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Etiqueta: Navegadores

La batalla contra la publicidad se convierte en una guerra entre distintos keyplayers

Ad-blocker

La batalla contra la publicidad que podría considerarse intrusiva y que arruinaba la experiencia de navegación por Internet empezó pronto. En 2003, Google alivió a muchos internautas cuando lanzó su Toolbar con la capacidad de bloquear los molestos Pop-Ups publicitarios. Esta característica de bloqueo fue integrada y adoptada por muchos navegadores como una opción por defecto. Sin embargo, la publicidad encontró otras vías para continuar expandiéndose y con ello degradando la navegación en Internet.

Al contrario que los medios tradicionales, que tenían distintas maneras de financiarse (publicidad, espacios por palabras, suscripciones y subvenciones), en la Web las vías de financiación se reducen (publicidad o suscripción) lo que no deja muchas alternativas a los medios que generan contenidos. Debemos de considerar que Google es una agencia de publicidad gigante y fue su manera de monetizar su buscador y poder sobrevivir desarrollando un modelo de negocio viable.

En 2007, la batalla contra la publicidad dio su siguiente paso. Mozilla Firefox ya permitía la inclusión de addons a su navegador y uno de los que comenzaba a despuntar entre los usuarios más avanzados era Adblock Plus. La polémica estuvo servida con el bloqueo en algunas de las webs de aquellos usuarios que usasen ese navegador específicamente porque no había manera de discernir quiénes usaban el bloqueador de anuncios y quiénes no. Desde entonces, el uso de este addon, que ya puede instalarse en otros navegadores como Chrome, no ha tenido mucha repercusión. En primer lugar, porque era un producto que usaban tan sólo usuarios con un perfil más técnico y tecnológico y, en segundo, porque comenzaba a surgir un mercado mucho más importante que el navegador del ordenador: el móvil.

Actualmente, navegar por Internet a través del móvil puede convertirse en un verdadero un suplicio. Primero porque muchas páginas web no están optimizadas para dar una experiencia acorde a nuestras pequeñas pantallas y, segundo, la cantidad de publicidad se mantiene, con lo que el usuario debe estar intentado pelearse con las pequeñas aspas de cierre publicitario que con un puntero de ratón sería fácilmente conseguible, pero no así cuando tenemos que usar nuestros dedos. Por otro lado, existe una publicidad totalmente engorrosa que en cuanto se carga la página te redirige a otra en la que te dice que “su móvil es inseguro descárguese este programa”, “su Whatsapp está desaprovechado, descárguese este complemento”. En ocasiones, es imposible salir de estas promociones publicitarias y acabas odiando al responsable de publicidad de ciertos medios de comunicación. ¿Solución? Uso de navegadores alternativos como, de nuevo, Mozilla Firefox que puede aliviar este conjunto de prácticas y favorecer mucho la navegación.

¿Qué está sucediendo? Se está incrementando el uso de estos bloqueadores publicitarios de forma exponencial alcanzando ya los 200 millones de usuarios suponiendo ya hasta un quinto de los posibles ingresos publicitarios. La reacción ante los usuarios que usan los bloqueadores pasa desde la hostil, bloqueando a los usuarios que los tienen instalado, hasta la educativa pidiéndoles que los desactiven en su dominio. Hasta ahora, los dos mercados, el de escritorio y el de móvil, se diferenciaban y el que realmente crecía era el móvil alcanzando actualmente los 69 billones de dólares. Donde se perdían el grueso de los ingresos por bloqueadores no importaba en exceso, ya que donde se crecía y mucho era en el mercado móvil, sin embargo distintas tendencias están poniendo en riesgo ese crecimiento.

En primer lugar, tal y como ya se ha señalado, el uso de los bloqueadores está creciendo. Personalmente, los uso aunque permite que se me provea de publicidad “respetuosa”. Esta opción tiene un debate interesante soterrado. Adblock Plus te permite o bloquear toda la publicidad o mostrarte sólo publicidad respetuosa. ¿Quién decide qué es publicidad respetuosa? Adblock Plus y su empresa desarrolladora Eyeo que están encantados que se les pague por ello. Esto ha sido denunciado como una especie de chantaje hacia los anunciantes y llevado a los tribunales alemanes que han dictaminado que el modelo de negocio de Eyeo es legal.

