[Esto es para Mara]
Por extraño que pueda parecer, los riesgos que corre un bibliotecario a la hora de desempeñar su profesión son de muy diversa índole y, como no podría ser de otra manera, existen. Más allá de tener que enfrentarse de vez en cuando con algún usuario malhumorado por recriminarle su falta de silencio o recriminando nuestra falta de indulgencia, los bibliotecarios también pueden llegar a sufrir alergias producidas por la deposición del polvo que de vez en cuanto se encuentran en la tesitura de limpiar (algunos recurren al uso de guantes sin excesivo éxito), así como problemas musculares que se sufren tanto levantar y transportar a pulso grandes volúmenes de papeles en forma de libro, revistas o folletos.
Pero no sólo estos peligros acechan al bibliotecario confiado, puesto que el papel es del gusto de muchos seres ya sean pequeños mamíferos (ratas y ratones), insectos (cucarachas, gusanos y lepismas) u otros seres que encuentran en los depósitos de bibliotecas, hemerotecas y archivos un lugar cómodo donde anidar. Tanto es así que recientemente descubrimos la presencia de pequeños capullos de barro dentro de unos archivadores definitivos. Seguramente, las autoras de estas pequeñas obras de ingeniería fueron las avispas alfareras (Eumeninae) que habían resuelto establecer su residencia dentro de las cajas de archivo de algunas revistas de cemento – nunca un lugar había sido tan adecuado para estos insectos – dispuestas en una serie de estanterías un tanto olvidadas por el tiempo y la capa de tierra, no podría ser definido como polvo, resultado de una ventana que no acababa de cerrarse.
Tampoco vivía tan mal la Eumeninae ésta. Le cambio el sitio de cabeza: tenía a su disposición un montón de bibliografía sobre su oficio, no pagaba hipoteca, y como había un vaso de agua cerca podía pegarse chapuzones de vez en cuando.
En fin, deberían pagaros un plus de peligrosidad
Gracias 🙂
No tío porque son insectos solitarios, viven solos en sus cuevas y además son un poco ocupas porque aprovechan cualquier rincón abandonado. En fin, unos tirillas…
😛
Tienes toda la razón, el polvo atrae a todos estos bichos y además, te agrieta las manos y muchas veces nos toca limpiar a los bibliotecarios…
ja!!! a mi me ha tocado ver arañas, y cierto que debemos portar pañuelos y guantes todo el tiempo por aquello del polvo.