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Etiqueta: Gestión de la Información en las Organizaciones

¿Cuántos papeles tienes sobre el escritorio?

Una de las señas de identidad de la redacción de cualquier medio de comunicación, una vez nos adentramos en él, es la ingente cantidad de papeles, libros y documentos de todo tipo que los periodistas van acumulando a lo largo de los meses sobre sus mesas. Tanto es así que, de vez en cuando, es necesario acometer una limpieza llevada a cabo de motu propio, o incluso en ocasiones se impone una limpieza general donde es Dirección la que pone a disposición de los redactores contenedores, las papeleras se antojan a todas luces insuficientes, para que los trabajadores puedan, todos a una, deshacerse de la enorme cantidad de papeles acumulados.

Antes era bastante comprensible el nivel de saturación documental que se llega a alcanzar puesto que cada fotografía o cada teletipo que se recibía se imprimía. Esto suponía ciertos problemas de logística a la hora de distribuir los documentos entre los redactores jefes y los periodistas rasos. Y qué decir de las fotografías que se debían seleccionar para archivar y la gestión de aquellas que finalmente se guardaban en previsión de una posible recuperación y utilización futura. Hoy en día las mesas de los redactores, aunque más livianas, todavía muestran montones de documentos, de páginas del diario a medio editar, de libros, de publicaciones, de recortes de otros periódicos, de teletipos recibidos de forma telemática e impresos para su mejor lectura… Sí, puede que la informática ha reducido el volumen de papeles, pero no los ha hecho desaparecer del todo porque, al fin y al cabo, la mente humana necesita de un periodo de adaptación y la cultura de la letra impresa todavía pesa sobremanera en nuestra forma de trabajar en el día a día.

¿Por qué no realizar el experimento? En el lugar de trabajo de cada uno, podríamos pasearnos por las mesas de nuestros compañeros y tratar de realizar comparaciones. Por ejemplo, yo mismo a pesar de tratar de mantener cierto orden en mis papeles no puedo evitar disponer de dos montones que van aumentando o disminuyendo dependiendo del marco temporal. Aunque trato de contener mi caos personal, a veces es inevitable que los papeles nos superen: Revistas a medio leer, informes a medio corregir, notas, artículos encontrados a lo largo de internet impresos y esperando su lectura… No puedo mantener mi mesa impoluta, completamente ordenada, aunque dentro de mi pequeño caos me organizo y localizo los documentos que voy necesitando en determinado momento.

Sin embargo, en mi propio departamento hay personas que mantienen sus mesas impolutas, como si estuviesen dispuestos a marcharse esa misma tarde y quisieran dejar todo arreglado para el que les fuese a suceder en el puesto. Por supuesto que vuelven al día siguiente, pero su método a la hora de mantener el orden es envidiable incluso para una persona como yo, que se debe preocupar de hacer la información accesible y encontrable a cada momento.

La psicología de las mesas de oficina expuesta aquí puede parecer completamente ridícula, pero no lo es en absoluto. Cómo nos organizamos, cómo disponemos nuestros papeles -o nuestros montones de papeles- pueden ser significativos a la hora de detectar algunos problemas por los que puede estar pasando la persona propietaria de ella. Así, por ejemplo, una mesa desordenada puede provocar ansiedad a su propietario porque le es difícil encontrar la información que busca en el momento que le es necesaria, mientras que una superficie limpia puede hacer a su propietario que sienta que controlas tu tiempo. Desgraciadamente, una mesa desordenada a veces no significa que una persona es un poco dejada a la hora de organizarse, sino que puede ser sintomático de que no gestiona bien su tiempo o mucho peor puesto que va aparcando las decisiones que debe de resolver a lo largo de su jornada laboral para más adelante y dejando los documentos urgentes en montones.

¿En qué situación tenéis vosotros la mesa de vuestro puesto laboral?

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La infoxicación desde un punto de vista filosófico

Me ha parecido tremendamente curioso descubrir que la Infoxicación no sólo es un tema de preocupación de documentalistas, bibliotecarios y comunicadores, sino que se puede ir más allá y descubrir que la red de redes también es capaz de intoxicar con su enorme cantidad de saberes a los filósofos y pensadores.