En segundo lugar, los propios navegadores comienzan a implementar esta característica. Por ejemplo, Apple ya ha integrado la posibilidad de bloquear la publicidad en su navegador Safari. Es decir, todo el ecosistema iOS y MacOS podrán bloquear la publicidad, aunque donde más duele es el segmento de los dispositivos móviles de Apple. Algunos han señalado que Apple está preparándose para tratar de rentabilizar su plataforma de noticias Apple News, casi toda la publicidad en el ecosistema de Apple pasaría por, sí, Apple.

En tercer lugar, algunas operadoras móviles ya tienen implementada en sus servidores la posibilidad de bloquear la publicidad apuntando directamente a Google, AOL o Yahoo. Esto puede interpretarse como una forma de presionar a Google para que reparta sus ingresos publicitarios, lo que denominan como “la bomba”, ya que no interfiere en los anuncios “in the feed” de empresas como Twitter o Facebook. Las operadoras consideran injusto tener que realizar inversiones en sus redes para que el dinero publicitario se lo lleve otro. Aunque Google aduce que desarrollar servicios de mensajería, correo electrónico, apps y streaming también requiere de grandes inversiones monetarias. Además, activando la bomba, los operadores móviles podrían ofrecer como un producto premium el servicio móvil sin publicidad (actualmente la publicidad puede consumir entre el 10-50% de los planes de datos de los clientes de telefonía móvil) como actualmente está realizando Amazon con sus Kindles.

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La Web Social se reencarna en software

Si recuerdo mi primera experiencia con Internet, tendría que retrotraerme a los tiempos del Gopher. A la navegación por carpetas en servidores externos, a los pocos elementos gráficos que se podían visualizar en aquellos navegadores que hoy consideraríamos en completamente rudimentarios. Luego llegaría el HTML, los navegadores gráficos y nos iríamos olvidando de los distintos protocolos que en aquel momento poblaban Internet. Aprenderíamos a diseñar nuestras páginas web afortunadamente sin tener que escribir líneas de código HTML, si no con los primeros editores e incluso llegaríamos a usar el FTP incluso con el propio navegador Internet Explorer (!).

Mucho han cambiado las cosas. Después de la burbujapuntocom y considerar que la Web era tierra baldía para hacer negocios, el resurgimiento de la misma vino apalancada por sus propios usuarios. El “usuario es el rey” e incluso los propios medios de comunicación temblarían por el poder del mismo. Los internautas crearían sus contenidos, los expertos desplazarían a los medios como fuentes de referencia e Internet podría derribar gobiernos.

Sin embargo, la Web 2.0, la democratización de la producción y la distribución de la información ha quedado como un mundo idealizado. A los blogs se les ha intentado enterrar muchas veces, mientras que la Wikipedia, los sucesivos escándalos, trataban de desacreditarla como fuente de información de referencia. La participación, la Conversación como se le trató de denominar, evoluciona desde el infinito hasta convertirse en meras líneas de 140 caracteres máximo pero donde la capacidad de influencia sobre otros viene determinada por el volumen de seguidores en Twitter o amigos (o falsos amigos) que puedas tener en Facebook.

Durante este tiempo, la forma de consumir la Web ha evolucionado dramáticamente. La barra de direcciones de los navegadores perdían su sentido cuando sus usuarios consultaban o escribían directamente las direcciones de los sitios web en la caja de búsqueda de Google, la aparición del iPhone convertía a las Apps en el futuro del consumo de contenidos tratando de derribar la Web abierta tal y como hoy en día la conocemos, mientras que lo Social se avanzaba al término 2.0. Y en ello andamos.

RockMelt se lanzaba esta semana en su versión beta como el futuro de la navegación en Internet. El internauta daba un paso más ya no sólo como consumidor de contenidos, si no como difusor de los mismos tanto a través de la red social Facebook y el servicio de microblogging Twitter de forma completamente integrada y bajo la plataforma Chromium de Google. También debería causarnos asombro que el formato RSS todavía sobreviva en esta nueva forma de utilizar la web, otra de las cosas que según los gurús estarían ya finiquitadas de la etapa anterior, y que sin embargo es fundamental para los superusuarios de la web.

