Puede parecer que el discurso del escritor Paul Auster en el acto de entrega del Premio Príncipe de Asturias de las Letras de 2006 se encuentra fuera de la temática de esta bitácora. Sin embargo, no es así. Primero porque hace una reflexión sobre el ser humano y su necesidad de la creatividad, del uso del lenguaje como medio comunicativo; y segundo, porque a pesar de la aparente inutilidad de la escritura y del resto de las artes, es precisamente su futilidad lo que hace al ser humano lo que es.
Podría decirse que nuestro trabajo, el día a día de los que mantenemos este blog, caerá en saco roto. Qué duda nos cabe a nosotros. Lo hemos oído muchas veces, ¿una bitácora para qué? Es bastante probable que tengan razón, pero de momento no podríamos hacer otra cosa que semanalmente publicar, al menos, un texto. Así que como bloguers que no buscan más gloria que la aventura de mantener este pequeño espacio dentro de Internet, suscribimos el texto de Auster, aunque sea desde un punto de vista completamente pequeño comparado a su figura y al de resto de las artes.
No sé por qué me dedico a esto. Si lo supiera, probablemente no tendría necesidad de hacerlo. Lo único que puedo decir, y de eso estoy completamente seguro, es que he sentido tal necesidad desde los primeros tiempos de mi adolescencia. Me refiero a escribir, y en especial a la escritura como medio para narrar historias, relatos imaginarios que nunca han sucedido en eso que denominamos mundo real. Sin duda es una extraña manera de pasarse la vida: encerrado en una habitación con la pluma en la mano, hora tras hora, día tras día, año tras año, esforzándose por llenar unas cuartillas de palabras con objeto de dar vida a lo que no existe?, salvo en la propia imaginación. ¿Y por qué se empeñaría alguien en hacer una cosa así? La única respuesta que se me ha ocurrido alguna vez es la siguiente: porque no tiene más remedio, porque no puede hacer otra cosa.