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Mes: marzo 2006

La Asimetría Informativa

El 11 de marzo de 2004 José María Aznar, entonces Presidente de España, mantuvo conversaciones con distintos medios de comunicación nacionales para asegurarles la autoría de los atentados terroristas que se habían sucedido en el Metro de Madrid durante aquella mañana. Entre otros responsables de medios de comunicación, el Presidente mantuvo una breve conversación telefónica con Jesús Ceberio, director del diario El País, en la que sostuvo la tesis de que fue el grupo terrorista vasco el autor material de las explosiones.

Durante aquella mañana, los principales medios de comunicación impresos nacionales se apresuraron a confeccionar y publicar una edición especial que sería distribuida para el mediodía de aquella haciaga jornada. En el número especial de El País, la portada destacaba el titular Matanza de ETA en Madrid, mientras que otros no se atrevían a atribuir aún la autoría de los atentados a ningún grupo terrorista.

Alejándonos de las razones políticas que se desencadenarían posteriormente, el diario cayó en lo que se denomina Asimetría Informativa, dando por buena y veraz la información que nos puede transmitir un experto, alguien que dispone de suficiente información sobre un tema para poder ser considerada por buena de facto. En nuestro caso, es el Presidente de un Gobierno el experto al que debemos escuchar y creer, aunque la polémica se extendió largamente entre el Gobierno de entonces y el propio Jesús Ceberio sobre las actuaciones de unos y otros.

Pero, la Asimetría Informativa existe en muchos planos de la vida diaria como bien nos ilustra el libro Freakonomics (ISBN: 8466625127). Uno de los ejemplos más ilustrativos es el de los agentes inmobiliarios en Estados Unidos, aunque también se aporta el caso de los médicos.

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Agárrame esos fantasmas de la biblioteca

Una imagen de la Biblioteca ValencianaLa historia del Monasterio de San Miguel de los Reyes, lugar donde tiene su sede la actual Biblioteca Nacional Valenciana, puede ser calificada de cualquier forma excepto "tranquila". De hecho, el monasterio está compuesto por diversos elementos arquitectónicos que, unidos, conforman todo el complejo. En el Monasterio, se dan cita: una alquería islámica; un monasterio cisterciense, Sant Bernat de Rascanya; un monasterio jerónimo, San Miguel de los Reyes y un complejo penitenciario. Todos ellos se fueron construyendo y agregando, las demoliciones han sido escasas, a lo largo del tiempo y fueron modificando todo el complejo transformándolo hasta lo que es hoy.

El último uso que se le dio al recinto antes de su rehabilitación como sede de la Biblioteca fue el de prisión. Debemos señalar que desde 1835, fecha en la que se abandonó completamente su utilización como centro religioso tras la desamortización y el abandono por la comunidad jerónima, hasta 1874 cuando se decidió su conversión en Presidio Nacional estuvo abandonado llegando incluso a considerarse su demolición. Sin embargo, fue durante la Guerra Civil española cuando se vivieron los momentos más dramáticos en sus instalaciones ya que fueron encerrados y ejecutados por el régimen franquista cientos de prisioneros del bando republicano.

Por supuesto que en aquella cárcel que en el futuro se convertiría en biblioteca también vivieron bibliotecarios. Ana Perpiñán nos describía los azares que éstos sufrieron mientras vivieron recluidos en ella en su texto Presos Bibliotecarios.

A lo largo de su existencia, San Miguel de los Reyes se ha convertido en el lugar de último reposo de muchas personas. En 1537, la reina Germana de Foix pensó que este lugar sería el más adecuado para que reposara su cadáver con la intención de crear un lugar similar al Escorial, que sirviera para el reposo eterno de reyes y príncipes. Aunque fueron los monjes que lo habitaron y, posteriormente, aquellos que fueron fusilados durante la represión franquista los que fueron enterrados allí.  Parece ser que aún quedan almas errantes en él.

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No me llames bibliotecario, llámame…

Nancy Friedberg escribía en el diario The New York Times, en octubre de 2001 nada menos, que el nombre que pudiese definir un puesto de trabajo podía hacer cambiar significativamente la retribución que se podía obtener por él. Uno de los ejemplos significativos que aportaba consistía en la denominación del trabajo de bibliotecario. De esta forma, para un puesto denominado Bibliotecario (Librarian) una persona podía ganar hasta 27.000 $ al año, pero si se cambiaba esa designación por Especialista en la gestión de la información (Information – management specialist), el puesto podría aumentar hasta 100.000 $.

En España, todavía existe un surtido muy pobre a la hora de denominar a un profesional de la información más allá de los consabidos bibliotecario, documentalista o archivero – El éxito de Infonomista todavía no está muy claro -, aunque no sucede así en los países anglosajones. Inspirada en el artículo de The New York Times, la bibliotecaria de Colorado, además de escritora, Michelle Mach comenzó a realizar una compilación de todos los nombres que se utilizaron en distintas ofertas de trabajo para bibliotecas y / o centros de información en Estados Unidos, publicándolas en su sitio web que actualmente no está accesible a no ser que acudamos a Archive.org.

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Jordi Labanda, la magia está en los libros

Aunque esta imagen no debería ser insertada dentro de una de nuestras categorías favoritas (Biblio-Humor) creo que por el terreno que se mueve su autor, Jordi Labanda, y donde fue publicada, en la Revista Magazine, en la que Labanda suele publicar ilustraciones cómicas, merece ser recogida aquí.

