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El Archivo de la Corona de Aragón depositario del devenir histórico de los países de aquella Corona formada tras el matrimonio del conde Ramón Berenguer IV de Barcelona y Petronila de Aragón, su reivindicación por las administraciones autonómicas de las comunidades afectadas ha convertido este magno depósito documental (el más grande de Europa tras el Archivo Secreto Vaticano) en un elemento de disputa solucionado recientemente con el acuerdo al que han llegado el Ministerio de Cultura y las comunidades autónomas implicadas.
GARRIDO, David. El Archivo de la Corona de Aragón. En: Diario Levante-EMV, ‘En Domingo’. Domingo, 23 de julio de 2006. Pág. 8, Valencia. [PDF]
SERRA, C. Siglos de historia en un fondo estatal. En: Diario El País, Lunes, 26 de junio de 2006, Madrid [PDF]
De manera inconsciente, cuando nos disponemos a consultar cierto tipo de documentos –diccionarios, enciclopedias, guías telefónicas…–, damos por hecho que el ordenamiento alfabético y, por tanto, la búsqueda alfabética de un determinado concepto, son los más adecuados en obras con información tan variada y amplia como las mencionadas. Pero en el caso de las enciclopedias, la estructuración de sus contenidos mediante entradas ordenadas alfabéticamente no es algo tan innato como pudiéramos pensar y supuso toda una revolución cuando fue utilizada en L’Encyclopédie ou dictionnaire raisonné des sciences, des arts et des métiers de Diderot y d’Alembert, en 1758.
Las enciclopedias (del griego enkyklios paideia, "en un círculo de instrucción"), desde la antigüedad, han pretendido dar una determinada visión del mundo recopilando todo el saber humano; pero tras la invención de la imprenta en 1455, en que se desarrolló una industria editorial que impulsó la producción y transmisión del conocimiento, se hicieron cada vez más necesarias para guiar a sus lectores entre el increíble maremágnum de conocimientos ante el que se encontraban.
Hasta el siglo XVII con L’Enciclopédie, el ordenamiento alfabético de los contenidos en las enciclopedias no era habitual, como sí lo es hoy en día, sino un sistema subordinado que servía de apoyo al principal para facilitar la búsqueda. Las enciclopedias en el mundo occidental –ya que otras culturas estructuraban sus conocimientos a veces de forma muy particular–, seguían una organización temática influenciada por su esquema de enseñanza.
La cita que inaugura el primer capítulo del libro de John Battelle, The Database of Intentions, es un avance de lo que vendrá después. Relatar la historia del buscador que revolucionó Internet nada más aparecer, cuya primera publicidad fue el boca a boca de los entusiastas que descubrían su efectividad, no debe ser nada sencilla. Y es que Google es, a día de hoy, sinónimo de buscar información en Internet y tener la certeza de encontrarla.
El buscador es el lugar desde el cual se trata de forjar una nueva forma de hacer negocios, con mayor o menor fortuna, una nueva filosofía por y para la Red que trata de ser resumida en una sola frase Don’t be evil (No seas malo). La cita, que es la siguiente, nos abre el apetito conscientes de que nos estamos sumergiendo en una historia fascinante que actualmente se está escribiendo y que este libro refleja su punto álgido:
The library of Alexandria was the first time humanity attempted to bring the sum total of human knowledge together in one place at one time. Our latest attempt? Google.
Brewster Kahle, entrepreneur and founder, the Internet Archive
Antes de que Tim Berners-Lee diseñase la Web, antes de que Google fuese instalado en la habitación del campus de Stanford de Larry Page, antes de que Altavista fuese pensada para demostrar el potencial de hardware de DEC, Internet ya existía y los científicos colgaban sus documentos en sus servidores compartiendo su información. Hace 16 años de la creación del primer buscador, a algunos les parecerá muy poco tiempo, a otros les parecerá una eternidad, pero ya en sus inicios Internet era un maremagnum informativo del que era complicado obtener los recursos deseados.
Por supuesto que, según fue madurando, los sistemas cambiaron y se hicieron más accesibles al resto de los usuarios permitiendo su universalización. Si en un principio los ficheros informáticos se dejaban en un servidor al que había que conectarse mediante un interfaz de interrogación mediante comandos, posteriormente, se desarrolló el Gopher para tratar de clasificar toda la información mediante menús y submenús, lo cual facilitó enormemente la clasificación y localización de la información. Pero no fue hasta la invención de la World Wide Web cuando se creó un sistema interconectado y mediante el cual se podían consultar documentos, además de referenciar a otros, mediante un software específico que permitía su visualización. Sistema, por otro lado, hasta el que hemos llegado hoy.