Entonces la palabra red no nos sugiere algo que difunde sino algo que más bien retiene; no nos suena tanto a acumulador o difusor como a filtro o malla que captura ciertos elementos (peces o datos) y permite a otros pasar. Y lo decisivo es entonces la trama más o menos tupida de nuestra red; de una red que nos permita atrapar todos -y sólo- los datos o informaciones relevantes para el caso que nos ocupa.

Xavier Rubert de Ventós realiza una reflexión en el diario El País en su artículo de opinión, La red del pescador, sobre la situación que nos coloca la máxima información, generando más confusión que otra cosa. Y es que el ruido informativo ha sido preocupación de muchos desde hace muchos siglos, por mucho que el término Information Overload parezca actual, por lo que Rubert nos conduce por Rousseau o el mismo Immanuel Kant, «La pura información sin criterio alguno de selección es ciega«, para percatarnos que el exceso de información no es de tremenda actualidad, ni mucho menos.

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La indigencia informativa

Entre los logros más relevantes de la sociedad de la información se halla la facilidad con que el individuo se puede documentar, mantenerse informado e intercambiar conocimientos. Sin embargo, […] el problema actual es la voluntad real de comprensión entre las personas, la carencia de una cultura común de respeto y la manipulación por sobreabundancia informativa. Una noticia dicha por múltiples canales se reconoce como verdad, aunque esos medios respondan a intereses comerciales similares e ilegitimen el punto de vista del emisor de la información.

Si bien se disfruta de una disponibilidad de información que era impensable unos años atrás, se requiere de una alfabetización digital profunda (es decir; nuevamente acceder, administrar, integrar, evaluar y crear información), para no resultar confundidos en un entorno de gran escasez de atención. Existen múltiples fuentes de información, aunque pocas voces son independientes. Leer o ver una decena de veces el mismo abordaje de una noticia no es estar más y mejor informado.

COBO ROMANÍ, Cristóbal; PARDO KUKLINSKI, Hugo. Planeta Web 2.0. Inteligencia colectiva o medios fast food. Barcelona: Universitat de Vic, 2007. p. 91

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Tipologías de auditorías basadas en la información

Basándonos en las distintas metodologías desarrolladas para la gestión de la información en las organizaciones, podemos clasificar cada una de ellas en distintos niveles dependiendo de la profundidad en la que se entra para la gestión de los datos, información y conocimiento dentro de las organizaciones. De esta forma, podemos resumir las distintas auditorias basadas en la información en las siguientes tipologías:

  • La auditoria de sistemas de información investiga la manera en que las herramientas tecnológicas son usadas para gestionar los recursos de información.
  • La auditoria de la comunicación porque se centra en los flujos de información organizacionales.
  • El mapeo de la información (Information Mapping) se centra en la identificación y uso de los recursos informativos de la organización.
  • La auditoria de la información que consiste en el análisis sistemático de los recursos de la información, su uso, los flujos y su gestión dentro de la organización.
  • La auditoria del conocimiento, la gestión del conocimiento es el más alto nivel de gestión de la información y lógicamente es el siguiente paso tras la realización de una auditoría de información y el desarrollo de la gestión de la información dentro de una organización.
  • La auditoria de la inteligencia por su relación entre la gestión de la información y el conocimiento.

BOTHA, H.; BOON, J.A. The information audit.: Principles and guidelines. En Libri 2003 (53) pp. 23-38

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Tres estados históricos de la Inteligencia Competitiva

  • El primer estado ocurrió durante la década de los sesenta y setenta, y fue asociado principalmente con la recogida de datos informal y táctica. En este estado, la inteligencia competitiva apenas se vinculó a la toma de decisiones y a los aspectos concernientes a la alta dirección, y consistía en pequeños análisis.
  • El segundo estado se produjo durante la década de los ochenta, cuando adquirió un gran auge en análisis de los competidores y de la industria. El personal de inteligencia competitiva, en esa época, cambió las funciones de biblioteca por las de marketing o planificación. Las actividades de inteligencia competitiva permanecían orientadas de forma táctica durante el segundo estado.
  • El tercer estado, que comenzó  en los noventa, mostró que la inteligencia competitiva contribuye a la toma de decisiones estratégica, y que se construye en unidades de una manera formal. Las actividades de inteligencia competitiva están orientadas tanto a toma de decisiones estratégicas como tácticas e incluyen análisis cuantitativos y cualitativos.

