En el albor de Internet como medio de comunicación de consumo masivo, Bill Gates aseguró en 1995: “Internet no es importante para nuestra estrategia de negocios”. Posteriormente, tuvo que recular e imponer su mastodóntica posición en el mercado de sistemas operativos para acabar con el navegador de Netscape, ofreciendo el suyo, Internet Explorer, gratis. Aunque Netscape Navigator es ya un recuerdo para los internautas más veteranos, la guerra de los navegadores ha proseguido aunque de manera más soterrada. Mientras Mozilla intentaba arrebatarle cuota de mercado a Microsoft innovando (y en ocasiones copiando ideas), aliándose con Google y ofreciendo un producto más versátil; el Explorer durmió el sueño de los justos durante casi 5 años sin que desde Redmond se publicase una nueva versión de actualización.
Pero aquel inmovilismo comienza a pasarle factura a Microsoft de nuevo. La cuota de mercado de Internet Explorer (IE), aunque holgada, languidece lentamente hasta el 58%, mientras que la de Firefox ya sobrepasa ligeramente el 31%. Sin embargo, ese 58% se lo reparten hasta tres versiones distintas del IE la 6, la 7 y la 8 que coexisten repartiéndose similares porcentajes para desesperación de diseñadores y programadores web que no quieren ni ver el IE 6. Desesperación porque desde su posición de fuerza Microsoft ha querido que las cosas se hiciesen a su modo, sin casi respetar los estándares web que se dictan desde el W3C, pero esto parece a punto de cambiar.
Google dispone de un sinfín de servicios web que millones de personas, sean usuarias o no del Explorer, utilizan. Su próximo lanzamiento Google Wave ya se encuentra en el horno y mientras se dora, Google considera que la próxima revolución que nos tiene preparada no va a funcionar bien dependiendo qué navegador se utilice. Inadmisible. Una compañía que tiene especial cuidado en la experiencia de usuario de sus productos, no va a permitir que un tercero le agüe la fiesta y apunta directamente a Microsoft.
Después de desarrollar su propio navegador, Chrome, tras apoyar previamente Mozilla Firefox y decidir ir por su cuenta, Google se siente con fuerza de dar el siguiente paso: Acabar con el Internet Explorer. ¿Cómo? Ofreciendo un plugin que sustituirá el motor (es decir, el corazón del navegador) del IE por el motor de Chrome sea cual sea su versión. De esta manera, tras su instalación el usuario utilizará la interfaz del Explorer aunque realmente se encontrará utilizando a todos los efectos Google Chrome. Todo un disparo en la línea de flotación de Microsoft en la Web y toda una declaración de intenciones. A Google ya no se le puede parar ni desde el sistema operativo, si quieres utilizar algunos de sus productos, tendrá que ser a su manera o carretera.