Como sabréis, Jordi Labanda es pintor e ilustrador nacido en Mercedes, Uruguay, en 1968. Actualmente reside en Barcelona desde donde dirige su carrera como ilustrador y diseñador de moda. Hace un par de años su popularidad aumentó espectacularmente, llegando a encargarse del diseño de distintas campañas publicitarias para distintas marcas de moda e incluso de agua mineral. Si queréis más de él, os remito a sus dos libros publicados Hey Day (2003 – ISBN: 8493303607) y Si te he visto no me acuerdo (2005 – ISBN: 8493303666).

Esta imagen corresponde a un especial de la revista Magazine sobre el Día del Libro de 2005 de la que ya recogimos la de Ortifus.

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Una aplicación de la licencia Creative Commons

La idea subyacente de las licencias Creative Commons (CC) consiste en ofrecer la posibilidad de establecer un modelo para facilitar la distribución y el uso de contenidos para el dominio público ofreciendo un forma más laxa en los derechos de los autores sin necesariamente restringirlos y acudir al Copyright. Cada una de las distintas licencias CC posee diferentes configuraciones, o principios, como el derecho del autor original a dar libertad para citar su obra, reproducirla, crear obras derivadas, ofrecerlo públicamente y / o con diferentes restricciones como no permitir el uso comercial o respetar la autoría original. Algunos podrían opinar que las CC no llegarán a funcionar, pero la realidad es otra ya que se están comenzando a tener en cuenta.

Por ejemplo, aquí en El Documentalista Enredado disponemos una licencia Creative Commons según la cual permitimos:

  • Copiar, distribuir y comunicar públicamente la obra.
  • Hacer obras derivadas.

Aunque también ponemos una serie de restricciones como:

  • Reconocimiento. Debe reconocer los créditos de la obra de la manera especificada por el autor o el licenciador. 
  • No comercial. No puede utilizar esta obra para fines comerciales. 
  • Compartir bajo la misma licencia. Si altera o transforma esta obra, o genera una obra derivada, sólo puede distribuir la obra generada bajo una licencia idéntica a ésta.
  • Al reutilizar o distribuir la obra, tiene que dejar bien claro los términos de la licencia de esta obra.
  • Alguna de estas condiciones puede no aplicarse si se obtiene el permiso del titular de los derechos de autor.
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El archivo como castigo

Las bibliotecas y los archivos, en gran medida si se trata de pequeños municipios, han sido utilizados recurrentemente como lugares para apartar a gente que era molesta en otros sitios de la Administración Pública. Ya se tratara de personas descuidadas o simplemente vagas o incluso en un intento para hacer mobbing, estos lugares de la memoria pueden llegar a ser considerados como el último sitio donde cualquier persona quisiera llegar a trabajar. 

Podríamos haber caído en el error de considerar estas prácticas como erradicadas tras la aparición de los estudios superiores en Biblioteconomía, sin embargo no podríamos equivocarnos tanto. La Diputación de Valencia parece dispuesta a seguir con esta peculiar tradición y en la edición de hoy del Diario Levante podemos encontrarnos con suculento titular: [Fernando] Giner [Presidente de la Diputación] destituye al jefe de Publicaciones de la diputación y lo manda al archivo. El texto no tiene ningún desperdicio al detallar las razones de esta reubicación:

[…] [Carles] Recio se encargará de clasificar y ordenar el patrimonio bibliográfico para facilitar las consultas tras la restauración, según ha podido saber este diario. La destitución de Recio se produce ocho meses después de que se conociera que el escritor había instalado un prostíbulo masculino en su casa. Recio, que gestionaba también la publicidad de Abanderadoschicos, una casa de citas en el barrio de Russafa, alegó en aquella ocasión que sólo trató de ayudar a cuatro jóvenes que se habían quedado en la calle tras abandonar las instalaciones en las que trabajaban y en las que ejercían la prostitución masculina.

Sin embargo, a raíz de la polémica suscitada por la publicación de aquella información, Recio causó baja laboral en la diputación. Ha sido a su regreso cuando se ha producido su reubicación laboral y ha dejado de ser jefe de publicaciones. Preguntado ayer por la aparente atenuación de sus funciones, Recio afirmó que no se siente «degradado» y que, al contrario, ahora tiene más competencias de las que ostentaba anteriormente, señaló. [..]

En ocasiones, es completamente imposible comprender nada.

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Citas al libro /7

“Nunca escribo mi nombre en los libros que compro hasta que no los he leído, porque sólo entonces puedo decir que son míos”
Carlo Dossi

“Se ha de leer mucho, pero no muchos libros; ésta es una regla excelente”
Jaime Luciano Balmes

“La obra clásica es un libro que todo el mundo admira, pero que nadie lee”
Ernest Hemingway

“Los libros son amigos que nunca decepcionan”
Thomas Carlyle

“Hay libros cortos que, para entenderlos como se merecen, se necesita una vida muy larga”
Francisco de Quevedo

“El recuerdo que deja un libro es más importante que el libro mismo”
Gustavo Adolfo Bécquer

“Estos son malos tiempos. Los hijos han dejado de obedecer a sus padres y todo el mundo escribe libros”
Marco Tulio Cicerón

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