Claro que la competencia de este nuevo navegador, como por ejemplo Chrome y Firefox ya disponían de la posibilidad de implementar características sociales a sus navegadores a través de distintos plugins como la barra de Facebook o clientes especiales como Echofon. Pero este nuevo movimiento dentro del mundo de los navegadores, de la manera que todavía hoy accedemos y consumimos la web puede llegar a ser una llamada de atención muy interesante hacia dónde se dirige nuestra experiencia dentro de la misma.

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Estándares web, una necesidad a largo plazo

Internet Explorer 6, esa antigualla del año 2001, resiste enconadamente en las empresas. De hecho, ya lo comentamos hace un tiempo, cuando considerábamos que la utilización de navegadores obsoletos constituían una barrera en la innovación, pero que este navegador resista dentro del sector empresarial encuentra su justificación debido al coste que supone la revisión y la actualización de muchas herramientas que se valen sobre la tecnología de la Web y que se encuentran implementadas en las empresas como, por ejemplo, las intranets.

Sin embargo, nos debería parecer curioso que, en los principios de la popularización de la Web, una de las principales razones de la migración de las herramientas empresariales al entorno web era el ahorro de costes, la falta de necesidad de instalar aplicaciones en distintos ordenadores y la posibilidad de usar una única aplicación (el navegador web) para distintos procesos. Hoy en día, parece que estos argumentos caen por su propio peso. Tal vez debido a que Microsoft no obedeció a los estándares cuando desarrolló su producto, provocando innumerables dolores de cabeza a los desarrolladores y diseñadores web que debían realizar hojas de estilo (CSS) específicas para los usuarios que lo utilizaban; tal vez por los propios diseñadores y desarrolladores de las herramientas web que confiaron su futuro, inconscientemente y simplemente por la fuerza del mercado en ese momento, a una sola empresa.

El error se ha convertido en mayúsculo. La utilización del IE no sólo supone una barrera a la hora de utilizar nuevos desarrollos dentro de la Web 2.0 o incluso en “la Nube”, frenando la aplicación de nuevas metodologías en el trabajo, favoreciendo la innovación, las nuevas de vías de comunicación y colaboración; si no que supone un peligro potencial para la propia infraestructura informática de las empresas que obligan a sus trabajadores más o menos inexpertos a navegar por la Web con un navegador obsoleto y sin mantenimiento por parte de Microsoft.

He ahí el error de confiar el futuro a empresas que obedecen a sus intereses económicos y de desarrollo, que no obedecen los estándares y, tal vez, un argumento que quita y da al mismo tiempo la razón a Steve Jobs en su cruzada contra Flash y su apoyo por el estándar HTML5.

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No le digas a tu lector cómo debe visualizar tus páginas web

Hace ya un tiempo, un webmaster tuvo el valor de considerar que aquellos que bloqueaban la publicidad no eran dignos de leer sus contenidos. De hecho, concluyó que aquellos que utilizaban el navegador Firefox no podrían ver sus páginas porque éste apoyaba y soportaba el desarrollo de addons que impedían ver la publicidad de la que su sitio web se nutría. Su acción fue audaz y redireccionó a todos sus visitantes que utilizasen Firefox hacia un sitio web creado exprofesso con el fin de tratar de educarlos de una forma ejemplerizante. La polémica fue enorme y precisamente, nacida de ello, escribimos un texto donde recogíamos aquellos hechos.

Tiempo después no fue un editor web el que decidió intervenir en el bloqueo de la publicidad web, sino el desarrollador de uno de los complementos más populares de Firefox. En este caso, cuando se instalase su addon, NoScript, el programa buscaría la instalación Adblock Plus y añadiría una excepción en la lista de elementos bloqueables del complemento que incluían todas las páginas que el desarrollador mantenía. También en esta ocasión el debate fue muy intenso y, finalmente, la extensión de Adblock Plus añadió la funcionalidad que fuese el usuario el que decidiese en qué sitios web quería visualizar la publicidad de una forma sencilla y directa.