ARROYO VARELA, Silvia R. Inteligencia Competitiva. Una herramienta clave en la estrategia empresarial. Madrid: Pirámide, 2005. p. 42

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La amnesia corporativa

La Amnesia Corporativa ocurre cuando las organizaciones, literalmente, olvidan cómo se hacen ciertas cosas o no saben que pueden realizar ciertas tareas debido a una mala gestión del conocimiento. Es decir, la Amnesia Corporativa sucede de dos formas:

  1. Cuando un empleado abandona la organización, por el motivo que sea, y sólo él disponía de los conocimientos de cómo se debían realizar ciertas tareas o procedimientos.
  2. La no existencia de comunicación entre los distintos departamentos y, por lo tanto, que se destinen recursos para solucionar problemas que desde otros departamentos ya se habían solucionado.
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Porqué los profesionales de una organización deberían bloguear

Una de las excusas principales que arguyen los bloguers cuando empieza a decaer su productividad en su bitácora es la falta de tiempo debido a que sus tareas laborales los mantienen tremendamente ocupados. El resultado más probable, pasado un tiempo, es la muerte del weblog y, en el mejor de los casos, la despedida del bloguer de su audiencia.

Siempre me ha parecido curioso que, por un lado, se prediquen las bonanzas de bloguear de un modo profesional, pero que, en cuanto caemos en las redes corporativas, nuestra capacidad de proactiva se desvanezca, así como nuestra necesidad de comunicarnos con el resto de miembros de nuestra profesión. Si una organización nos escoge para incorporarnos con ellos por ser bloguers, por aportar un elemento que destaca sobre el resto de candidatos, por sabernos posicionar dentro del mercado laboral como personas que despuntan, que son participativas y activas; no debemos permitirnos abandonar nuestras tareas en la blogosfera por la rutina laboral.

Por ello, considero que las organizaciones deberían pagar a los bloguers por actualizar sus blogs y además evaluarlos por su rendimiento dentro de la blogosfera como un objetivo más del puesto de trabajo. Y digo bien pagar porque se debería permitir el mantenimiento de las bitácoras dentro de las horas del trabajo como si fuese una tarea diaria, ya que de esta forma se corroboraría que siguen siendo los profesionales que contrataron, que saben mantenerse actualizados, que son personas que piensan, disponen de ideas y siguen despuntando en su área de trabajo. Si enumerásemos las razones de porqué debemos tener un blog profesional, bien podríamos tornarlas hacia nuestras organizaciones, a saber:

  1. Demuestra sus conocimientos.
  2. Demuestra su capacidad de aprendizaje.
  3. El simple hecho de ser bloguer demuestra la pasión por su profesión.
  4. Tomarse la molestia por escribir sin ánimo de lucro también demuestra su capacidad de trabajo.
  5. Expone rasgos importantes de su personalidad.
  6. Demuestra sus habilidades literarias.
  7. Fortalece y demuestra su capacidad de comunicación.
  8. Demuestra su experiencia, incluso para los que no la tienen, ya que es un indicativo de su iniciativa y su capacidad de investigación, lo que, en el fondo, es clave para cualquier trabajo.
  9. Gana prestigio dentro de su sector.
  10. Y, sobre todo, destacar.

Si somos profesionales que se dedican a la investigación, presentando proyectos, buscando alianzas, cerrando contratos o, incluso, a la docencia; mantener un blog puede bien revertir hacia nuestra organización ya que ante todo somos personas que estamos formamos parte de ella, aportamos intangibles y valor añadido a la vez que se demuestra que nuestra organización cuenta con verdaderos profesionales, está abierta y preparada a los cambios constantes que se producen en los mercados y en la sociedad. Por ello, creo que mantener un blog profesional sigue siendo una buena idea, incluso después de conseguir y firmar el contrato del soñado puesto fijo.

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