Lo que sigue son unas breves descripciones de los buscadores que se atrevieron a afrontar los retos de localización de la información que ofrecían los muchos servidores que poblaban Internet con sus características específicas. Primero, el FTP, después el Gopher y finalmente la Web.
Un documentalista, y además enredado, no debería dejar de escribir unas líneas como humilde homenaje al creador de la Web: Tim Berners-Lee. Fue suya la primera página web creada y disponible en un servidor web, a la que lentamente se irían añadiendo otras de científicos, claro está, que marcarían la incipencia de la creación de una red que adquirió, y tiene, un crecimiento vertiginoso. Pero, si vamos a hablar de la Web, tampoco podemos dejar de recordar, al igual que se hace en la mayoría de los artículos escritos sobre su invención, la distinción de lo que es Internet de lo que es la Web. Por ello recordaremos que Internet es el soporte físico de la Web (Servidores, cables, enrutadores, DNS, etc.) mientras que la Web sería los ficheros informáticos que la constituyen y que deben ser interpretados por el software que tenemos instalado en nuestros ordenadores, en general, los navegadores. Pero entremos en materia y analicemos brevemente, la creación y concepción de la Web y su rápida evolución.
Tim Berners-Lee, considerado como uno de los 100 personajes del siglo XX por la revista Time, nació en 1955 en Londres (Reino Unido) licenciándose en Física en 1976 en la Universidad de Oxford. La creación de la Red surgió a partir de la idea de crear un sistema de gestión de la información mediante el uso del hipertexto. Su finalidad era facilitar la transmisión de la información y favorecer así la actualización informativa de los científicos, además de tratar de prevenir la pérdida de información. La propuesta (Information Management: A Proposal) de creación de este sistema lo realizó al Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN) de Ginebra donde trabajaba en aquel momento, aunque su idea no tuvo el éxito esperado.
La historia del Monasterio de San Miguel de los Reyes, lugar donde tiene su sede la actual Biblioteca Nacional Valenciana, puede ser calificada de cualquier forma excepto "tranquila". De hecho, el monasterio está compuesto por diversos elementos arquitectónicos que, unidos, conforman todo el complejo. En el Monasterio, se dan cita: una alquería islámica; un monasterio cisterciense, Sant Bernat de Rascanya; un monasterio jerónimo, San Miguel de los Reyes y un complejo penitenciario. Todos ellos se fueron construyendo y agregando, las demoliciones han sido escasas, a lo largo del tiempo y fueron modificando todo el complejo transformándolo hasta lo que es hoy.
El último uso que se le dio al recinto antes de su rehabilitación como sede de la Biblioteca fue el de prisión. Debemos señalar que desde 1835, fecha en la que se abandonó completamente su utilización como centro religioso tras la desamortización y el abandono por la comunidad jerónima, hasta 1874 cuando se decidió su conversión en Presidio Nacional estuvo abandonado llegando incluso a considerarse su demolición. Sin embargo, fue durante la Guerra Civil española cuando se vivieron los momentos más dramáticos en sus instalaciones ya que fueron encerrados y ejecutados por el régimen franquista cientos de prisioneros del bando republicano.
Por supuesto que en aquella cárcel que en el futuro se convertiría en biblioteca también vivieron bibliotecarios. Ana Perpiñán nos describía los azares que éstos sufrieron mientras vivieron recluidos en ella en su texto Presos Bibliotecarios.
A lo largo de su existencia, San Miguel de los Reyes se ha convertido en el lugar de último reposo de muchas personas. En 1537, la reina Germana de Foix pensó que este lugar sería el más adecuado para que reposara su cadáver con la intención de crear un lugar similar al Escorial, que sirviera para el reposo eterno de reyes y príncipes. Aunque fueron los monjes que lo habitaron y, posteriormente, aquellos que fueron fusilados durante la represión franquista los que fueron enterrados allí. Parece ser que aún quedan almas errantes en él.
El
Archivo Secreto del Vaticano, el centro de investigación histórica más importante del mundo, puede visitarse ahora en Internet. El archivo del
Vaticano conserva más de 630 fondos de archivos diferentes, en una extensión de unos 85 kilómetros lineares de estanterías, cubriendo continuamente más de ochocientos años de historia.
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