Pero parece ser que a esta historia se le van añadiendo capítulos sin remedio. La semana pasada, el sitio web Ars Tecnicha realizaba un experimento del que, según admitían sus administradores, salieron trasquilados. Esta vez, el sitio detectaba aquellos internautas que bloqueaban la publicidad que en Ars Tecnicha servían y simplemente no les mostraban sus contenidos. Según Ars Tecnicha la utilización de bloqueadores de publicidad “puede ser devastador para los sitios que te gustan. No estoy haciendo un argumento de que bloquear anuncios es una forma de robo, o es inmoral o no ético, o que te hace el hijo del diablo. Puede dar lugar a que personas pierdan sus puestos de trabajo, puede resultar en menos contenido en un sitio determinado, y sin duda puede afectar a la calidad del contenido. También puede hacer que los sitios en un verdadero giro de publicidad de la muerte. Al bajar los ingresos por publicidad, muchos sitios empiezan a ejecutar publicidad de una naturaleza verdaderamente cuestionable.”

El experimento, por supuesto, tuvo reacciones dispares. Algunos lectores añadieron a Ars Tecnicha en sus white-lists, mientras que otros protestaron amargamente, mientras que algunos señalaron que deberían haber avisado. Finalmente, en Ars se percataron de su error y tomaron la resolución de entonar el mea culpa. “Cometimos el error de suponer que todo el que está bloqueando los anuncios de Ars lo hace con malicia. Según parece, sólo son unas pocas personas las que actúan así, y muchos (¿la mayoría?) nos indicaron que están dispuestos a ayudarnos.”

Así pues, el difícil equilibrio que han de adoptar los webmasters parece pasar por el respeto por el lector. De hecho, de estas experiencias podemos extraer una serie de conclusiones sencillas en la forma pero que pueden antojarse difíciles dependiendo de qué casos:

  1. Tenéis razón. Queréis rentabilizar vuestro esfuerzo y, actualmente, en la Web sólo existe la vía de la publicidad.
  2. Debéis respetar a vuestros lectores. Realizar acciones unilaterales, sin consultar pueden tener justo el efecto contrario. Vuestros lectores fieles, aquellos que os dan volumen y fidelidad, pueden desaparecer sin dejar rastro.
  3. La conversación siempre puede ser mucho más edificante que las acciones unilaterales. Además, crea y refuerza la marca.
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Mis addons de Firefox imprescindibles

No puedo ocultar que soy un fan declarado de Firefox, podría decir que sólo he utilizado Internet Explorer para descargar Firefox, pero mentiría. Desgraciadamente, en el entorno laboral en el que me muevo, todavía es necesario utilizar Explorer para algunas cosas, por lo que de vez en cuando me vuelvo a encontrar con esa interfaz y esa manera de hacer las cosas. Qué le vamos a hacer.

Pero, qué duda cabe, Firefox es mi navegador por defecto el que utilizo el 95% de las ocasiones y del que doy gracias porque siga su desarrollo. Es cierto, puede ser un poco lento a la hora de arrancar, pero me animó que en su última versión (Firefox 3.6) se aligerase un poco y que, por defecto, casi te invitase a probar Personas, las plantillas de personalización de las que he cogido una un poco insulsa (Greyday), pero me recuerda a cierto entorno.

Actualmente, tras algunas semanas de intensa utilización, mi navegador se mueve un poco más lento, pero no puedo dejar de usarlo. Creo profundamente en él, en la Fundación Mozilla que lo gestiona y en su inmensa comunidad. Miro de reojo las novedades que nos traerá Firefox 4 y sólo puedo alegrarme del viento fresco que supone Firefox en la Web.

