía ya casi cinco siglos. Los primeros fueron los manuscritos iluminados que podían llevarse suspendidos de la cintura con una cadena, previos a la invención de la imprenta. Si se compara con ellos, un libro de bolsillo parece gigantesco. Los más grandes miden ocho centímetros por cada lado a lo sumo. A medida que se mejoraban las técnicas de fabricación de libros, los más pequeños se hacían más pequeños aún. Algunos encuadernadores rusos y japoneses han publicado libros del tamaño de cualquier letra "a".

Libros en miniatura: 4000 años de tesoros diminutos es el título de una exposición que se celebra hasta el 28 de julio en el Grolier Club de Nueva York y cuyo tema es la reducción de la página llevada al límite. Anne C. Bromer y Julian I. Edison han preparado un libro con el mismo título que la exposición publicado por Harry N. Abrams y el Grolier Club.

Aunque los libros son diminutos, el tema es enorme. Abarca desde las tablas mesopotámicas con escritura cuneiforme del tamaño de la uña de un pulgar, a las primeras Biblias infantiles en miniatura publicadas en el siglo XVII, así como la primera publicación en forma de libro de la Proclamación de la Emancipación de Abraham Lincoln, volumen de ocho centímetros que se distribuyó entre los soldados de la Unión y los esclavos durante la Guerra Civil estadounidense.

Entre las miniaturas también hay exquisitos libros de horas adornados con joyas, prácticas colecciones de clásicos para viajeros y una siniestra serie de libros alemanes de los años treinta, El ‘Führer’ hace historia.

Al principio, los minilibros tenían una función práctica. Los devocionarios de pequeño tamaño permitían orar mientras se estaba de viaje. Pero ya antes, la fascinación por las miniaturas había tenido su gran momento. En 1480, Salvadore Gagliardelli, escriba florentino, creó un devocionario  iluminado con 17 ilustraciones de unos dos centímetros cuadrados: sin duda lago ligero y transportable,, una auténtica joya.

Los libros en miniatura, sobre todo los almanaques, con frecuencia se publicaban en grandes cantidades con la idea de hacer negocio. En la década de 1860, Frances Elizabeth Barrow conquistó el mercado del libro infantil con una serie de cuentos sobre niños y pequeños animales. Pero ya antes, el aspecto práctico de los minilibros se rindió a la inalcanzable necesidad de que los libros, ya de por sí pequeños, se fabricasen en un tamaño ún menor, manteniendo al mismo tiempo, sus estándare más altos: una delicada encuadernación, una exquisita caligrafía o letra impresa e liustraciones de vibrantes colores en un papel caro.

En orden decreciente, los coleccionistas clasificaban los libros como macro miniatura (de siete a diez centímetros de alto); miniatura (de tres a siete centímetros); micro miniatura (de 0’6 a tres centímetros) y la ultraminiatura (menos de 0’6 centímetros).

Evidentemente, los caracteres móviles ayudaron a esta causa, pero los calígrafos lograron increíbles proezas mojando la pluma en tinta. Esther Inglis, hugonote francesa que trabajaba en Edimburgo a finales del siglo XVI, creó extraordinarios libros pequeños escritos con una caligrafía simple y elegante que, mirada con lupa, resulta estar formada por pequeños garabatos.

Cuando la mano ya no daba para más, tomaron el relevo los diseñadores de tipografía, Henri Didot, ingeniero y grabador francés, creó en 1819 un tipo de letra de dos puntos y medio, la más pequeña jamás fabricada. Pero medio siglo más tarde se batió el récord en Italia con la creación de un tipo de letra de dos puntos denominada occhio di mosca, que significa ojo de mosca, utilizada por primera vez en 1878 para imprimir La divina comedia, de Dante.

La barrera de los dos puntos sigue siendo infranqueable, pero las dimensiones han seguido disminuyendo. Gracias a un proceso de foto reducción durante siete años, una editorial de Worcester, Massachusetts, estrujó versos de El Rubaiyat de Omar Khayyam en un libro de 1932 de cuatro por seis milímetros.

En 1978, la editorial Gleniffer Press de Paisley, Escocia, publicó Tres ratones ciegos en un volumen de 2’1 milímetros cuadrados. Siete años más tarde, sacó una edición de El viejo rey Cole de la mitad de este tamaño.

Y sí, también hay libros eróticos en miniatura. Menos predecibles en las ediciones únicas como La hiperinflación alemana de 1918-1923, encuadernada en un billete alemán de la época de Weimar, o Informes de Europa del Este, de James Lamar Weygand, un libro de viajes con trozos de papel higiénico del otro lado del telón de acero incorporados.

GRIMES, William. A su lado, los libros de bolsillo son gigantes. En: Diario El País, selección de textos de ‘The New York Times’. Jueves, 7 de junio de 2007. Págs 11, Madrid

Publicado en Visto/Leído

4 comentarios

  1. Susana Susana

    Me ha encantado ver el reportaje sobre libros en miniatura de la exposición en el Grolier Club de Nueva York (4.000 años de tesoros diminutos), que recogen en el diario El país (7/06/07, pag 11) que a su vez destacan de The New York Times.

    Pero esta exposición no es única ni exclusiva de Estados Unidos. Mi colección de 1.000 libros en miniatura ahora mismo puede verse hasta el 29 de junio en la Biblioteca Miguel de Cervantes de Burgos, porque tras su paso por el Alcázar de Toledo y el éxito que allí tuvo, va itinerar por toda España. Se llama la biblioteca de Liliput: 1.000 libros en miniatura desde el siglo XV a nuestros días.

    Casi todos los libros que citan en la noticia pueden verse en mi muestra. El ayuntamiento de Burgos ha realizado un vídeo (no muy bueno, por cierto) en el que puede hacerse una idea del material que se presenta: http://www.aytoburgos.es/contenidos/cpcontent.asp?contentid=45005&nodeid=48341

    En Nueva york se hacen cosas muy interesantes, pero en España también. Lo que ocurre es que siempre tendemos a magnificar lo de fuera. La muestra que hice en el Alcazar de Toledo, la destaca la Sociedad Americana de Libros en Miniatura en su web. Qué cosas, ellos (los yanquees) sí se hicieron eco de mi expo. tres meses antes de inaugurar la suya.

  2. Gracias Susana por tu comentario y estoy seguro que tu muestra será tan interesante como la de Nueva York.

    Como bien dices, el texto que está más arriba es un artículo que se publicó en el Diario El País dentro de su selección semanal de textos del diario The New York Times. Me pareció interesante y lo transcribí tal cual porque no es accesible dentro de la web del diario. Pero te agradecemos enormemente tu punto de vista como experta.

    Un saludo

  3. Susana Susana

    [Comment ID #12156 Will Be Quoted Here]

    Gracias a ti. Te paso el link de la Miniature Book Society que comentó mi expo. del Alcázar de Toledo y el blog de una espontánea que comenta la actual muestra de Burgos en su página. Contactó conmigo y me pidió permiso para publicar la fotos. Están en: http://nuestrasminis.blogspot.com/
    Ya de paso informo de que La Biblioteca de Liliput seguirá itinerando todo este año por España. Saludos.

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