Pero este texto no iba encaminado a ensalzar las bondades de Firefox, sino más bien a contaros qué addons, o complementos, que tengo instalados en todos los Firefox que toco (es decir, en el trabajo o en casa). Estos pueden variar dependiendo del momento del año, en qué trabajo o proyecto ando metido y todas esas cosas, pero estos son básicamente los que no me pueden faltar y que considero que cualquier internauta puede encontrar interesantes:

  • Adblock Plus. No sé que haréis, pero yo no veo publicidad. No es que me molesten los anuncios contextuales de Adsense, es que me incomodan tremendamente los banners, popups y animaciones en Flash que alguien decide que debemos sufrir cada vez que queremos acceder a algún tipo de contenido. Para mí, es imprescindible.
  • Delicious Bookmarks. Algo de web 2.0 iba a quedarse en mi navegador y la necesidad de “taguear” y guardar algunas páginas a las que más tarde acudiré para escribir algo (o para olvidarlas quién sabe) se me antoja una necesidad, además de tenerlas accesibles en cualquier lugar y momento.
  • Diccionario de Español/España. Trabajar en la nube tiene sus ventajas e inconvenientes. Uno de los principales inconvenientes es que, al contrario que podemos realizar con aplicaciones de escritorio, no podemos corregir la ortografía mientras escribimos. Todos tenemos algún día tonto en el que avance se escribe con zeta. Este diccionario viene a suplir esa carencia en cualquier contexto, ya sea posteando, realizando un comentario o redactando un mail. Completamente necesaria.
  • Download Statusbar. Como dije antes, odio los popups y, en general, cuando descargamos cualquier documento en la web, tenemos una molesta ventanita que debemos respetar para que el proceso de descarga llegue a buen término. Afortunadamente, este complemento permite gestionar las descargas de forma integrada en la ventana principal del navegador. Casi el primer addon que me instalé.
  • Echofon. Anteriormente conocido como Twitterfox, me permite saber qué andan tramando mis followers de Twitter. No es excesivamente invasiva si se la trata bien, aunque el número de tweets que pueda llegar a recoger en 30 minutos pueda dar la impresión de estar completamente infoxicado… O terriblemente ocupado en el trabajo.
  • Email This! Siempre hay alguna noticia que resulta relevante y que quieres compartir. Esta pequeña aplicación te permite enviarlo o bien a través de algunos clientes de correo electrónico de escritorio o, aquí lo interesante, a través de los correos de Yahoo! o Gmail en un sólo clic. Si no lo tengo instalado, lo echo en falta.
  • Optimize Google. Ese gran gigante al que algunos temen y otros miran con recelo. Esta aplicación la utilizo para controlar fundamentamente la privacidad, aunque también añadía funciones por defecto que algunos servicios de Google no permitían hasta el momento.
  • Read it later. Todo esto se ve muy interesante, pero no tengo tiempo para leerlo. Puede que no quieras guardarlo en marcadores para que sea abandonado en el sueño de los justos, o puede que no quieras guardarlo en Delicious, o no crees que puedas utilizarlo en un futuro, o puede que estés demasiado ocupado en ese momento y posteriormente en un valle de tu actividad diaria quieras darte el gustazo. Simplemente, léelo después.
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Navegando con un dispositivo móvil, mi experiencia con Opera Mobile 10 Beta

El futuro de la Web será la ubicuidad y la posibilidad de conectarnos en cualquier momento a la Red, pero ¿qué será de los internautas? ¿Podrán navegar? Armado de mucha paciencia me he dispuesto a comprobarlo durante estas últimas semanas y mi conclusión particular como usuario se acerca más a la decepción que a la satisfacción. Particularmente, he recordado el documental Welcome to Macintosh donde un ex-ingeniero de Apple se ríe de los esfuerzos que actualmente las compañías multimedia y de telefonía están realizando para miniaturalizarlo todo. Él se preguntaba, ¿para qué quiero ver una película en un dispositivo móvil si puedo verlo en un equipo de alta definición? (Recordemos que desde iTunes se pueden comprar series de TV para ver en el iPhone, por ejemplo) Lo mismo debería estar preguntándome yo, en algún momento de insomnio, mientras mis ojos protestaban y mis dedos se agarrotaban por el esfuerzo de tratar de interaccionar con el teléfono móvil conectado a la Web mediante WiFi. ¿De verdad tengo que estar pasando por esto?

Es cierto, la navegación con un dispositivo móvil es una tarea difícil y en el que hay que reaprender un poco, así que absténgase los nerviosos e impacientes. Los navegadores para móviles también disponen de sus trampas y la experiencia anterior de poco nos puede servir. El terminal que he estado usando es el táctil de Nokia 5530 y casi descarté el navegador que viene incorporado de serie, muy sencillo y funcional, adentrándome en otros desarrollos.

A la espera de que la Fundación Mozilla dé las últimas puntadas a su navegador para móviles Fennec, todavía en fase beta, decidí instalar otras compañías que llevaban más tiempo en el mercado y me decanté por Opera Mobile 10 Beta. Ya había probado anteriormente el Opera Mini por lo que mi decisión partía de cierta experiencia. Esta empresa lleva cierto tiempo ofreciendo software para dispositivos móviles y cuando lo probé no me desencantó en exceso, pero el nuevo navegador móvil ofrecía algunos aspectos que se alejaban del Mini. Considero que a mejor.

Aunque podéis comprobar la experiencia de navegar con Opera Mobile a través de una demo en la Web, os recomiendo que lo hagáis a través de un teléfono y no a través del ordenador para poder “disfrutar” completamente. Lo primero que nos encontramos cuando ejecutamos la aplicación es con una sencilla cuadrícula de 9 casillas donde podemos colocar nuestros sitios web favoritos, además de una barra de direcciones y la posibilidad de lanzar una consulta a Google. Una de las primeras cosas como navegadores expertos es configurar nuestras direcciones favoritas, en mi caso, este blog, Twitter y, en su caso, Facebook.

Pues bien, la tarea de personalización no fue precisamente sencilla. Hay que tener en cuenta que comenzamos a usar el navegador sin saber muy bien cómo funciona ni cuales son sus posibilidades. Por ejemplo, para poder extraer el menú contextual hay que dejar presionado el dedo o el puntero, para posteriormente elegir una de las opciones que el navegador nos dé. A pesar de lo que pueda parecer en un principio, hay que levantar el puntero, no arrastrarlo porque si no interpretará que estamos haciendo clic, lo que provoca uno de los primeros problemas de interacción.

Uno de los aspectos más interesantes de este navegador, y contrasta con el anterior navegador Mini, es que integra un teclado dentro de su propia interfaz lo que evita ir saltando desde el teclado nativo (virtual) del teléfono y realizando demasiados clics página tras página. Éste es para mí uno de sus mayores logros, aunque eso sí, necesitaremos del puntero y/o de mucha destreza con nuestros dedos porque de lo contrario acertar en las teclas minimalistas se antoja una tarea harto imposible. Y, finalmente, otra de sus cualidades es la presencia de Tabs o Pestañas que favorecen la navegación a través de distintas páginas web, aunque como podéis imaginar la interacción en la navegación en un teléfono móvil es bastante limitada, por lo que la apertura de una se nos antojará suficiente.

Durante la navegación, uno de los inconvenientes que encontrará el internauta es que la información no puede, de ninguna manera, mostrarse de la misma forma que se ve en la Web. Aunque existen sitios web preparados para los navegadores móviles, no todos los detectan, como sucede en Twitter por ejemplo, por lo que debe ser el internauta el que escriba la dirección específica del sitio web preparado para su utilización en este tipo de navegadores, porque de lo contrario la interacción se hará tremendamente complicada. En el caso de mis sitios web preferidos en el móvil, podemos acceder a través de http://m.twitter.com/ o http://m.facebook.com, aunque no todos los nuevos navegantes móviles tienen porqué saberlo a priori.

En definitiva, una experiencia agotadora y en la que todavía se tienen que limar muchas asperezas. La Web actual tiende a crecer hacia resoluciones de monitor cada vez mayores, mientras se accede a sus contenidos por dispositivos con pantallas de 2’5 o 3 pulgadas, por lo que los administradores de los sitios web lo tendrán que tener cada vez más presente. En mi caso, suficiente para consultar actualizaciones de correo y de estados en la Web Social de forma puntual, pero de ningún modo hacerlo de forma intensiva.

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